En junio miles de miembros de la Guardia Nacional e Infantes de Marina fueron desplegados en Los Ángeles, California, y desde el 12 de agosto en la capital federal, Washington, donde se encuentran vehículos blindados estacionados frente a la estación de tren y a lo largo de la explanada que flanquean las instituciones y monumentos del país.
Washington alberga a más de 1.900 reservistas de la Guardia Nacional, así como a policías de agencias federales como el FBI, la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la DEA (Agencia Antidrogas).
Ayer Trump amenazó con enviar tropas del Cuerpo de Reserva del Ejército a otra importante ciudad, Baltimore. También amenaza con enviar tropas a Nueva York. En cuanto a Chicago, el Washington Post informa que el Pentágono lleva semanas preparándose para desplegar la Guardia Nacional, con el pretexto oficial de “combatir la delincuencia y la inmigración”.
Anoche los reservistas de la Guardia Nacional comenzaron a portar sus armas de fuego, anunció el ejército en un comunicado, añadiendo que están autorizados a usar la fuerza solo “como último recurso y únicamente en respuesta a una amenaza inminente de muerte o lesiones corporales graves”.
Los reservistas de la Guardia Nacional están asignados a cada estado y solo pueden ser desplegados en caso de emergencia nacional, como un desastre natural, a petición del gobierno federal y con la aprobación del gobernador local. No están autorizados a intervenir contra la delincuencia, disturbios ni protestas.
Trump no tiene competencia para enviar tropas federales a ninguna ciudad y ha inventado una crisis para justificar la militarización del país.
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