No vamos a hacer un análisis exhaustivo del desastre «nacional» -no parece este sitio el más adecuado aunque este blog no hace ascos a nada y toca todas las teclas-, pero sí dar dos o tres pinceladas para terminar con lo que nos interesa y ya se verá.
Si a lo meramente deportivo vamos, lo primero que saltó a la vista del aficionado fue el precario estado físico de los internacionales. El combinado estatal llegó al Mundial de Brasil con la lengua fuera, jadeante, luego de un Campeonato extenuante. Tal vez esto explique (?) la estratosférica prima ofrecida a los jugadores para «animarles». En este punto, el chascarrillo bien podría decir así: les ofrecemos una pingüe prima descomunal si ganan, y si pierden o hacen el ridículo, se pagan ustedes la estancia aquí o les multamos igual que se quitan puntos en el carné de conducir por infracción cometida. Es un chascarrillo, ya lo hemos dicho.
Por no hablar de los amistosos -promovidos por Villar, presidente de la FEF- jugados en tomar por saco para hacer caja. O la falta de liderazgo ni en el campo ni en el banquillo con un Xavi asfixiado, un Iniesta opacado, un Xabi Alonso despistado y un Casillas destartalado. El declive español ha ido en paralelo al declive detectado en el Barcelona a lo largo de una Liga que, por otra parte, pudo ganarla en el último partido. Del seleccionador, Del Bosque, sólo cabe decir que ha sido leal al esquema culé -el célebre «tiqui-taca»– y, también, al grupo de futbolistas que le encumbraron a lo más alto. Después del descalabro, se «humanizó» declarando que, así como él mira por el conjunto, los jugadores miran sólo por lo suyo, algo que ya intuíamos, ¿no es cierto?
Más se perdió en Cuba, lo que no es óbice para los desgarramientos patrióticos por semejante derrota en el planeta fútbol. Estamos acostumbrados hasta el extremo de que nos entra la risa. Quienes no se ríen tanto son los medios de comunicación -de alguna manera hay que llamarlos para entendernos- que han visto cómo se esfumaba el gran evento comercial del año. Desde enero los principales grupos de Comunicación han venido apostando por el Mundial de Fútbol en la confianza de que supusiera uno de los salvavidas publicitarios del año. Comercialmente hablando, no es lo mismo, ni muchísimo menos, caer en la previa (tres partidos) que llegar a la final (siete partidos). Y es que con tres partidos el interés comercial decae ostensiblemente. Las grandes marcas planifican sus inversiones de manera creciente a medida que España va avanzando rondas.
El impacto inmediato será para Mediaset, dueño de los derechos, que dejará de ingresar unos quince millones de euros por la caída de la inversión en publicidad. Pero no será el único:los diarios verán volatilizarse una pasta gansa en euros en sus ingresos de junio-julio. Los más perjudicados serán los deportivos, ya que TVE (a excepción de la mentada Mediaset) no ha apostado por el Mundial y la radio puede asumir mejor el desplome por sus menores costes. En el caso de la prensa escrita, los más afectados serán Prisa Noticias y Unidad Editorial, por sus dobles ofertas de diarios generalistas y deportivos. Los presupuestos de «AS» y «Marca» (de ahí que últimamente inserten casi hasta porno) se desplomarán junto a los de «El País» y «El Mundo», dos empresas que ya tienen serios problemas de liquidez, aparte de los semisilenciados eres practicados, y que esperaban, como se dijo, el salvavidas del Mundial como agua de mayo.
A ver si va a ser esto lo que lamentan con trenos reales -la guita- mientras fingen jeremiadas dolientes dándose golpes en el pecho por la patria afligida.
Se ha acabado el circo, ahora hablemos del pan.