El sábado delegados de 70 tribus del noreste de Siria se reunieron en Deir Hafir, en el Rif oriental de Alepo sin la autorización del gobierno central en Damasco y decidieron tomar medidas sobre la intervención militar extranjera en Siria. Los participantes reiteraron su apoyo al gobierno central y su compromiso con la integridad territorial de Siria.
La advertencia de las tribus se dirige a Estados Unidos, a los kurdos y a los países del Golfo Pérsico, en particular a Arabia saudí, que respondió positivamente a la solicitud de Estados Unidos de enviar tropas y mercenarios árabes al este del Éufrates, a Hassaké, Qamishli y Deir Ezzor.
Según Al-Atwan, puede ser el preludio de la formación de una milicia compuesta por paramilitares de origen tribal capaz de complementar al ejército regular en una guerra para contrarrestar las tendencias separatistas a lo largo de la ribera oriental del Éufrates, desde el sur de Hassaké hasta el este de Deir Ezzor, donde abundan las reservas de gas y petróleo.
Hace tres días, Bashar Al-Assad dijo en una entrevista televisada que su gobierno seguiría primero el método de diálogo con las Fuerzas Democráticas Sirias y sus aliados tribales árabes, porque son sirios, pero si el diálogo fracasaba, entonces el gobierno procedería con la opción militar.
Cuando el presidente sirio Bashar al-Assad señaló que el próximo objetivo del ejército sirio eran las zonas septentrional y oriental de Siria, que están bajo el control de las Fuerzas Democráticas Sirias, apoyadas por las 2.000 tropas estadounidenses desplegadas en la zona, a muchos les sorprendió esta propuesta, ya que sus ojos se dirigían más bien hacia el sur de Siria, concretamente hacia Quneitra, Deraa y Al-Tanf, en las fronteras comunes entre Irak, Siria y Jordania.
Tras la recuperación de Guta oriental, del campo de Yarmuk y de Hajar Al-Aswad, está claro que el siguiente objetivo del ejército regular es liberar las regiones orientales del Éufrates y contrarrestar a las Fuerzas Democráticas Sirias y a los militares estadounidenses y franceses antes de acabar con las tropas turcas, ya sea mediante enfrentamientos directos o recurriendo a fuerzas paramilitares.
Las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre la retirada de las tropas estadounidenses de Siria y su sustitución por fuerzas especiales árabes, de Arabia saudí y otros aliados árabes, reflejan su temor a una guerra de guerrillas que podría llevar a los estadounidenses a la misma suerte que habían tenido tras la invasión de Irak en 2003.
De hecho, después de siete años de guerra en Siria, el ejército regular sirio se ha estado entrenando en la guerra de guerrillas junto a los combatientes de Hezbolah. Las bases norteamericanas en Siria dondequiera que estén (Deir ez-Zor, Hassaké, al-Tanf) no se mantendrán a salvo de una guerrilla decidida a expulsar al imperialismo y sus aliados.