Tras el cierre del grifo ruso, la Unión Europea emite señales de desesperación. Quiere importar gas desde el Mar Caspio, lo que se va a convertir en otro truco porque, lo mismo que Argelia, a fecha de hoy Azerbaiyán tampoco tiene gas suficiente para cubrir la demanda exterior. Lo que hace es importarlo de Irán y Rusia.
Es lo mismo que está pasando con el petróleo: Azerbaiyán importa gas ruso para exportarlo a Europa, como si fuera suyo. Bruselas lava su mala conciencia pero no reduce la dependencia del gas ruso. Está dando un rodeo para llegar al mismo punto de partida.
No obstante, a los de Bruselas no les faltan buenas intenciones. El gobierno de Bakú se ha comprometido a duplicar sus exportaciones a Europa en un plazo de cinco años y, para lograrlo, el gigante petrolero británico BP ha comenzado a perforar dos nuevos pozos para buscar en las profundidades del Mar Caspio.
El gas azerbaiyano ya fluye a Grecia y Bulgaria y, en los últimos meses, los países del sudeste de Europa han mostrado interés por importar gas de Azerbaiyán. En julio Bruselas y Bakú firmaron un acuerdo por el que Azerbaiyán se compromete a aumentar sus entregas de gas a Europa de 10.000 millones de metros cúbicos (bcm) a 12 bcm en 2022, y duplicar sus entregas a 20 bcm en 2027.
Pero es otro cuento de la lechera. En realidad, las exportaciones a Europa alcanzaron sólo 11,4 bcm el año pasado y se espera que se limiten a 11,6 bcm este año. No está claro si esa diferencia se debe a la limitada producción o a la limitada capacidad de los tres gasoductos que componen el Corredor Meridional de Gas y que transportan el gas azerbaiyano a Europa.
Queda por averiguar si Azerbaiyán podrá suministrar el gas prometido a tiempo. Hasta el momento ha tenido dificultades para satisfacer tanto la creciente demanda interna como los compromisos de exportación.
A finales de 2021 Azerbaiyán firmó un acuerdo de intercambio tripartito en virtud del cual Turkmenistán envía gas al noreste de Irán e Irán envía un volumen correspondiente desde el noroeste de Irán a Azerbaiyán.
Pero también eso pende de un hilo. Los esfuerzos por concluir acuerdos para traer gas de Turkmenistán a través del Caspio parecen haberse estancado. Es posible que ese intercambio continue, pero Bakú ha acordado comprar gas a Rusia para compensar un déficit previsto.
Lo que no cabe duda, sin embargo, es que las reservas actuales del yacimiento azerbaiyano de Shah Deniz no bastarán para cumplir los compromisos de Bakú con Bruselas de aquí a 2027. Tendrán que encontrar el gas que BP está buscando a la desesperada.
La esperanza europea está en el fondo de un pozo muy profundo
Uno de los pozos que está perforando BP en el Mar Caspio alcanzará una profundidad de 7.000 metros. La multinacional cree el gas se encuentra bajo el actual yacimiento de gas de Shah Deniz, que suministra la mayor parte de las exportaciones de gas de Azerbaiyán. Este pozo, cuya finalización está prevista para dentro de un año, debería confirmar que es posible extraer el gas del yacimiento profundo.
El segundo pozo de BP alcanzará una profundidad de 4.500 metros y tiene como objetivo un posible yacimiento situado bajo la principal bolsa de petróleo de Azerbaiyán: el de ACG (Azeri-Chirag-Guneshli). Esa perforación seguirá a un pozo existente hasta parte de su profundidad, por lo que se espera que esté terminado en sólo tres meses.
El primer pozo se perfora en virtud del acuerdo de producción vigente entre Bakú y el consorcio que explota el yacimiento, formado por BP, la petrolera pública azerbaiyana SOCAR, la petrolera nacional turca TPAO, la petrolera nacional iraní NICO y la rusa Lukoil.
Esto significa tres cosas. La primera es que el gas pertenece al consorcio, en el que participan los rusos. La segunda es que las perforaciones en aguas profundas son extremadamente caras. Cada pozo cuesta decenas de millones de dólares y ACG no sabe si podrá recuperar el dinero invertido en el pozo con los ingresos generados por la venta del gas del yacimiento. La terera es que, como la mayoría de los yacimientos petrolíferos, ACG también produce grandes cantidades de gas. Una parte se bombea al yacimiento para aumentar la producción de petróleo y el resto se envía a tierra por gasoducto.
Pero mientras el petróleo es propiedad del consorcio, el gas que hoy se suministra a tierra pertenece a SOCAR y se utiliza para satisfacer la demanda local de Azerbaiyán.
El nuevo pozo lo financia el consorcio, que aún no ha llegado a un acuerdo sobre la propiedad del gas y que no tiene ninguna garantía de recuperación del coste de la inversión. Esto indica que confía en localizar importantes reservas y, además, que supone que luego llegará a un acuerdo de propiedad que convenga tanto al gobierno de Bakú como a los socios comerciales de AGC.
Por lo tanto, todo depende de que el sondeo vaya bien y de que BP descubra un volumen de gas en cantidad suficiente como para poder exportarlo a la Unión Europea.