La familia Sharshuk vive en un pueblo del centro de Ucrania. Lyuba y Pavel tenían 25 años en 1991. Sus padres trabajaban en la granja estatal del pueblo que después fue privatizada y dejó de contratar. Pavel fue trabajador emigrante en la construcción, en Moscú y en Kiev. Pero desde 2009 se hace difícil encontrar trabajo. Lyuba se ha quedado en el pueblo para ocuparse de los hijos aunque, oficialmente, hace 25 años que no trabaja. Va a la temporada de recogida de manzanas en la nueva explotación agrícola privada. De sus hijos, solo uno se ha quedado en el pueblo, Viktor. Ocupa la casa de al lado con su segunda mujer, Olya, y dos niños pequeños.
Sus tres hermanos fueron a estudiar a la ciudad, en donde están empleados en trabajos temporales para pagar sus alquileres y han escogido carreras poco demandadas para no tener que pagar gastos de escolaridad demasiado importantes. Cuando la familia contrató un nuevo préstamo en 2013, no era su primer endeudamiento. Pero la crisis política y después la guerra y las reformas hicieron el peso de esta deuda insoportable.
En 2013 la familia Sharshuk solicitó 2.000 dólares a un exorbitante interés del 14 por ciento mensual a una amistad de un hermano de Lyuba, un comerciante afortunado y prestamista informal, ocasional. La crisis política estalla y la guerra comienza.
Desde el verano de 2014, para satisfacer las exigencias del acuerdo con el FMI, el curso del gryvnia (uah), la moneda ucraniana, hasta entonces fijado por el Banco Nacional de Ucrania, se libera. En condiciones de crisis económica y de lucha armada, el cambio del gryvnia se ha hundido con relación al dólar. Mientras un dólar valía 10 uah en diciembre de 2013, vale casi tres veces más un año mas tarde. La deuda de los Sharshuk se ha multiplicado automáticamente por tres, y para todos aquellos que solo ganan gryvnias, y eso cuando tienen un trabajo. En enero de 2015 se han visto obligados a pagar cada mes los intereses de la suma que les queda por devolver (700 dólares), es decir, 100 dólares. Más que el total del salario que Pavel gana en la ciudad. A título de comparación, el salario medio (declarado) en el cantón se acerca al salario mínimo de alrededor de 1.300 uah, algo mas de 50 dólares en enero de 2015.
¿Porque contratar ese préstamo, en tales condiciones y tales circunstancias?
En 2013, la familia Sharshuk necesitó dinero para financiar una operación quirúrgica para la nuera, Olya. Aunque la asistencia médica sea oficialmente gratuita, en la práctica la operación cuesta cara.
Primero hay que pagar el conjunto de medicamentos y de material, a la venta frente al hospital en una de las numerosas farmacias de la pequeña ciudad cercana a su pueblo (a 30 kilómetros)
Luego, para asegurar que todo vaya bien, y que el personal cuide de Olya, Lyuba ha dado también dinero bajo cuerda al anestesista, al cirujano y a las enfermeras. Se ha informado en los pasillos del hospital: existe un precio tácito para este tipo de operación, según el personal empleado. Hay historias de personas víctimas de errores médicos y de negligencias por no haber pagado.
El coste de esta operación se explica por esa liberalización al margen del sistema de salud. Ningún programa político hacía mención de esta liberalización por motivos electorales: tal anuncio garantizaría una derrota en las siguientes elecciones. Pero la ausencia de inversiones lleva a que, en la práctica, los poderes públicos se desentiendan y a un aumento en el coste de los cuidados médicos. La falta de medios en los hospitales, la no revalorización de los salarios del personal médico y la total liberalización de la farmacia hacen la asistencia tanto mas cara en cuanto las condiciones de vida y principalmente las condiciones de trabajo se han degradado en ese mismo período. Los servicios de salud suscitan casi sistemáticamente pagos informales entre los pacientes y el personal sanitario, y la situación es idéntica en la educación.
Los gastos relacionados con los estudios infantiles son parte de otros importantes gastos inevitables de la familia. El sistema educativo ucraniano funciona por méritos: hay plazas subvencionadas en cada curso en un número limitado, y otras plazas suplementarias están disponibles bajo la condición de pago de gastos de escolaridad. Este sistema de escasez de plazas subvencionadas, plazas no solamente gratuitas sino incluso asociadas a la obtención de una modesta bolsa, induce prácticas de corrupción para asegurar al estudiante una plaza en la universidad y protegerse del pago de los gastos de escolaridad. Incapaces de pagar y no queriendo correr el riesgo de un fracaso en la entrada, los hijos de Lyuba y Pavel se han orientado hacia carreras poco demandadas, en donde las plazas subvencionadas son accesibles por concurso.
Pero la beca no es suficiente para vivir y pagar el alquiler en la ciudad. En 2014, Vlad, el pequeño de la familia se matricula en una formación continúa para obtener el grado superior en su trayectoria de cocinero. Esta inscripción supone transferencias de 100 euros por trimestre, algo que no pueden asumir Lyuba y Pavel, que dedican una parte de la suma prestada a proporcionar a sus más allegados las legumbres y alimentos que consiguen.
La familia Sharshuk no tiene muchos recursos propios y ningún ahorro en bancos. Pavel continúa sus estancias de muchos meses en Kiev construyendo casas para familias más adineradas. Pero nada es como antes de 2008. Pavel ha estado trabajando lejos de su pueblo desde principios de los años 90, tras la disolución de su equipo de electricistas agrícolas del cantón. Siguió a un tío, y luego constituyó el mismo equipos de trabajadores para ir hasta Moscú. En los años 2000 obtuvo un empleo legal en una empresa de construcción en Kiev.
Pero fue despedido en 2009 y después fue muy difícil encontrar trabajo. Los empleos que encuentra son sistemáticamente en negro, y cada vez peor pagados: no es rentable alejarse tantos meses de casa para ganar un salario apenas suficiente para vivir en la ciudad.
Pavel está cansado de esta paga “de esclavo” (en sus palabras) y de idas y venidas inútiles a obras durante algunos días. Tiene una opinión desengañada sobre su situación: “de cualquier manera, si lo calculas todo mi dinero se ha ido en el hospital”. Lyuba y los niños han estado enfermos a menudo. Lyuba, que sigue en el pueblo, mantiene hoy una huerta que le permite satisfacer las necesidades alimentarias de su hogar y de Viktor. El salario de Pavel sirve en lo esencial a saldar todos los gastos externos: la escuela de los niños, los estudios, ir liquidando las deudas. De su capacidad para cumplir estas necesidades, el cuidado y los estudios de los hijos, depende el orgullo de Pavel. Hoy está obligado a prestar a su hija mayor una parte de las sumas necesarias para la devolución de su préstamo.
Pavel está avergonzado. Aborda el tema con recelo y siente como una ofensa personal su situación financiera. Los pocos gryvnias que Lyuba recoge del campo sirven para pagar el pan, los patés y el té, lo que no puede producir la huerta.
La situación del hogar está lejos de ser un caso aislado. En los años 90, con la ola de privatizaciones y la retirada de inversiones del Estado, la producción se hunde y con ella el número de empleos. Aumenta el paro. Un cuarto de la población activa desaparece de las estadísticas de empleo en los años 90, un testimonio de la gran emigración pero también del desarrollo de actividades no declaradas. El número de trabajadores declarados disminuye a la mitad entre 1985 y 2003.
En la agricultura, las granjas colectivas y estatales se desmantelaron progresivamente en beneficio de una élite local, antiguos directores de explotación y miembros bien situados del ex Partido comunista. El número de empleos disminuyó en la agricultura. En el punto álgido de la crisis, a finales de los años 90, los salarios no se pagaban. Si la situación mejora relativamente con el crecimiento de los años 2000, los derechos de los asalariados no han sido más respetados.
El crecimiento lo han permitido sobre todo las inversiones extranjeras y la política pro-occidental del presidente Yutchenko, que hizo carrera en el sistema bancario, como ex vicepresidente de JSC Banco Agroindustrial de Ucrania y ex dirigente del Banco Nacional de Ucrania. Este crecimiento reposa sobre el desarrollo del sector bancario y sobre todo de los bancos extranjeros. Afecta sobre todo a la esfera de los servicios en las ciudades, especialmente en la región de Kiev.
Beneficia los nuevos propietarios de los medios de producción y prioritariamente a un restringido número de empleados de grandes empresas extranjeras. Alrededor de las inversiones inmobiliarias de los primeros y los segundos, Pavel y Viktor encontraban trabajo en los años 2000 en las obras. Esos empleos fueron los afectados en primer término, cuando Ucrania comenzó a sufrir las consecuencias de la crisis financiera de 2008.