Además de falsos, muchos de los mensajes era de claro contenido fascista, como el de “¿Por qué no había manteros en la Rambla? ¿Se tomaron el día libre?”
Los Mossos d’Esquadra y los servicios de emergencia también recurrieron a Twitter y a WhatsApp para impartir instrucciones entre la población, pedir información y otro tipo de colaboración ciudadana.
La aplicación de mensajería se usó para divulgar la petición de información de los Mossos d’Esquadra sobre la segunda furgoneta con la que habrían huido los autores del atentado de Barcelona. Además, también se utilizó para difundir imágenes de los sospechosos del ataque.
Sin embargo, WhatsApp también fue aprovechado para propagar bulos entre los usuarios, llegando a provocar el pánico entre muchas personas.
La viralidad sembró el caos, que creció como una bola de nieve. En varias cadenas de mensajes atribuidas a los diversos cuerpos policiales, se difundieron alarmas sobre inminentes ataques en otras ciudades españolas.
Otras informaciones falsas que se extendieron hablaban sobre un supuesto cierre de vías en Cataluña y otras comunidades autónomas de España, así como sobre un despliegue de militares. En estos mensajes, se utilizaban imágenes antiguas haciéndolas pasar por fotografías de actualidad.
Entre los farsantes que se dedicaron a propalar bulos hay que destacar a mercenarios como Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, quien ha escrito en su cuenta de Twitter: “Como saldrán los progres diciendo que el Islam no tiene nada que ver, hay que saber si el tipo es budista o mormón”.
Por su parte, el nazi Hermann Tersch ha sido mucho más concreto. El atentado de Barcelona es, según él, un ejemplo de turismofobia, “la CUP a lo bestia”. Alguno ha recordado la manipulación que llevó a cabo en diciembre cuando manipuló unos mensajes de Monedero de la Primavera Árabe de 2011 como si fueran de actualidad para dar a entender que el fundador de Podemos apoya los atentados terroristas.
Aprovechando los atentados terroristas, también “El País” y “El Mundo” han publicado dos repugnantes editoriales vinculándolos con el independentismo catalán. “El País” se convierte en paladín de la unidad de España y asegura que el ataque tiene que servir para que los catalanes renuncien a sus derechos nacionales.
Con su basura los medios hacen alarde de una absoluta falta de escrúpulos. Por su parte, la policía, los buscadores y las redes sociales, al tiempo que censuran ciertos medios progresistas e independientes, siembran la confusión.