Según el canal de televisión local LBCI, un policía de civil disparó varios tiros con un rifle de asalto sin causar ninguna baja entre los manifestantes.
En Líbano llueve sobre mojado. El país está en quiebra y desde octubre del año pasado las manifestaciones contra el paro y la carestía de la vida son cotidianas. La explosión del martes en el puerto de Beirut, que causó 160 muertos y 6.000 heridos, de los que 120 se encuentran en estado crítico, ha desbordado la paciencia.
Hay 21 personas desaparecidas y la destrucción de miles de viviendas ha dejado a 300.000 personas durmiendo en las calles de la capital libanesa. Antes no tenían trabajo y ahora tampoco tienen un techo.
El sábado los manifestantes mataron a un policía y ocuparon varios Ministerios, entre ellos el de Asuntos Exteriores, al que declararon “cuartel general de la revolución”.
También se apoderaron de la sede de la Asociación de la Banca, a la que prendieron fuego antes de ser desalojados por el ejército, que tuvo que salir a la calle en apoyo de la policía. Unos 100 soldados han sido heridos en los enfrentamientos con los manifestantes.
Los manifestantes han salido a la calle con sogas y han instalado guillotinas en algunas plazas céntricas. Muchos ya no se conforman con juzgar a los cargos públicos sino que quieren que sean ejecutados. La etiqueta más difundida en las redes sociales es “¡Colgadlos!”
La población responsabiliza a los dirigentes políticos de las explosiones del martes y les exige la dimisión.
En un discurso televisado, el Primer Ministro Hassan Diab, ha anunciado elecciones anticipadas en dos meses y ha amenazado con la dimisión si su plan no resulta aprobado. Dos ministros dimitieron, seguidos por el Ministro de Justicia esta mañana. 9 diputados de los 128 miembros del Parlamento también han dimitido.
Líbano se dirige hacia un vacío en el gobierno, que podría extenderse al Parlamento.