Emiratos Árabes Unidos ha desempeñado un papel importante en el panorama económico de Sudán durante la última década y parece dispuesto a mantener su participación en medio de la guerra en curso. El mes pasado el ejército sudanés acusó al libio Jalifa Haftar de coordinar un ataque fronterizo conjunto con las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Si bien es la primera vez que se alega la participación directa de Libia en la guerra, se suma a la creciente evidencia de la participación de Emiratos Árabes Unidos, principal partidario de Haftar, en la guerra civil sudanesa.
Emiratos también ha sido acusado de financiar y armar a las FAR, dirigidas por Mohammad Hamdan Dagalo, alias “Hemedti”, y una de las dos partes principales de la guerra. Eso incluye el suministro de armas al movimiento con sede en Darfur, con el pretexto de operaciones de “ayuda humanitaria” para los sudaneses desplazados en Chad.
¿Qué intereses tiene Emiratos Árabes Unidos en Sudán? Los países del Golfo, incluido Emiratos, estuvieron profundamente involucrados en la economía de Sudán incluso durante la era de las sanciones internacionales bajo el expresidente Omar Al Bashir. A pesar de los riesgos políticos, pudieron realizar fuertes inversiones en comercio, banca, agricultura y otros sectores. Los emiratíes han desempeñado un papel importante en el panorama económico de Sudán durante la última década y parece dispuesto a mantener su participación en medio de la guerra en curso.
1. El oro impulsa la guerra
Las minas de oro de Sudán se ha convertido en el motor de la guerra civil. Casi todo el comercio se canaliza a través de Emiratos Árabes Unidos, lo que enriquece tanto al ejército como a los paramilitares.
Emiratos Árabes Unidos han sido el principal comprador de oro sudanés desde al menos principios de la década de 2010 y siguen siendo el principal destino del oro de contrabando procedente de Sudán. Emiratos importó oro sudanés por valor de 2.290 millones de dólares en 2022, aunque las cifras reales son mucho mayores. El 90 por cien de la producción, que asciende a unos 13.400 millones de dólares en tráfico ilícito, se saca fuera del país, a menudo a través de rutas de tránsito en Chad, Egipto, Etiopía, Uganda y Sudán del sur antes de llegar a Emiratos.
El oro solo se convirtió en un activo estratégico para Sudán entre 2011 y 2012, debido a la pérdida del 75 por cien de sus reservas de petróleo tras la secesión de Sudán del sur, el descubrimiento de importantes yacimientos de oro en Darfur del norte y el aumento de los precios mundiales del oro. En respuesta, el gobierno sudanés centralizó el control sobre el oro, y para 2012, este representaba el 60 por cien de las exportaciones del país.
Desde 2014 Emiral Resources, una empresa ruso-emiratí registrada en Dubai, ha estado activa en el sector de la minería de oro de Sudán a través de su filial, Alliance for Mining. La empresa es un importante productor, con una producción anual de aproximadamente tres toneladas. Fue una creación conjunta de Kush E&P (68 por cien), la empresa estatal Sudamine (25 por cien) y un accionista privado no identificado (7 por cien). Kush E&P tiene vínculos con las FAR, que han proporcionado seguridad a las operaciones de la empresa en Kordofán del sur.
El descubrimiento de oro en Jebel Amer llevó riqueza a Darfur del norte. Las tribus libraron feroces guerras para asegurarse el control de los yacimientos en la región durante 2013 y 2014, antes de que la zona quedara bajo el control de la milicia Janjaweed y, a partir de 2017, de las FAR.
Tras la caída de Al Bashir el gobierno de transición quiso adquirir la propiedad de las minas de Jebel Amer. Se llevó a cabo tras un acuerdo para indemnizar a la empresa Al Junaid con 200 millones de dólares, así como con la familia Dagalo con una participación del 33 por cien en Sudamin, una empresa pública minera.
Cuando en 2023 estalló la guerra civil entre las FAR y el ejército regular, ambas fuerzas se disputaban el control del Estado y sus recursos económicos. Las FAR se apoderaron rápidamente de la refinería de oro de Sudán en Jartum, que albergaba 1,6 toneladas de oro refinado y existencias adicionales sin procesar valoradas en 150 millones de dólares. Eso a pesar de que la economía se ha contraído drásticamente desde el inicio de la guerra. En febrero la empresa pública Sudan Mineral Resources Company anunció que la producción de oro alcanzó las 64 toneladas en 2024, frente a las 41,8 toneladas de 2022.
2. El granero de Emiratos Árabes Unidos
Desde la década de los setenta, los países del Golfo han invertido en el sector agrícola de Sudán como parte de sus esfuerzos para acabar con la inseguridad alimentaria regional. La idea de que Sudán fuera el “granero del mundo árabe” impulsó la mecanización agrícola, un plan respaldado formalmente por los países del Golfo ya en 2003. Como principal productor agrícola tanto de África como de Oriente Medio, la agricultura sigue siendo la piedra angular de la economía de Sudán, representando el 60 por cien de las exportaciones totales y contribuyendo con un tercio del PIB en 2022.
Sudán desempeña un papel fundamental para satisfacer la demanda alimentaria de Emiratos Árabes Unidos, ya que este país importa el 90 por cien de sus alimentos debido a la escasez de tierras cultivables y agua. Para proteger su suministro de alimentos, Emiratos ha desarrollado una red agrícola mundial que abarca alrededor de un millón de hectáreas de tierras de cultivo, conectadas a través de puertos y centros logísticos. Una parte significativa de estas tierras agrícolas se encuentra en África, y Sudán atrae una gran parte de la inversión emiratí, centrada principalmente en la alimentación animal, así como en la producción agrícola y ganadera.
En medio de la guerra en curso, dos empresas emiratíes —International Holding Company (IHC), la mayor empresa cotizada en bolsa de Emiratos Árabes Unidos, y Jenaan— cultivaban más de 50.000 hectáreas de tierra en Sudán. Poco antes del estallido de la guerra, IHC firmó un acuerdo con el Grupo DAL para desarrollar 162.000 hectáreas adicionales de tierras agrícolas en Abu Hamad, en el norte de Sudán.
En los años previos a la guerra el gobierno sudanés rechazó varios intentos emiratíes de conseguir acuerdos agrícolas adicionales en Sudán. Se opuso a los acuerdos porque implicaban ganancias desproporcionadas para Emiratos Árabes Unidos y ofrecían beneficios mínimos a las poblaciones locales.
Las FAR se han convertido en una plataforma para los inversores extranjeros. Los emiratíes saquean la riqueza del territorio. Al no lograr apropiarse de tierras, comenzaron a colonizarlas directamente, utilizando las FAR.
3. El control de los puertos estratégicos
Con 700 kilómetros de costa a lo largo del Mar Rojo, Sudán es estratégicamente importante para las ambiciones regionales de Emiratos Árabes Unidos. Su ubicación lo convierte en un objetivo prioritario para los esfuerzos emiratíes por controlar puertos clave. Como en otras partes del Cuerno de África, Emiratos Árabes Unidos suelen promover estos intereses a través de frentes comerciales como los puertos de Abu Dabi y Dubai.
En 2020 dirigentes sudaneses revelaron que el gobierno estaba negociando un acuerdo con el gigante logístico emiratí Dubai Ports World (DP World) para gestionar la Terminal de Contenedores de Puerto Sudán. Sin embargo, el acuerdo se enfrentó a una fuerte oposición de la Autoridad Portuaria Sudanesa y los sindicatos, que rechazaron la operación privada de un activo nacional tan crucial. En 2020 DP World firmó un contrato de cabildeo por 5 millones de dólares con Ari Ben Menashe y su firma Dickens & Madson, con sede en Montreal. Ben Menashe, agente de inteligencia israelí, fue contratado para presionar en nombre de DP World y obtener una concesión de 20 años en Sudán.
En diciembre de 2022 el gobierno sudanés firmó un acuerdo con un consorcio emiratí compuesto por la empresa pública Abu Dhabi Ports Group e Invictus Investment para desarrollar el puerto de Abu Amama en el Mar Rojo. El sitio, que anteriormente albergaba una pequeña base naval, estaba previsto reubicarse para dar paso al proyecto emiratí. Este desarrollo tiene una importancia estratégica para Emiratos Árabes Unidos, ya que apoya la expansión de AD Ports Group cerca del Canal de Suez.
La inversión, valorada en 6.000 millones de dólares, implica el desarrollo del complejo portuario de Abu Amama, ubicado a 200 kilómetros al norte de Puerto Sudán. El acuerdo también incluye la creación de una zona de libre comercio y la construcción de una carretera de 500 kilómetros que conectará el puerto con el proyecto agrícola a gran escala mencionado anteriormente.
4. El control la infraestructura económica de Sudán
Antes de la guerra, el sector bancario de Sudán estaba subdesarrollado debido a las prolongadas sanciones estadounidenses que aislaron al país del sistema financiero internacional. Las sanciones prohibieron la mayoría de las transacciones comerciales y financieras con Sudán. Hasta 2017 Estados Unidos no comenzó a flexibilizar las restricciones, lo que permitió a Sudán volver a conectarse a las instituciones bancarias internacionales.
Durante el período de sanciones estadounidenses, el Banco Islámico Faisal de Sudán y el Banco Islámico de Abu Dabi fueron prácticamente las únicas instituciones que facilitaron las transferencias financieras hacia y desde Sudán. Además, la inversión emiratí en el sector financiero de Sudán ya venía creciendo mucho antes del levantamiento de las sanciones.
Hace dos décadas el gobierno puso a la venta el Banco de Jartum, de propiedad pública. Fundado en 1913, es el banco más grande y antiguo de Sudán. En 2005 el gobierno vendió el 60 por cien de sus acciones al Banco Islámico de Dubai, que posteriormente se fusionó con el Banco de Emiratos y el Banco de Sudán en 2008. Este último fue fundado por un consorcio de bancos de Emiratos Árabes Unidos y pasó a ser propiedad mayoritaria de estas entidades.
Casi al mismo tiempo, el gobierno sudanés privatizó el Banco El Nilein, vendiendo una participación del 60 por cien al Banco Bareiní Al Salam e inversores emiratíes. El banco tiene una sucursal en Abu Dabi, donde Tradive General Trading, propiedad del hermano de Hemedti, Algoney Dagalo, mantiene una cuenta que se utiliza para facilitar transferencias financieras a las FAR.
El Banco Islámico de Abu Dabi se convirtió en el primer banco extranjero en abrir en Sudán en 2012, con la asistencia del expresidente Al Bashir a la ceremonia de apertura. Le siguió el Banco Nacional de Abu Dabi, que inició operaciones en 2013. Cabe destacar que el Banco Nacional de Abu Dabi está vinculado a una cuenta de las FAR dedicada a reciclar las ventas de oro.
Hoy en día, muchos bancos conjuntos en Sudán incluyen a inversores del Golfo, así como a políticos, élites con conexiones políticas y sus familias, quienes a menudo poseen acciones significativas. Por ejemplo, el Banco Al Jalij, del cual la empresa emiratí Al Jil Al Qadem General Trading posee el 14 por cien, está controlada por las FAR y la familia Hemedti.
La mayoría de los bancos extranjeros que operan en Sudán tienen su sede en los países del Golfo, principalmente Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. En conjunto, siete bancos extranjeros poseen el 23 por cien de los activos bancarios totales de Sudán. Su principal objetivo es apoyar y facilitar las inversiones del Golfo en la economía sudanesa.
Se podría argumentar que la participación de Emiratos Árabes Unidos en la guerra busca afianzar su posición como principal proveedor de servicios financieros en Sudán.
5. Una guerra indirecta entre los países del Golfo
La guerra civil de Sudán se ha convertido en un conflicto indirecto entre dos países árabes del Golfo que compiten por expandir su influencia en África. Del lado del ejército regular se encuentra Arabia Saudí, que ha forjado una estrecha relación con su dirigente, el general Abdel Fattah Al Burhan, mientras que Emiratos Árabes Unidos se ha aliado con las FAR.
Eso refleja la rivalidad que se ha estado gestando en los últimos años. Tradicionalmente, ambos países han sido aliados, unidos por intereses regionales compartidos, como la hostilidad hacia Irán. Sin embargo, la competencia económica ha tensado su relación, sobre todo a través del Programa de Sedes Regionales de Arabia Saudí, que exige que las empresas multinacionales que operan en Oriente Medio establezcan sus sedes regionales en el Reino, evitando así centros de operaciones consolidados como Dubai.
En el contexto sudanés, los dirigentes saudíes consideran que el Mar Rojo es vital para el crecimiento económico del Reino, tanto como centro turístico como ruta estratégica para salvaguardar las exportaciones de petróleo al reducir la dependencia del Estrecho de Ormuz. Durante la guerra de Sudán, Arabia Saudí ha buscado posicionarse como intermediario organizando conversaciones de paz y tratando de fortalecer su reputación internacional.
Las acciones de Emiratos Árabes Unidos en Sudán se alinean con la estrategia más amplia de Abu Dabi de apoyar a actores no estatales (a menudo con tendencias secesionistas) para obtener acceso a valiosos recursos y ubicaciones estratégicas. Este objetivo refleja la participación de Emiratos Árabes Unidos en otras regiones, en particular en el este de Libia y Somalia.
En última instancia, Sudán está pagando el precio de esta fracturada relación con los países del Golfo. Mientras persista esa rivalidad, Sudán seguirá atrapado en el fuego cruzado.
Mohammad Khansa https://allafrica.com/stories/202508010010.html
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