En los últimos años, los levantamientos militares con apoyo popular en tres países de la región africana del Sahel —Burkina Faso, Níger y Mali— han iniciado un proceso de ruptura con Occidente, y principalmente con Francia, la antigua potencia colonial de la región.
La transformación radical en esta región tiene al presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, un joven capitán de tan solo 37 años, como su principal símbolo. Al reavivar la confianza en el panafricanismo, el dirigente militar inspira a los jóvenes de toda África a luchar contra el neocolonialismo occidental.
Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, es sin duda uno de los rostros más populares del continente africano en la actualidad. El militar estudió geología en la Universidad de Uagadugú y se unió al ejército para combatir a los grupos yihadistas en el norte del país.
Sawadogo Pasmamde, alias Oceán, artista multidisciplinario y miembro del Centro Thomas Sankara para la Libertad y de la Unión Africana, relata que, al vivir el conflicto sobre el terreno, el joven capitán fue una de las primeras voces en cuestionar la intervención militar francesa en África Occidental y en presentar el terrorismo en el Sahel como una creación del imperialismo occidental.
Siempre quiso ser militar, pero sus padres se opusieron, y estudió geología hasta obtener una maestría. Sin embargo, estos estudios geológicos lo llevaron regularmente al interior del país. Esto lo introdujo por cada rincón, a sus realidades sociales, y reforzó su convicción de que el cambio era necesario. Y para cambiar las cosas, para contrarrestar el equilibrio de poder con los terroristas, era necesario transformar el país políticamente.
Traoré se inspira en el histórico dirigente revolucionario Thomas Sankara, expresidente de Burkina Faso (1983-1987), quien implementó una serie de reformas para erradicar los males del colonialismo francés. Él mismo admite que la Revolución Popular Progresista (RPP), inaugurada en abril de este año, se inspiró en los cambios radicales promovidos por el “Che Guevara africano”. En tan solo cuatro años, Sankara distribuyó tierras a los agricultores y aumentó la tasa de alfabetización del 13 por cien en 1983 al 73 por cien en 1987.
Quizás por no ser geólogo, Sankara no contaba con el mapa geológico que permitía a Ibrahim Traoré hablar con convicción. Pero Sankara sabía que la mayor riqueza de Burkina Faso residía en el propio pueblo burkinés. Convenció a la gente de trabajar e incluso de defender su país. “Fue él quien proporcionó entrenamiento militar a todos, incluso a los agricultores”, enfatiza Oceán, una de las figuras más destacadas del reggae anticolonial en Burkina Faso.
“Sankara apostó por el valor humano. Ibrahim Traoré apuesta por el valor humano, pero también nos demuestra que podemos estar tranquilos, podemos estar seguros de que estamos en un país rico y de que esta riqueza se encuentra en todo el Sahel”, añade.
700.000 burkineses han salido de la pobreza extrema en un año
Consciente de la riqueza del país, la junta militar encabezada por Traoré nacionalizó dos minas de oro que anteriormente pertenecían a una empresa que cotizaba en la bolsa de Londres y construyó su propia refinería.
Con el oro nacionalizado, el gobierno de Burkina Faso ya ha distribuido 179 millones de dólares en maquinaria para apoyar la revolución agraria en el país, donde el 80 por cien de la población vive en zonas rurales. “Por primera vez, estamos distribuyendo tractores por todo el país”, subraya Oceán.
Otra de las medidas de Traoré fue la creación de una empresa minera pública, que comenzó a exigir a las empresas extranjeras una participación del 15 por cien en sus operaciones. Incluso las empresas mineras rusas, como Nordgold, deben cumplir esas normas.
Para el artista burkinés, las medidas demuestran que la alianza estratégica con Rusia y otros países del Sur Global, como China y Turquía, no implica sumisión a un nuevo tipo de dominación: “Es una relación en la que ambas partes ganan”, resume.
“Estamos en un mundo multipolar, y el Occidente imperialista está en decadencia. Nadie puede detenerlo. Muchos países nos apoyan, con los que colaboramos, y nos venden armas, maquinaria agrícola y equipos para desarrollar nuestra infraestructura. Se trata de los países Brics, Rusia y China. Recibimos nuestros primeros drones de Turquía. Pero con Francia, no pudimos conseguir nada”, añade.
Datos del Banco Mundial publicados a mediados de julio revelan que el año pasado el crecimiento económico en Burkina Faso aumentó del 3 por cien en 2023 al 4,9 por cien. Según el anuncio, más de 700.000 personas en todo el país han salido de la pobreza extrema tan solo en los últimos 12 meses.
El apoyo popular a la revolución
Al igual que en la década de los ochenta, el nuevo dirigente burkinés está implementando un ambicioso plan de industrialización y autosuficiencia alimentaria. Para ello, cuenta con un amplio apoyo popular, principalmente entre los jóvenes menores de 30 años, que representan casi el 70 por cien de la población burkinesa.
Hoy en día, al recorrer el país, es habitual ver movilizaciones populares para la pavimentación de calles y carreteras. También se realizan vigilias ciudadanas nocturnas en más de 20 puntos de la capital, Uagadugú, con el objetivo de proteger a Traoré y al país de posibles atentados.
“Los diversos programas revolucionarios, la ofensiva agrícola, consisten en trabajar la tierra, organizar y mecanizar la agricultura, y producir para que la gente tenga alimentos suficientes y de calidad. Somos nosotros quienes construimos nuestras carreteras. Pavimentamos, reparamos nuestras carreteras, lo hacemos todo”, enfatiza Bayala Lianhoué Imhotep.
La población del país también contribuye a un fondo colectivo para apoyar el proceso revolucionario. De enero a julio, se recaudaron 106.000 millones de francos CFA.
“Ibrahim Traoré es una oportunidad para poner en práctica el sankarismo. Y hoy, el pueblo está dispuesto a apoyarlo. Estamos orgullosos, contribuimos con nuestro propio dinero. El pueblo ha comprendido que ya no necesitamos al Banco Mundial ni al FMI; financiaremos nuestra guerra y desarrollaremos nuestro país. Nosotros mismos, y eso es sankarismo puro y práctico”, añade Oceán.
Levantamientos progresistas
El creciente sentimiento antifrancés que se observa hoy en día en los países del Sahel se acentuó tras la invasión de Libia por parte de la OTAN en 2011 y el derrocamiento del dirigente libio Muamar el Gadafi.
Tras el fin de Gadafi los contrabandistas y las escisiones de Al Qaeda avanzaron al sur del Sáhara y comenzaron a ocupar amplias zonas del Sahel. Tan solo un año después del derrocamiento de Gadafi en 2012, comenzó la insurgencia yihadista en el norte de Mali.
“Todos los dirigentees que se oponen al orden neoliberal son asesinados por estos instrumentos. Y Gadafi perturbó la geopolítica occidental, que controlaba los países africanos”, asegura Imhotep.
“Lo hicieron por la democracia, por el buen gobierno, por los derechos humanos. Siempre presentan esa retórica. Pero esa no es la verdadera intención. La verdadera intención era saquear el petróleo libio”. Se trataba de “exportar el terrorismo a los países del Sahel. Cuando atacaron Libia, se llevaron a Mali todas las armas que tenía el ejército de Gadafi. Así que el terrorismo aquí es una estrategia para la recolonización militar de los países del Sahel”, añade.
A medida que la violencia se extendía a países vecinos como Burkina Faso y Níger, Francia amplió su presencia militar en la región, enviando miles de tropas en 2014 a las Operaciones Barjan y Serval, con el pretexto de combatir el terrorismo. Sin embargo, los ataques no disminuyeron.
En aquel momento, la población del Sahel tenía claro que la presencia militar francesa no contendría la violencia, como lo expresa Bayala Lianhoué Imhotep. “El ejército francés no es un ejército de cooperación nacional interna; es un ejército mercenario que atenta contra nuestra seguridad y dignidad. Por eso el 70 por cien de nuestra población, compuesta por jóvenes, cree que si no tomamos el control de nuestros países, este 70 por cien corre el riesgo de morir en la pobreza, en la indigencia, y de intentar cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, para llegar a Estados Unidos”, enfatiza Imhotep.
‘¿Por qué no hay terroristas donde no hay petróleo?’
Otro factor importante que allanó el camino para los levantamientos revolucionarios fue la presencia terrorista en zonas del Sahel con riquezas del subsuelo. “¿Cómo es posible que no haya terroristas donde no hay petróleo? ¿Por qué se concentra la violencia terrorista donde sí hay petróleo, donde hay diamantes, donde hay uranio? Pensamos que algo andaba mal y decidimos expulsar al ejército francés y sumarnos a las revoluciones dirigidas por Ibrahim Traoré, Abdourahamane Tchiani de Níger y Assimi Goita”, añade.
La ola de levantamientos militares progresistas comenzó en Mali en agosto de 2020, cuando Goita derrocó al presidente Ibrahim Boubacar Keita en medio de protestas masivas contra la presencia francesa en el país. En 2022, en Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traoré encabezó un levantamiento que depuso al dirigente militar Paul Henri Damiba. Cierra la lista Níger, en 2023, con la llegada al poder del general Abdourahamane “Omar” Tchiani. Los tres dirigentees representan una nueva generación de militares progresistas que canalizan la frustración generalizada de la opinión pública con el neocolonialismo francés. Además de la lucha militar conjunta, gracias a la creación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) en septiembre de 2023, Mali, Burkina Faso y Níger comparten medidas soberanistas similares.
Estas medidas incluyen la nacionalización de las minas, la creación de bancos públicos y estrategias conjuntas para abandonar la moneda francesa, uno de los legados preservados del período colonial.
La colonización del Sahel africano
El Sahel es una región semiárida que marca la transición del desierto del Sahara a las sabanas más húmedas del sur de África. La tierra es rica en recursos naturales, como uranio, oro, gas y diamantes, cuyas reservas se encuentran entre las mayores del mundo.
A pesar de su riqueza mineral, los países de la región se encuentran entre los más pobres del planeta, resultado de décadas de dominio colonial, con la explotación francesa continuando incluso después de la “independencia”.
Tras la Conferencia de Berlín (1884-85), África Occidental experimentó dominaciones imperialistas separadas. Sin embargo, Francia y Reino Unido ejercieron la mayor influencia en la región. Para 1960 Francia controlaba ocho colonias en África Occidental, una superficie ocho veces mayor que la de Francia.
Aunque los movimientos de liberación nacional, desde Senegal hasta Chad, concibieron la independencia ese año, Francia mantuvo su influencia mediante lo que se conocería como el “pacto colonial”, en el que la metrópoli aparería como “socia y amiga” de sus antiguas colonias.
La imposición del “pacto” ocultó una serie de acuerdos militares y económicos que otorgaron a Francia acceso a diversos aspectos de los gobiernos africanos, incluyendo minerales estratégicos.
Uno de los efectos prácticos fue la restricción casi total de la capacidad de las antiguas colonias para producir y procesar bienes en sus propias tierras. Así, los países africanos quedaron relegados al papel de meros proveedores de materias primas.
Antes de conceder la independencia, Francia impuso una condición. Se acepta, pero se firman acuerdos de cooperación. ¿Qué estipulaban esos acuerdos? Primero, se reconocen los beneficios de la colonización y se está obligado a reembolsar todo lo invertido por Francia, incluso mediante trabajo forzoso. Segundo, se compromete a favorecer a las empresas francesas. Tercero, están obligados a utilizar el francés como idioma oficial. Cuarto, están obligados a depositar todos los activos, todas las divisas en una cuenta del tesoro francés, resume Mamane Sani Adamou, quien ayudó a fundar la Organización Revolucionaria para la Nueva Democracia (ORDN) tras la apertura del multipartidismo en Níger en 1992, en una entrevista reciente.
La moneda colonial
La creación del franco CFA fue otra medida impuesta por el “pacto colonial”. Esta moneda, vinculada al Tesoro francés y dependiente del Banco de Francia, sigue utilizándose hoy en día en África Occidental.
“Francia nos impuso una moneda para comprar nuestros productos a bajo precio. Nuestros países poseen reservas de materias primas minerales, como uranio y otras, oro y petróleo. Francia utilizó esta moneda, que no tiene valor en Francia, para impedir nuestro desarrollo”, enfatiza Philippe Toyo Noudjenoumè, Secretario General del Partido Comunista de Benín y dirigente de la Organización Popular de África Occidental (OPAO).
“No tenemos libertad para producir en nuestro país. No tenemos libertad para fabricar cosas en nuestro país. No tenemos libertad para procesar nuestras materias primas en nuestro país para alimentar a nuestra gente. No podemos industrializarnos con esta moneda colonial”, añade.
Para mantener el sistema, Francia ha apoyado golpes de estado y ha ubicado estratégicamente bases militares permanentes en países como Cabo Verde, Senegal y Costa de Marfil. Desde 1960 se han producido más de veinte intervenciones militares francesas en toda África. Estas acciones han abarcado desde intervenciones militares directas hasta asesinatos políticos, como el del dirigente panafricanista Thomas Sankara en Burkina Faso el 15 de octubre de 1987.
Durante su ascenso político, Macron buscó diferenciarse de los gobiernos y políticas anteriores hacia África. Sin embargo, en la práctica, la expansión de la presencia militar francesa en sus antiguas colonias, sumada a las políticas neoliberales, solo ha alimentado el deseo de soberanía y una ruptura total con el dominio francés.
“Por lo tanto, consideramos a Estados Unidos, la OTAN y Francia enemigos de la paz internacional, de la paz entre los pueblos y del derecho de los pueblos a la diversidad y la diferencia”, resume Imhotep. “Nos alzamos al unísono para decir basta a la muerte de nuestros héroes. ¡Viva la revolución en curso, porque para nosotros, nadie nos desarrolla; nos desarrollamos nosotros mismos!”, concluye.
Pedro Stropasolas https://www.brasildefato.com.br/2025/08/17/a-revolucao-de-ibrahim-traore-o-que-esta-acontecendo-em-burkina-faso/
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