En segundo lugar, un «pero». A la diputada abertzale vasca le parece «grave» que el yernísimo haya podido elegir la cárcel donde purgar un par de añitos, si llega, la pena. Eso no se ha visto en ninguna democracia de corte occidental. ¿Será que la española «is different»? No, simplemente adolece de déficits democráticos que no cuestionan -por esos detalles menores- las firmes estructuras del Estado de Derecho. Y, efectivamente, no será por ese «detalle», otro más, que nosotros pongamos en duda la validez de una democracia, pero tampoco nos escandalizaremos o, mejor, fingiremos escándalo ni haremos aspavientos ni payasadas, a sabiendas de quién está enfrente. Es como decir: «¡Qué escándalo! ¿Cuándo se ha visto eso en una democracia que se precie?», dando por hecho que lo es. Una pena esos fallos…
Y, por último, en tercer lugar, remarcó -la diputada- que el «caso Nóos» ha demostrado que «la justicia no es igual para todos». Acabáramos, o que una mano lava la otra, y las dos la cara. Ha tenido que dictarse una sentencia de ese tenor para que, en una sociedad dividida en clases, supiéramos que la justicia no es igual para todos. Y lo sabemos porque nos lo dice gente de acrisolada trayectoria de «izquierdas». Y menos mal que nos lo dicen, porque, si no, lo mismo pensamos vete a saber… Así que debemos estar agradecidos por revelarnos algo que ¡ya sabíamos desde los tiempos en que Franco era cabo! No se dice que, vale decir, «esta sentencia confirma la existencia del fascismo en España». Y no se dice porque en España, para estas gentes, no hay fascismo, ni siquiera «formalizado», sino una «democracia» con sus pegas y tics «autoritarios», de modo que no cabe esperar más de estas voluntariosas y bonhómicas personas. Como si el fascismo no supiera que la justicia no es igual para todos y venga nadie a echárselo en cara…
La portavoz de ERC coincidió con la diputada vasca en su valoración.
Buenas tardes.