Mientras estuvo refugiado en la embajada de Ecuador en Londres, Julian Assange fue espiado por la CIA a través de una oscura empresa española, Undercover (UC) Global, cuyo titular aparente es David Morales.
A consecuencia de ello, en 2019 la Audiencia Nacional inició una investigación, pero Estados Unidos siempre se ha negado a cooperar en ella. Recientemente la abogada de la Oficina de Asuntos Internacionales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Courtney E. Lee, reveló que la oposición se debía a que en Estados Unidos se sigue un procedimiento por el mismo motivo.
La demanda fue presentada en agosto de 2022 por dos abogadas y dos periodistas que fueron objeto de vigilancia durante sus visitas a Assange durante su estancia en la embajada, lo que violaba la Cuarta Enmienda.
Los denunciados son el antiguo director de la CIA, Mike Pompeo, el director de la empresa de seguridad española Undercover (UC) Global, David Morales, y la propia UC Global.
El juez de distrito de Nueva York, John G. Koeltl, aceptó los informes sobre las presiones de Pompeo contra WikiLeaks, expresadas abiertamente en su discurso de 2017, y reconoció que “Morales fue reclutado para vigilar a Assange y sus visitantes en nombre de la CIA y que este reclutamiento tuvo lugar en una convención de la industria de seguridad privada en enero de 2017 en el hotel Las Vegas Sands en Las Vegas, Nevada”.
El caso es muy curioso porque las escuchas se produjeron en una embajada extranjera, a través de una empresa extranjera y con un refugiado extranjero. Pero, además, sucede que las personas afectadas, abogados y periodistas, tienen derecho al secreto profesional… y no eran extranjeros.
En consecuencia, lo que se debate en Nueva York es quién tiene derecho al secreto: la CIA o los profesionales afectados que, por cuento, no habían cometido ningún delito.
En febrero de este año, en un documento dirigido al juez, los fiscales aclararon la respuesta de la CIA que cabía esperar: las actuaciones de la CIA son secretas. En abril el director de la Agencia, William J. Burns, insistió en el secreto y definía su alcance.