La pandemia y las subsiguientes medidas restrictivas son un asunto de clase social. Los millonarios de todo el mundo no han guardado cuarentena, han viajado y han organizado sus propias fiestas, sin mascarillas, ni distancia de seguridad y, sobre todo, sin que la policìa les tire a puerta abajo porque metían mucho ruido.
En España sólo le han pillado al bocazas de Revilla, incluso fumándose un puro en un restaurante, pero han trascendido muchos más casos, que ningún medio ha querido publicar. En los restaurantes de lujo hay reservados en los que se pueden ver las mesas para las grandes comilonas, con los ceniceros encima para que no falte de nada. La policía no entra nunca a ese tipo de sitios.
En Francia han sorprendido a políticos, jueces y grandes capitalistas en comidas, reuniones y fiestas en plena cuarentena. Ningún empresario ha cancelado su agenda por el toque de queda.
Lo mismo ha ocurrido en Nueva Zelanda, donde la cuarentena es tan estricta que la población lleva semanas encerrada en sus casas a cal y canto. Los puertos y aeropuertos también permanecen cerrados al tráfico… para casi todos. Incluso muchos nacionales que salieron de viaje no han podido regresar a sus casas.
Al multimillonario Larry Page, cofundador de Google, que aparece en la foto de portada, esas restricciones no le afectan. Compró una de las islas Fiji y el gobierno le permitió entrar en el país para que pudiera descansar en su remanso de paz.
La prensa lo ha publicado y se ha montado el correspondiente revuelo. A Page la policía debería haberle encerrado en uno de los albergues habilitados para pasar los 14 días reglamentarios de cuarentena, como todos los demás: encerrado.
Dicen los medios que como ni siquiera es residente en el país, no le deberían haber permitido la entrada. Pero donde hay una regla siempre hay una excepción. El Ministerio de Sanidad autorizó su entrada porque la ley no es igual para todos.
“El gobierno debe responder por qué el multimillonario Larry Page, cofundador de Google, fue autorizado a entrar en Nueva Zelanda mientras que los kiwis desesperados y las familias separadas no pueden cruzar la frontera”, dijo David Seymour, dirigente del Partido Neozelandés, que está en la oposición.
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