La Unión Europea financia el abandono de emigrantes en el desierto del norte de África

En lo que va de año Túnez ha interceptado 21.545 emigrantes cuando intentaban cruzar el Mediterráneo hacia Italia. El acuerdo de la Comisión Europea con el país norteafricano le ha permitido obtener 255 millones de euros en ayudas, lo que se ha traducido en un aumento del 22,5 por cien de los emigrantes interceptados respecto al año anterior, sólo para el período de enero a abril de este año.

Los emigrantes denuncian haber sido abandonados en el desierto por las autoridades tunecinas sin agua ni refugio. Han llegado a una zona deshabitada cerca de la ciudad fronteriza libia de Al-Assah.

Los abandonos de emigrantes se cometen en medio del desierto de Marruecos, Mauritania o incluso Túnez.

Tras la publicación de la investigación periodística que incluye en particular al Washington Post y al colectivo de periodistas de Lighthouse Reports, Eric Mamer, portavoz de la Comisión Europea, ha reconocido el abandono. Se trata de “una situación difícil y en evolución y en la que seguiremos trabajando”, dice Mamer.

En Marruecos, Mauritania y Túnez los inmigrantes son “detenidos por el color de su piel y llevados en autobús al medio de la nada, a menudo a zonas desérticas y áridas”, sin agua ni comida. Otros serían llevados a zonas fronterizas, para ser vendidos “por las autoridades a traficantes de personas y bandas que los torturan para pedir rescate”.

Además del apoyo financiero, Europa participa directamente en las operaciones clandestinas llevadas a cabo en los países del norte de África. Se trata de movimiento de masas que “funciona gracias al dinero, los vehículos, los equipos, la inteligencia y las fuerzas de seguridad proporcionados por la Unión Europea y los países europeos”.

La Unión Europea, por su parte, ha firmado acuerdos con los países norteafricanos para frenar la inmigración a Europa. Además, Europa adoptó recientemente una reforma de la política de asilo y emigración, que permite reforzar los controles de llegada y acelerar el retorno de los migrantes cuyo derecho de asilo ha sido rechazado.

Además del carácter sistemático y racista de estas prácticas, para Europa es completamente imposible justificar el uso de sus fondos.

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