Rectificar no es de sabios. A casi nadie le gusta rectificar, sobre todo si ha repetido sus errores una y otra vez. A algunos científicos les ocurre, y se aferran a sus tonteorías como a un clavo ardiendo. Por ejemplo, cuando los “expertos” tienen que reconocer que ciertas regiones del planeta no están experimentando un calentamiento sino un enfriamiento, cambian el lenguaje para hablar de “agujeros de calentamiento”. Son fenómenos excepcionales, locales, anomalías que no cambian la tendencia general.
Se salen del promedio, dice la revista seudocientífica Biology Insights (1), que ignora que para que haya un promedio tiene que haber cifras por encima y por debajo, menores y mayores. En una parte del mundo hace calor porque es verano y en la otra hace frío porque es invierno. Las dos cosas se producen al mismo tiempo y no son fenómenos extraordinarios sino absolutamente normales.
“Estas tendencias regionales de enfriamiento pueden persistir durante décadas, influenciadas por una combinación de ciclos naturales y otros factores. Por ejemplo, se ha observado un agujero de calentamiento en el centro de Estados Unidos, donde las temperaturas diurnas de verano han mostrado una tendencia al enfriamiento desde mediados del siglo XX”, dice la revista.
El requiebro verbal sirve para “explicar” el enfriamiento de las aguas del Atlántico Norte, concretamente en la región subpolar al sur de Groenlandia. La revista dice que es una zona que ha mostrado una “tendencia persistente al enfriamiento durante más de un siglo”, un fenómeno a veces denominado “mancha fría”. Si bien las temperaturas promedio del planeta han aumentado aproximadamente 1ºC durante el último siglo, esta zona específica del océano se ha enfriado hasta 0,9ºC.
El enfriamiento es más evidente en los datos de temperatura superficial del mar, que muestran una distintiva mancha azul, o fría, en los mapas que ilustran los cambios de temperatura del planeta. Es un fenómeno que se observa también en las profundidades del océano, hasta los 3.000 metros, lo que indica que el fenómeno no se limita a un efecto superficial, sino a toda la columna de agua.
El artículo acaba enredado en especulaciones de todo tipo, salpicadas de “quizás” y “es posible”, como por ejemplo que el nivel del mar a lo largo de la costa este de Estados Unidos puede aumentar a un ritmo tres o cuatro veces superior al promedio mundial.
Además de las conjeturas, volvemos a los promedios y a los tópicos. Hay que recordarles a los “científicos” de Biology Insights un artículo publicado en febrero en la revista Nature en el que se demuestra que el nivel del mar no ha subido en los últimos dos mil años, al menos en la costa atlántica de África (2). Por el contrario, ha bajado
Quizá en la costa de Estados Unidos la situación sea distinta, o sea, que el nivel del mar en el Atlántico no tenga los mismos movimientos en todas partes.
(1) https://biologyinsights.com/the-warming-hole-why-the-north-atlantic-ocean-is-cooling/
(2) https://www.nature.com/articles/s41467-025-56721-0
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