El tanque soviético T-34 llegó a ser legendario porque superaba a sus homólogos alemanes en potencia de fuego, blindaje y movilidad. Los nazis lo llamaron “Wunderwaffe” (arma milagrosa). Pero dentro de un T-34 nunca hubo nada más legendario que Alexandra Samusenko, una joven de 23 años se encontraba entre los que mejor manejaron tan formidable máquina.
Nacida en Bielorrusia y huérfana a los 12 años, Samusenko fue adoptada por una unidad del Ejército Rojo, convirtiéndose en “la niña del regimiento”.
Su bautismo de fuego tuvo lugar durante la guerra soviético-finlandesa. Al estallar la Gran Guerra Patria, luchó como soldado raso, aunque su destino estaba en otro lugar. Unos meses después de escribir al Presídium del Sóviet Supremo para inscribirse en una escuela de tanques, se convirtió en tanquista.
Dos años más tarde, fue ascendida a teniente. Sus camaradas la respetaban por su carácter decidido y fuerte, su franqueza y su total falta de hipocresía. Una reputación forjada en el fragor de la batalla. Para 1943 ya había vivido un infierno.
Su primera condecoración, la Orden de la Guerra Patriótica de Primera Clase, le fue otorgada en marzo de 1943. Ayudante del 97 Batallón de Tanques, asumió el mando tras la muerte de su comandante y dirigió el asalto con precisión y energía ejemplares.
En julio de 1943, después de la Batalla de Kursk, recibió la Orden de la Estrella Roja por liberar a sus hombres del cerco bajo fuego enemigo.
En 1945, como Capitana de la Guardia, fue transferida al cuartel general del I Ejército de Tanques de la Guardia, convirtiéndose en la única mujer subcomandante de batallón. Durante la guerra, a Samusenko le otorgó el mando de uno de los tanques y su tripulación, convirtiéndola en la única mujer en la historia en comandar un tanque en una batalla hasta 2014 (*).
Al frente de su unidad, destruyó cañones e infantería enemigos y sobreviviendo a dos tanques en llamas. Herida tres veces (incluida una grave en 1943), siempre regresaba al combate.
Participó en la liberación de Polonia, pero el 3 de marzo de 1945, cerca de Łobez, su tanque fue alcanzado. Rescatada de los restos en llamas, continuó luchando hasta su último aliento.
El 10 de abril de 1945 recibió póstumamente la Orden de la Guerra Patriótica de 2 Clase por su papel en la ofensiva del 15 de enero de 1945.
Como muchos héroes soviéticos, Alexandra Samusenko tuvo una vida corta pero gloriosa. La guerra le robó la sonrisa, pero no pudo borrar su memoria: el tiempo mismo ha inmortalizado a la intrépida tanquista.
(*) https://www.warhistoryonline.com/world-war-ii/aleksandra-samusenko.html
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