La revolución ‘sostenible’ de Al Gore (y 2)

Cuando Al Gore perdió las elecciones presidenciales frente a Bush en 2000 no tenía un gran patrimonio: dos millones de dólares, una casa en Virginia y la finca familiar en Tennessee. Lo bueno llegó después porque la ecología es más rentable que la Casa Blanca. Desde 2000 ha recaudado 35 millones de dólares gracias a Capricorn Investment Group, un fondo que invierte en empresas respetuosas con el medio ambiente. La ecología no es verde sino vende. Además de una forma de producción, es un gran mercado paralelo o segmentado, eso que ahora llaman un “nicho de mercado”. El mundo ha quedado dividido en ambientalistas y no ambientalistas. Hay energías limpias y sucias, fósiles y renovables, gas natural y artificial, mercancías reciclables o no, que respetan la capa de ozono o no… Hay que pagar un poco más, pero lo verde merece la pena.

El fundador de Capricorn es Jeffrey Skoll, antiguo presidente de eBay y productor ejecutivo del afamado documental “Una verdad incómoda” que, tras su estreno en 2006, le dio la oportunidad al antiguo vicepresidente de Estados Unidos de intervenir en más de 1.000 actos públicos. La película fue distribuida en 35 países y presentada en todas las grandes cadenas de comunicacion.

Al Gore invierte en fondos especulativos verdes, como GIM (Generation Investment Management), especializado en los mercados de carbono. Con su socio David Blood, Gore creó GIM para beneficiarse de las nuevas tecnologías que “luchan” contra el calentamiento global.

Pero también invierte en el lado oscuro de la economía: el petróleo. No le hace ascos a la vicepresidencia de Acipco (Iron Pipe Company American Cast), uno de los principales fabricantes de tuberías y accesorios para petróleo y gas.

GIM se ha asociado con KPCB (Kleiner Perkins Caulfield y Byers) una empresa de capital de riesgo para financiar negocios verdes. Gore ha ganado mucho dinero promoviendo inversiones con el sello de KPCB, aunque KPCB no le hace ascos a invertir en empresas petroleras, como GreatPoint Energy, Terralliance Technology y GloriOil.

Hasta el desplome de 2007 el banco de GIM era Lehmann Brothers, un banco que publicó un largo informe titulado “The Business of Climate Change” (El negocio del cambio climático), que inspiró el cuarto informe del IPCC, aparecido en plena crisis económica.

El consultor científico de Lehmann Brothers era James Hansen, el padre de la doctrina del efecto invernadero y director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. Hansen fue Presidente del Consejo de Administración de la Alianza para la Protección del Clima, cuyo Director General es Theodore Roosevelt, Director General de Lehmann Brothers y Presidente del Pew Center for Global Climate Change.

Aunque el “cambio climático” es un desastre para el planeta, puede ser bueno para ganar dinero y Lehmann Brothers creía que del Protocolo de Kioto cabía esperar jugosas subvenciones públicas y, de rebote, beneficios elevados… Suficientes para superar el aluvión de activos tóxicos que los bancos como Lehmann Brothers almacenaban en su contabilidad.

Para escapar del naufragio Lehmann Brothers apostó por los bonos del carbón y acabó carbonizado.

En Estados Unidos, sólo hay un mercado para especular con las emisiones de carbono, el CCX (Chicago Climate Exchange), del que el GIM de Gore es el accionista mayoritario.

En la Junta Directiva de CCX se sienta un personaje al que habría dedicar mucho más espacio en exclusiva, el canadiense Maurice Strong, con un dilatado currículo: director de la Fundación Foro Económico Mundial, inventor de las Cumbres de la Tierra, desde donde se difunde la doctrina del calentamiento planetario, director ejecutivo del PNUMA (que dará origen al IPCC), vicepresidente del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza)…

Strong dirige la aplicación de los protocolos de Río de Janeiro y Kyoto, aunque lo mismo que Gore comenzó su carrera en los monopolios petroleros. A los 25 años era vicepresidente de la empresa canadiense Dome Petroleum y en 1976 se convirtió en el primer presidente de Petro-Canadá.

Las empresas de la energía y las petroleras no son nada opuesto a las verdes, sino su complemento. Dirigen los dos costados de esa aparente contradicción. Por eso sus peones, tipos como Gore o Strong, coinciden en ambos bandos. Para ellos no hay tal contradicción.

Primera parte

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