La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (‘pravda’)

Desde que acabó la Edad Media, nunca se había manifestado una preocupación tan obsesiva por preservar a la población de las mentiras y los engaños. Las instituciones públicas se esfuerzan para que la información que recibimos de fuentes tan diversas sea sólo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Vigilan el recorrido de las noticias, dejando circular sólo las veraces y cerrando el paso a los bulos.

Es encomiable que en el mundo posmoderno haya tanta preocupación por la verdad. Incluso hay empresas privadas, como Newtral, NewsGuard o Good Information, que se preocupan por ella y han hecho de esta cruzada un modo de vida y una fuente de ingresos. Otros, como Killbait, abren sitios web dotados de inteligencia artificial para discernir el dogma de la herejía. Como en las peores épocas de la historia, la moderna Inquisición digital necesita apuntalar los parámetros principales de la ideología dominante y denostar a los que se salen del canon establecido.

Es un claro síntoma de crisis, de que los puntales clásicos de la ideología dominante ya no son suficientes. También es un síntoma de parasitismo: una parte de la industria periodística engorda no por informar sino por etiquetar las informaciones de los demás, una atribución que nadie les ha otorgado. El pretexto es la “lucha contra contra la desinformación” que, a su vez, es una parte de la guerra posmoderna, es decir, un ejemplo característico de guerra sicológica.

Como el enemigo actual es Rusia, debe ser tratada como tal, como un enemigo que siempre intenta engañar. De ahí que los portavoces del imperialismo traten de imponer un doble axioma: primero, toda información que procede de Rusia es falsa y, segundo, toda información falsa procede de Rusia.

La primera consecuencia de ello es la asociación de Rusia con la mentira. Lo más probable es que una noticia publicada en un medio ruso sea falsa y que una declaración procedente de un dirigente ruso sea un engaño. La segunda consecuencia deriva de la anterior: hay que prohibir los medios rusos porque al enemigo no se le debe conceder ninguna ventaja. En una guerra el enemigo no tiene ninguna clase de derechos; por lo tanto tampoco puede expresarse.

La tercera consecuencia es que para saber si una información es falsa, basta con rastrear su origen en Rusia. En los casos casos extremos, cuando no procede de Rusia, procede fuentes prorrusas, que viene a ser lo mismo. Rusia es el enemigo externo y los prorrusos son el enemigo interno. Pero da igual: ambos son enemigos.

Pero la propaganda rusa (y prorrusa) es tan poderosa que, además de embaucar a los lectores, también engaña a los algoritmos. Un tercio de las respuestas generadas por los diez principales chatbots de inteligencia artificial validan las opiniones transmitidas por los medios prorrusos, lamenta NewsGuard (*).

Las redes de propaganda rusas funcionan por saturación

Si un chabot confirma un dato procedente de medios prorrusos, no significa que sea correcto, sino todo lo contrario. Los rusos son tan astutos que son capaces de engañar hasta los chatbots, aprovechando que la inteligencia artificial no es tan inteligente. El truco no es nuevo; funciona mediante los mecanismos tradicionales de la intoxicación y la saturación, lo que hoy se llama  “viralidad”. Consiste en difundir cantidades masivas de información maliciosa a través de artículos en internet o en las redes sociales, que luego los chabots asimilan como propia.

Por lo tanto, si la propaganda rusa es capaz de engañar a un chatbot, con mucha más razón a un lector de carne y hueso. Es más, si cualquier modelo de inteligencia artificial confirma una noticia procedente de fuentes rusas, hay que ponerse alerta: siguen intentando engañarnos por vías intermedias. Los rusos están agazapados ahí y los demás nos hemos quedado atrapados en la red: DeepSeek difunde propaganda china y los demás propaganda rusa. No nos podemos fiar de nadie, salvo de las fuentes solventes debidamente acreditadas por la nueva Inquisición.

Algunos navegadores, como Microsoft Edge, incorporan mecanismos de autocensura elaborados por NewsGuard que previenen a los lectores contra la propaganda maliciosa. Es un círculo vicioso porque uno de los que financian a NewsGuard es precisamente Microsoft.

En internet lo realmente importante no es la calidad sino la cantidad, la “viralidad”, y las redes sociales se han saturado de propaganda prorrusa. Los chatbots -dice NewsGuard- se apoyan en el cálculo de probabilidades: cuanto más información se transmite en más medios, más probabildades tiene de que se incorpore a la base de datos de un chatbot. Algunos, como Grok, incluso llegan al extremo de extraer su información de las redes sociales, como X/Twitter, lo cual es intolerable. Cuanto más inundada esté internet con artículos falsos, más tenderá un chatbot a repetir esa información falsa en sus respuestas.

Por lo visto, sólo los rusos se han dado cuenta del viejo truco propagandístico de la viralidad. Otros países también se podrían aprovechar de ello, incluso las empresas comerciales o los partidos políticos que se presentan a las elecciones. Sin embargo, el Kremlin es el único que ha creado una poderosa herramienta diseñada específicamente para “infectar” las respuestas de los chatbots. Funciona a través de una red de casi 150 sitios de noticias llamados “pravda”, o sea, “la verdad” en ruso (y en ocasiones “portal kombat”), que no tiene nada que ver con el viejo periódico bolchevique.

Según los vigilantes de NewGuard, esta red está controlada desde Crimea por una empresa informática llamada TigerWeb, descubierta el año pasado por Viginum (Vigilancia e Inteligencia contra las Interferencias Digitales Extranjeras), otro tinglado francés parecido a NewsGuard, aunque de carácter público e institucional.

Por ejemplo, en castellano sitios como Pravda distribuyen contenidos masivamente en más de 46 idiomas. El año pasado publicaron casi 3,6 millones de artículos en todos estos sitios. NewsGuard confiesa que esos sitios tienen muy pocos visitantes porque no están destinados a los seres humanos. Sin embargo, añade, al inundar internet con información falsa, los chatbots se hacen eco de ella.

Todo está automatizado, tanto la producción como la difusión. Para que la saturación sea eficaz, el Kremlin implementa campañas de desinformación, como Storm-1516, que crean información falsa y se apoyan en las redes sociales para difundirla, para lo cual abren cuentas que -por cierto- también son “falsas”, es decir, que no corresponden a un usuario de carne y hueso.

A muchos le parece normal que en las redes sociales la mayor parte de las cuentas sean anónimas. Tampoco les importa que una escritora del siglo XIX, como Cecilia Böhl de Faber, publicara sus novelas son un seudónimo, como Fernán Caballero, para hacerse pasar por un hombre. Pero si un ruso hace lo mismo, es con muy malas intenciones: quiere engañarnos.

En realidad, toda la propaganda rusa es un gran engaño automatizado y viralizado. Como el Kremlin y sus secuaces no tienen mano de obra suficiente para producir una cantidad tan grande de contenidos, recurren a la inteligencia artificial para generarlos, que luego introducen en webs como Pravda o en cuentas ficticias que nadie visita, salvo los chatbots.

Quien domina el mundo, impone su propaganda

Esta etapa imperialista de la historia que atravesamos está presidida por la hegemonía y, en consecuencia, por la desigualdad y el desequilibrio, no sólo en las relaciones diplomáticas, sino también en las (des)informativas. Quien domina en el mundo, impone su propia propaganda. Lo que nos satura cada día no es la propaganda rusa, sino la imperialista, tanto en la prensa, como en la radio, en la televisión y en las redes sociales.

Además, de tener una difusión notablemente menor, la propaganda rusa está censurada y es lógico que el Kremlin trate de que sus opiniones se puedan escuchar. Sólo a los fariseos, como NewsGuard, se les ocurre decir que una noticia es falsa porque procede de Rusia o que una noticia que procede de Rusia es necesariamente falsa.

Que por las redes sociales circulan bulos de todo tipo es una obviedad. Lo mismo se podría decir de la agencia Efe, la CNN o la cadena Ser. Lo realmente sucio es aprovecharlo para censurar y prohibir, porque sólo hay un remedio frente a los embustes, la libertad de expresión que, por cierto, es lo más opuesto que existe a la censura que trata de imponer Pedro Sánchez en España.

Al mismo tiempo, las posibilidades que han puesto las nuevas tecnologías de acceder a múltiples fuentes de información diferentes, ha dejado en evidencia a los viejos dinosaurios de la comunicación, verdaderos artífices de toda la gama imaginable de manipulaciones y engaños.

(*) https://www.newsguardtech.com/fr/special-reports/reseau-global-desinformation-contamination-intelligence-artificielle-propagande-russe/


Descubre más desde mpr21

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo