Latinoamérica ¿en estado prerevolucionario?

Darío
Herchhoren

Contaba el comandante Hugo Chaves que en una de las cumbres iberoamericanas tuvo una larga conversación con José María Aznar, a la sazón presidente del gobierno español, y que este le explicó que el neoliberalismo  necesariamente dejaba a un lado aproximadamente a entre el 33 y el 50 por ciento de la población, fuera del reparto de beneficios. Esa era la necesaria situación para lograr que el estado y sus instituciones funcionara. A esta explicación Chaves le preguntó que se hacía con los excluidos y marginados, a lo cual Aznar con su habitual sensibilidad humana le espetó «se jodieron».

Ocurre que esas enormes masas de «jodidos», por fin han tomado conciencia de su situación y de su poder cuando se organizan y salen a las calles a pelear por sus derechos como seres humanos que son.

El insige poeta cubano Nicolás Guillén, que vivía exiliado en Buenos Aires explicaba en una tertulia cómo la revolución cubana había surgido aparentemente de la nada, en las propias narices del imperio sin que este se diera cuenta a pesar de su enorme aparato de espionaje, y decía que a veces las revoluciones eran como esas raíces de los árboles que no se ven, pero que en pocos días levantan las aceras.

Las manifestaciones en Ecuador durísimamente reprimidas por el gobierno de Lenin Moreno, con profusión de muertos y con represión que llevó a la detención y tortura de muchos ciudadanos ecuatorianos y que ha sido silenciada por la prensa «seria», que está muy preocupada por la situación de la dictadura en Venezuela, ha conseguido poner en fuga al gobierno ecuatoriano que ha tenido que abandonar Quito, la capital de la nación, y refugiarse cobardemente en Guayaquil. El movimiento indígena, y la clase obrera que había logrado altas cotas de bienestar con el gobierno de Rafael Correa, han sido traicionados por Lenin Moreno, que siguiendo las normas del FMI recortó derechos, ha impuesto tarifas nuevas sobre los combustibles y la energía eléctrica, y ha sometido a un nuevo vasallaje a Ecuador, persiguiendo y encarcelando a «correistas», y pretende la extradición del propio Correa.

Se ha creado una situación de la que no informan las agencias de noticias; pero que todos los días por medios propios nos enteramos del avance de la represión, y del incumplimiento de los compromisos asumidos por Lenin Moreno cuando se vio obligado a recular ante la presión de las masas populares en las calles.

En Chile está pasando algo que nos regocija enormemente. Luego de 30 años de bajos salarios, de tasas prohibitivas  para estudiar, de las privatizaciones de las pensiones jubilatorias, de la falta de una política de vivienda, de salud, de educación y donde los ricos son cada días más ricos y los pobres más pobres; al fin los «jodidos» de que hablaba Aznar han tomado las calles y han obligado al presidente Piñera, un ex servidor del criminal Pinochet, a solicitar a todos los miembros de su gabinete de ministros a dimitir y a retirar al ejército de las calles. Todo esto con un gran costo de vidas humanas. Ya hay alrededor de 20 muertos. El gobierno de Piñera está contra las cuerdas.

En Bolivia Evo Morales ha ganado las elecciones en primera vuelta y no habrá ballotage, y lo mismo pasará en Argentina donde el triunfo de la izquierda está asegurado frente a un  gobierno cleptócrata, que se irá habiendo arruinado el país generando una deuda impagable de trescientos mil millones de dólares.

La situación social y económica de Argentina es realmente grave. Hay un 34 por ciendo de la población en estado de pobreza extrema y un 20 por ciento en estado de exclusión. Al nuevo gobierno le espera una tarea de titanes. Pero Argentina tiene un enorme potencial y saldrá con muchas dificultades de este estado de postración.

Hay elecciones en Uruguay, y es muy probable que el Frente Amplio revalide un nuevo triunfo en primera vuelta.

Todo lo expuesto alumbra un nuevo panorama que reverdece la posibilidad cierta de que se forme un bloque de países que inicien un camino de ruptura con el FMI (es decir con el imperio), que es un león ya sin dientes, que ha perdido definitivamente la hegemonía de que abusó durante demasiado tiempo, y que sufrirá un gran revolcón sin ninguna duda.

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