Ayer los 27 países de la Unión Europea firmaron un acuerdo “de principios” para apoderarse de los ingresos procedentes de los fondos rusos robados con el pretexto de armar a Ucrania, lo que supone entre 2.500 y 3.000 millones de euros al año para la caja del gobierno de Zelensky.
El acuerdo, que es contrario al derecho internacional, despertó fuertes reticencias dentro de la Unión Europea y deberá ser ratificado por los ministros. Llega después de amargos debates sobre la mejor manera de apoderarse de los activos públicos rusos bloqueados tras el inicio de la Guerra de Ucrania, que representan alrededor de 210.000 millones de euros.
En marzo la Comisión Europea propuso un plan para apoderarse de los ingresos producidos por los activos rusos. El 22 de marzo Borrell indicó que las sumas debían movilizarse antes de julio porque el verano corría el riesgo de ser decisivo en el campo de batalla.
Según el plan, el 90 por cien de los ingresos incautados se destinarán al llamado “Fondo Europeo para la Paz”, que financia la compra de armas. El 10 por cien restante se destinará al presupuesto de la propia Unión Europea para fortalecer la industria de defensa de Ucrania, aunque con el pretexto de la ayuda a Ucrania los países europeos lo que están fortaleciendo es su propia industria militar.
Algunos Estados temen las consecuencias del embargo. El precedente abre un camino lleno de sombras en el mercado financiero mundial, con repercusiones jurídicas insospechadas.
La gran mayoría de los activos rusos congelados se encuentran en Bélgica, donde son administrados por Euroclear, una organización internacional de depósito de fondos. El grupo obtuvo el año pasado unos ingresos de 4.400 millones de euros, una suma gravada por el Estado belga en concepto de impuesto de sociedades. El resto se reparte principalmente entre Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Austria y Suiza.
El acuerdo de los Veintisiete embarga los ingresos de los activos rusos después de impuestos, pero Bélgica se compromete a reasignar a Ucrania todos los ingresos fiscales generados en su territorio por estos ingresos excepcionales. Afirma haber dedicado ya estos ingresos fiscales a ayudar a Kiev en 2022 y 2023 mediante la creación de un fondo nacional dedicado a Ucrania. Este año, el impuesto que grava en Bélgica los activos rusos podría alcanzar los 1.700 millones de euros, de los cuales alrededor de 1.000 millones ya están destinados a la asistencia militar a Ucrania.
Según el acuerdo, las comisiones que Euroclear cobra por la gestión de los activos rusos volverán a reducirse significativamente, hasta el 0,3 por cien, frente a un tipo inicial del 3 por cien.
El 19 de abril los países del G7 (Estados Unidos, Japón, Canadá, Francia, Alemania, Canadá e Italia) declararon que, con el pretenxto de “ayudar a Ucrania”, estaban estudiando el gran robo a perpetrar antes de la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G7 prevista para mediados de junio en Apulia, al sur de Italia.
El acuerdo de la Unión Europea “debe ser sólo un primer paso hacia nuestro objetivo de utilizar los activos rusos congelados: estos 3.000 millones anuales son una gota en el océano en comparación con los 200.000 millones que se pueden quitar para ayudar a Ucrania”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna.
Hasta ahora la confiscación de los activos rusos ha sido descartada por la mayoría de los europeos, preocupados por el riesgo de sacudir los mercados internacionales y debilitar el euro. En Estados Unidos, en cambio, la coartada de “ayudar a Ucrania”, refrendada a finales de abril por el Congreso autoriza al Presidente a confiscar y vender activos rusos para “financiar la reconstrucción del país”, pero Washington indicó que quería actuar en coordinación con los demás miembros del G7 en este punto.
No es la primera vez que las grandes potencias imperialistas planean atracos de estas dimensiones. En 1990 trataron de hacer lo mismo con Kuwait, tras la Guerra del Golfo: apoderarse del dinero irakí en concepto de “reparaciones” para dárselo a Kuwait. La ONU tuvo que intervenir para evitarlo.
Tras la Guerra de Afganistán, ocurrió lo mismo. Con el pretexto de la vuelta de los talibanes al gobierno, Estados Unidos se apoderó de los activos del Banco Central y planeó distribuirlos “en beneficio del pueblo afgano”.
El banco austriaco Raiffeisen se descuelga del acuerdo europeo
El banco Raiffeisenbank ha anunciado que abandona su plan de saquear al oligarca ruso Oleg Deripaska, objeto de las sanciones, para apoderarse de sus activos ante las reticencias, en particular, de Estados Unidos.
“El banco ha decidido abandonar la transacción como medida de precaución”, dijo el banco en un comunicado emitido tras una reunión de su consejo de administración, en el que explica que no ha obtenido el apoyo necesario durante las “recientes entrevistas con las autoridades competentes”.
Eso que algunos llaman “neoliberalismo” funciona así. Hace más de un año anunció que quería “vender o dividir” su filial rusa. Luego, en diciembre, dijo que quería recomprar las acciones de la empresa constructora austriaca Strabag a una entidad controlada en aquel momento por Deripaska y vendida desde entonces. La filial rusa del RBI debía adquirir estas acciones por un valor de más de mil millones de euros y luego repatriar los activos a la empresa matriz en Austria en forma de dividendos en especie.
La operación no se canceló por nada que tuviera que ver con el mercado, sino por la oposición del Tesoro estadounidense. Un alto dirigente viajó a Viena en marzo. La semana pasada, el director general del RBI, Johann Strobl, dijo que el proyecto se cancelaría si hubiera “riesgo de sanciones u otras consecuencias negativas por parte de cualquiera de las autoridades interesadas”.
Dos años después del inicio de la Guerra de Ucrania, Raiffeisen sigue siendo el mayor banco occidental que opera en Rusia, a pesar de las presiones del Banco Central Europeo para que lo abandone. Raiffeisen está presente allí desde 1996 y emplea a más de 9.000 trabajadores. Afirma estar reduciendo gradualmente sus actividades allí, cuya continuación denunció Zelensky en 2022.
En fin, el capital financiero se ha pillado los dedos con la puerta.