China es el principal acreedor exterior de los Estados Unidos. La deuda de Estados Unidos con China es de 1,2 billones de dólares aproximadamente. Sin embargo, a pesar de la enormidad de la deuda, cobra muy poco en concepto de intereses. Se puede decir que China le presta el dinero gratis y que si buscara otros mercados, podría hacer un gran negocio. Pero, ¿es negocio lo que persigue China prestando dinero a Estados Unidos?
El 70 por ciento de las reservas de divisas de China son dólares. Una caída de la cotización en los mercados mundiales sería, al mismo tiempo, un gran golpe contra China.
Es una situación extraña de la que se suelen quejar los periódicos chinos y hasta la agencia oficial de noticia Xinhua: si Pekín no le estuviera prestando dinero, Estados Unidos hubiera quebrado, dicen por allá.
¿Qué hace Estados Unidos con el dinero que le prestan? Se rearma hasta los dientes. ¿Contrá quién utilizará sus armas? Contra China.
Como consecuencia de este panorama, somos bastantes los que llevamos tiempo esperando que China empiece a deshacerse de sus dólares, pero hasta la fecha eso no se ha producido. Más bien al contrario, parece que China sigue financiando a Estados Unidos.
Es posible que los occidentales carezcamos de la paciencia de que hacen gala los chinos, que el futuro nos de la razón y que llegue un momento en el China empiece a vender dólares, la divisa se hunda y compre lo que quede de Estados Unidos a precio de saldo.
Eso posible, pero se nos ha ocurrido otra hipótesis: nuestras esperanzas son infundadas y lo que está ocurriendo es que China tiene un acuerdo económico a largo plazo con Estados Unidos, al menos desde los tiempos de Deng Xio-ping, para sostener al dólar. Eso explicaría determinadas puertas que, a cambio, Estados Unidos, le ha abierto a China, especialmente el ingreso en 2001 en la Organización Mundial de Comercio.
Las negociaciones (presiones, promesas y pactos) para dicha incorporación, que se abrieron en 1985, son muy singulares y muy poco conocidas fuera de los ámbitos especializados. Es necesario recordar que China la había abandonado en 1950, poco después de la revolución, cuando la Organización Mundial de Comercio aún se llamaba GATT calificándolo como un “tratado desigual”.
El circuito financiero de las exportaciones de capital chino a Estados Unidos es el mismo que el de los petrodólares: el déficit de la balanza de pagos de Estados Unidos con China retorna en forma de deuda.
A la inversa, a pesar de una frase repetida millones de veces, las inversiones extranjeras directas no van a parar a China sólo por el bajo coste de la fuerza de trabajo. ¿Acaso es más barato fabricar en China que en Bangla Desh? En el espectacular despegue de China hay algún tipo de explicación que va mucho más allá de la economía y que, sin duda, empieza por el viaje de Nixon a Pekín en 1970 y sigue en la década de los ochenta con Deng Xiao-ping.
En 2000 el Congreso de Estados Unidos creó una comisión parlamentaria, que se mantiene desde entonces, para analizar específicamente las relaciones económicas entre ambos países. Dicha Comisión redacta informes anuales sobre el comercio bilateral y la seguridad nacional. Pero los bonos del Tesoro en poder de China no parecen ser una preocupación de primero orden y han quedado al margen de las pesquisas.
La deuda de Estados Unidos no está en las manos de empresas privadas chinas, sino del gobierno, por lo que no parece ser consecuencia de decisiones económicas sino políticas.
No obstante, en Estados Unidos no se muestran intranquilos por el hecho de que su mayor acreedor sea un país como China, ni tampoco ante la eventualidad de que China utilice el montón de dólares que tiene su poder en maniobras de tipo estratégico.
Celebro mucho este comentario que plantea las preguntas pertinentes que, en general, la mayoría de los analistas parecen evitar.. Efectivamente, China está financiando el rearme USA que, supuestamente, la amenaza, pero lo cierto es que, tal y como aquí se subraya, los yanquis no parecen albergar ninguna preocupación por su condición de acreedores de cantidades astronómicas a China ni por el riesgo de maniobra alguna de tipo estratégico por parte de tal supuesto "enemigo amarillo". Efectivamente, desde los tiempos del viaje de Nixon a Pekín en 1970 hasta la fecha, USA trata más bien a China como un gato de papel (blanco o negro)
No vamos a negar las contradicciones imperialistas, pero reducir todo esto al impenetrable hermetismo de las cultura oriental parece poco dialéctico. Yo no llamaría a la ligera teoría conspiranoide a un pacto de clase intercapitalista opaco que se nos escapa de un primer análisis, porque, aunque es verdad que la caída del dolar comprometería el dolar y los bonos USA que detenta China -como también lo es que, según dicen, están deshaciéndose de ellos e incrementando sus reservas en oro-, la política capitalista china no deja de plantear numerosas interrogantes, en relación a oscuros compromisos que datan desde los años de la restauración capitalista en aquel país. En fin, comprendo que para parte de la izquierda que está muy necesitada de amor, las tensiones actuales de China y Rusia con sus pares del bloque capitalista anglosajón parezcan un alivio, pero de ahí a concluir que protagonicen una sutil jugada tras la cual se asoma el libro de Mao y la revolución bolchevique, me parece que es ir demasiado lejos.