La industria de servicios financieros y los gobiernos adheridos a la llamada «Agenda 2030» están engañando al público con sus prácticas de inversión «sostenibles y favorables al medio ambiente». Este campo multimillonario de inversión con conciencia social se presenta como algo que no es. En esencia, las grandes corporaciones españolas están depurando el sistema económico y, en el proceso, están creando una distracción mortal.
Estrategia de puro marketing
Tariq Fancy, ex director de inversiones de Inversión Sostenible en BlackRock, escribió un artículo de opinión en USAToday admitiendo que Wall Street está aplicando un lavado verde al mundo financiero, haciendo que la inversión sostenible sea simplemente relaciones públicas, y destacó que no hay evidencia alguna de que la inversión «verde» tenga algún impacto social.
Como ex director de inversiones de Sustainable Investing en BlackRock, el fondo buitre más grande del mundo, dirigió el cargo para incorporar el concepto de Environmental, Social, and Governance (ESG) en sus inversiones. De hecho, sus mensajes difundieron el concepto de que perseguir el bien social también era bueno para el resultado final. Pero según ha reconocido, eso era todo: una idea esperanzadora. En realidad, la inversión sostenible se reduce a poco más que publicidad exagerada, relaciones públicas y promesas falsas de la comunidad inversora.
En prácticamente todas las empresas cotizadas del mundo, se renombran a sí mismas de manera cínica como «verdes», simplemente por las apariencias y fines de marketing. Los productos ESG provienen de grandes petroleras y otros grandes contaminadores imprescindibles para la carrera de fondo de la llamada «competitividad». De hecho, las pequeñas y medianas empresas que suelen tomarse en serio lo de la «economía verde», terminan engullidas por las que más contaminan, pero que tienen su sello de color.
«La España verde»
Por muy descorazonadora que sea esta realidad, afirmar ser responsable con el medio ambiente es rentable, y en España esto está a la orden del día. Sólo el año pasado, en plena pandemia, empresas como Inditex, Santander, El Corte Inglés, Mercadona, Sacyr o Telepizza apostaron por la «gobernanza social», sin decir exactamente qué narices es eso. Fue un lavado de cara, ya que precisamente fueron muchas de estas empresas las más beneficiadas por los confinamientos y los cierres obligatorios de la pequeña competencia.
Parecía irónico, pero estos confinamientos y cierres obligatorios nos han dado lecciones dolorosas. Y es que en nombre de la «economía verde» o «la salud» las grandes corporaciones han extraído una mayor tajada de mercado de la que tenían antes, en una carrera que la pequeña competencia no ha podido resistir.
Fuente: USAToday.