Con más de 200 euros por megawatio hora para los trabajadores, una tarifa nunca antes alcanzada en España, el invierno va a ser duro, pero también para las empresas. Si algunas de ellas ya quedaron tocadas el año pasado a causa de los toques de queda, ahora van a sufrir la puntilla.
Para las empresas españolas el precio de la electricidad se ha disparado hasta los 125 euros, muy lejos de los 51,22 euros de Francia o los 87,1 euros de Alemania. Muchas empresas cierran y otras hacen las maletas para buscar nuevos emplazamientos en el extranjero.
Al menos cinco de las principales empresas industriales españolas han decidido suspender la producción en sus fábricas a causa del precio de la energía. La empresa Sidenor, situada en las afueras de Barcelona y distribuidora de acero en Europa, ha anunciado que detendrá algunas líneas de producción.
Lo mismo ocurre con Fertiberia, distribuidor de productos fertilizantes agrícolas. Otras empresas siguen trabajando, pero suben los precios cuando sacan sus productos al mercado. La energía solía representar la mitad de los costes de producción, cifra que ahora ha aumentado al 80 por ciento.
En Euskadi, Arcelor Mittal ha puesto en marcha un sistema de paradas cortas de las líneas de producción en los momentos en que la electricidad es más cara. Soluciones temporales que no resuelven el problema del aumento de los precios de la electricidad.
Si persiste, llegarán las deslocalizaciones de grandes centros de producción, pero también cierres de pequeñas empresas y grandes dificultades para el comercio minorista. Las peluquerías, las panaderías y los pequeños comercios también consumen electricidad, pero no pueden repercutir el aumento de precio en sus clientes, que ya tienen que hacer frente a la subida de las facturas en casa.
La situación se está convirtiendo en un problema crónico que acabará con reducciones de salarios, horas extras y precariedad.