En Estados Unidos la policía de inmigración no tiene que moverse mucho para cazar a los emigrantes sin papeles. Los ven todos los días trabajando en los restaurantes de Washington y los más preocupados son los hoteleros.
El 6 de mayo, en Pupatella, una lujosa pizzería en el centro de Washington, la policía irrumpió como si estuviera en Irak, con su brutalidad característica. Buscaban trabajadores sin papeles pero ellos no llevaban papeles, y si los llevaban no los exhibieron al entrar. No tenían orden judicial, así que el encargado impidió su entrada.
Debieron marcharse enfadados y buscaron otra pizzería del mismo grupo ubicada en el Capitolio, cerca del Congreso. Tampoco llevaban orden judicial pero mostraron un aviso de inspección, coo si fueran inspectores de trabajo o algo parecido. El encargado los remitió a las oficinas centrales de la empresa.
Hasta el 9 de mayo la policía detuvo a 189 inmigrantes indocumentados y emitió avisos de inspección a 187 empresas que operan en Washington.
De la noche a la mañana Estados Unidos ha reconvertido a los trabajadores sin papeles en “delincuentes extranjeros”, una coartada más que suficiente para iniciar la caza.
En Estados Unidos los trabajadores inmigrantes son la columna vertebral de la hostelería, afirma Shawn Townsend, presidente de la Asociación de Restaurantes de Washington (RAMW). La industria que desaparecería si la mano de obra fuera expulsada, como pretenden Trump y los suyos, que ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal una de sus principales prioridades, calificando a Estados Unidos de “invasión” de “criminales extranjeros” e iniciando deportaciones masivas.
Además de la hostelería, la fuerza de trabajo extranjera desempeña un papel crucial en muchos sectores económicos, como la agricultura, los servicios y la construcción.
Incluso antes de la toma de posesión de Trump en enero, RAMW “sabía que [los trabajadores sin papeles] serían una prioridad para el nuevo gobierno”, dice la patronal. Por ello, la organizaron cursos sobre los formularios I-9 que los empresarios deben completar para certificar que una persona está autorizada a trabajar en Estados Unidos.
Según un sondeo, más de la mitad de los empresarios teme que las redadas de la policía cree una escasez de mano de obra. Los sectores más preocupados son la industria, la hostelería y la restauración.
Desde que su restaurante fue atacado, “un gran número de empleados no han ido a trabajar” por miedo a ser detenidos, explica un empresario. “Creo que probablemente nos encaminamos hacia una escasez de mano de obra […] Los restaurantes van a tener muchas dificultades”.
“El clima político en el que nos encontramos, sumado a los desafíos económicos que enfrentan algunas de nuestras pequeñas empresas, está contribuyendo a los niveles de ansiedad de los trabajadores”, confiesa Townsend. “La gente tiene miedo de ser detenida y creo que ese miedo impide que algunas personas regresen al trabajo”.
Los trabajadores de las pizzerías Pupatella se mostraron “perturbados” por la inspección policial: “Seamos honestos, si alguien se presenta en un local con uniforme federal, armas y chalecos antibalas […] es desconcertante”, dice una empresaria, cuyos trabajadores ya están preparados para un nuevo desembarco policial.
“Nos aseguramos de que todos los encargados conozcan los derechos del restaurante y los de cada miembro del equipo”, concluye. Aún creen que frente a las metralletas de la policía basta invocar derechos, normas y reglamentos.
Los “expertos” dicen que los emigrantes, sobre todo si no llevan papeles, trabajan por salarios de hambre. Ahora vamos a comprobar en Estados Unidos si su deportación ayuda a subirlos.
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