Me pregunto cómo es posible que estas proclamas puedan pasar, de cara a la feligresía abertzale pues en eso quieren convertir a sus bases, en un rebaño acrítico cuasirreligioso, como el no va más y el «non plus ultra» de la potencia, fuerza y energía de un movimiento supuestamente imparable que ni habla de amnistía y, al mismo tiempo, apuesta por aceptar la «legalidad penitenciaria» española (Otegi dixit, que esta noche saldrá en La Sexta como «starring»), o sea, las vías de salir de los trullos y makos a como dé lugar, pues, dicen, se trata de «vaciar las cárceles» y no «llenarlas».
Vaciarlas sin mirar el cómo ni las maneras y formas, pues los «nuevos ciclos» así lo imponen. Y si para ello hay que pactar con los jueces de la Audiencia Nazional una renuncia a los principios para no ingresar en chirona, pues se hace, mejor fuera, en la calle, abjurando (como quien dice) de los ideales que dentro de la cárcel con la cabeza bien alta. Se dirá, posiblemente, que habría que estar en el pellejo de quienes se arriesgan a estar equis años en el chabolo – algunos ya sabemos algo de esto, por cierto, amén de torturas lindas y guapas- para entender su «postura»… Pues no, no la entendemos porque, primero, flojos principios son esos que, al primer chantaje del fascismo coronado, uno se raja, y, segundo, «at last but nos least», no haberse metido en causas populares, lo que es muy meritorio, para luego salir de malas maneras del mal trago con componendas con quien te acaba de torturar mientras el juez mira para otro lado.
Decir que no se van a traspasar las «líneas rojas» del arrepentimiento y la delación es decir algo tan obvio y elemental que no hace falta ni decirlo porque va de suyo, va en el ADN antirrepresivo, como se dice ahora. Pero se dice. Y se ha dicho como quien arenga a las huestes lanzando dos consignas ultrarrevolucionarias: reconocemos el daño causado, pero no nos chivaremos, abogamos por la «reconciliación» (como Carrillo en su día), pero si el Estado español no pone algo de su parte, pues la cosa se antoja difícil, aún así, seguiremos por la «vía unilateral» como el kamikaze del chiste que va por el carril de la autopista en sentido contrario pensando que los zumbados son los demás conductores. ¿Qué más nos queda por ver? No delataremos, dicen, como quien dice somos la ostia y lo tienen a gala apuntándose un tanto: ¡¡se dice lo evidente, lo mínimo que se espera y sacan pecho esperando aplausos!! ¡¡¡¡¡Manda güevos!!!!!!
Malos tiempos para la lírica, ya lo dijo Coppini de «Golpes Bajos».