Los 20 complots terroristas de Irán contra Reino Unido

El 7 de mayo la policía británica detuvo a cinco personas en lo que el Ministro del Interior británico llamó “una de las mayores operaciones antiterroristas de los últimos años”. Cuatro de los detenidos son ciudadanos iraníes. Les aplicaron la ley antiterrorista de 2006 por planear un ataque a la embajada de Israel en Londres.

El operativo presenta todas las características de un montaje político para justificar la declaración de la Guardia Revolucionaria iraní (CGRI) como organización “terrorista”, una iniciativa promovida por los grupos de presión sionistas de Reino Unido.

Aunque The Telegraph afirmó que “la presunta célula terrorista estaba a horas de lanzar el ataque cuando los hombres fueron arrestados”, también señaló que los sospechosos fueron detenidos en diferentes ciudades de Inglaterra, tres de ellos a unas cuatro horas en auto de Londres y otro a una hora de distancia.

La redada va acompañada de la típica campaña reaccionaria en los medios de intoxicación contra los emigrantes. En Talk TV, Kevin O’Sullivan estalló en histeria y advirtió: “Vamos a tener un Southport 2 si no tenemos cuidado”, refiriéndose a un incidente de motivación racial que desató disturbios.

Por su parte, The Guardian manipula la información para alimentar los temores de los disidentes iraníes que viven en Reino Unido, presentando las detenciones como una confirmación de las amenazas de Teherán.

Al mismo tiempo, los grupos de presión israelíes explotan la redada para etiquetar a la CGRI como “organización terrorista”. El 28 de abril, Progressive Britain, un grupo alineado con el Partido Laborista, publicó un artículo titulado “Por qué Reino Unido debería ilegalizar al CGRI”. Su autora, Jemima Shelley, no sólo es miembro de Labour Friends of Israel (LFI), sino también del colectivo United Against Nuclear Iran (UANI).

UANI ha desempeñado un papel recurrente en los esfuerzos ​​para influir en las políticas británicas contra Irán. El grupo, que se presenta como una organización neutral sin fines de lucro, está presidido por Jeb Bush y cuenta con un consejo asesor integrado por sionistas. El antiguo director del Mossad, Meir Dagan, fue miembro de la organización hasta su muerte, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, también forma parte del consejo actualmente.

Las acusaciones de “terrorismo” vinculado a Irán resurgen cada vez que Israel o sus aliados intentan aumentar la presión contra Irán.

El terrorismo como palanca política

El 8 de octubre del año pasado, el director del MI5, Ken McCallum, pronunció un discurso en el Centro de Operaciones Antiterroristas de Londres, donde declaró: “Desde el asesinato de Mahsa Amini en 2022, hemos presenciado una sucesión de complots en Reino Unido, a un ritmo y una escala sin precedentes. Desde enero de 2022, en colaboración con nuestros socios policiales, hemos desmantelado 20 complots respaldados por Irán que representan amenazas potencialmente letales para los ciudadanos británicos y los residentes del Reino Unido”.

El jefe de los espías inventa conspiraciones y, aunque dice que las centrales de inteligencia no politizan el “terrorismo”, en su discurso no hay más que amenazas de Rusia, China e Irán, las bestias negras del imperialismo británico.

No hay ni la más mínima evidencia concreta de esos 20 complots “apoyados por Irán”. Todo es humo y tiene que ser así necesariamente, impreciso, porque les permite tener una “negación plausible”, el donde “dije digo digo diego” que siempre es infalible.

El caso Magomed Husejn Dovtaev

En febrero de 2023 el ciudadano austríaco Magomed Husejn Dovtaev fue condenado por filmar las oficinas de Iran International, un medio de comunicación en idioma persa financiado por Arabia Saudí con sede en Londres.

Dovtaev afirmó haber sido víctima de una estafa por valor de 20.000 euros y quería encontrar a los responsables in situ. Aunque negó cualquier vínculo con Irán, fue condenado por recopilar información que pudiera utilizarse con “fines terroristas”.

Es una demostración de la manera en que la policía convierte una acción anodina, hacer fotos, en un delito de “terrorismo” cuando lo acompañas de “planes”, “objetivos”, “contactos” y “directrices” que sólo están en la imaginación calenturienta de la policía.

El 4 de marzo el secretario de Seguridad británico, Dan Jarvis, repitió su afirmación de que se habían frustrado 20 complots terroristas y que “el régimen iraní tiene a los disidentes en la mira”. También dijo al Parlamento que “los servicios de inteligencia de Irán, incluido el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y el Ministerio de Inteligencia y Seguridad (MOIS), están dirigiendo estas actividades perjudiciales”.

Sin embargo, Jarvis señala que “en lugar de operar directamente en territorio británico, utilizan intermediarios maliciosos para llevar a cabo sus misiones. De esta manera, ocultan sus huellas mientras permanecen seguros en Teherán”.

Los malos ocultan las “huellas” y los buenos se las inventan.

Los montajes policiales no son recientes

En 1994 “extremistas proiraníes”, supuestamente vinculados a Hezbolah, ya atacaron la embajada de Israel en Londres, aunque los detenidos no eran libaneses sino palestinos. Dos de ellos, Jawad Botmeh y Samar Alami, fueron condenados por conspiración porque no había pruebas de que colocaran la bomba.

Pero esa es otra técnica característica de los montajes judiciales: si no te pueden condenar por algo, te condenan por otra cosa. El objetivo es que vayas a la cárcel.

Incluso Amnistía Internacional denunció públicamente que se había vulnerado el derecho a un “juicio justo” para Botmeh y Alami, a quienes “se les negó el acceso a toda la información, tanto durante como después del juicio”.

El sofisticado dispositivo no causó víctimas y los verdaderos autores nunca fueron detenidos.

Nunca se pudo establecer un vínculo directo entre ninguno de ellos y el atentado, y ambos tenían coartadas. La apelación se presentó alegando que las condenas eran infundadas, en particular porque la fiscalía no reveló todas las pruebas a la defensa.

Primero la policía acusó a Nadia Zekra, una mujer palestina, de colocar la bomba frente a la embajada. Decían que habían encontrado restos de explosivos en una mesa de su casa. Luego, una vez iniciado el juicio, se retiraron todos los cargos contra ella. La acusación pasó a otro palestino, Mahmud Abu Wardeh, pero el jurado lo absolvió de todos los cargos. Durante la fase previa al juicio, el juez puso en libertad bajo fianza a Alami y Botmeh.

El atentado de 1994 fue un autoatentado cometido por los propios sionistas. Alami y Botmeh sospechaban de un personaje conocido como Reda Moghrabi, que era un agente israelí y los había incriminado.

Después del atentado Moghrabi desapareció.

El atentado lo reivindicó un supuesto “Equipo Jaffa” de la “resistencia palestina”, que nunca existió, ni antes ni después de la explosión.

Las revelaciones posteriores de antiguos agentes del MI5 fueron aún más esclarecedoras. David Shayler ha revelado que los servicios de inteligencia británicos ocultaron documentos relacionados con el ataque. Annie Machon, otra antigua agente del MI5, reveló que una evaluación interna concluyó que el propio Mossad orquestó la explosión para justificar mayores medidas de seguridad en la embajada.

Robert Inlakesh https://thecradle.co/articles/another-fictional-iranian-plot-in-london


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