La represión en Argentina y sus raíces y ramificaciones

Escuela de Mecánica de la Armada
Darío Herchhoren

Argentina es un país complejo, y por lo tanto no es fácil explicar su política. Pero lo que si es fácil es identificar a Argentina como un país periférico del desarollo y que en algunos momentos de su historia reciente ha intentado actuar como un país central sin conseguirlo.

Al efecto es necesario remontarse al año 1946, que es el año del triunfo de Perón en las elecciones celebradas en el mes de febrero de ese año.

Argentina era en ese tiempo un país agrícolo ganadero, y ya en el año 1943 por primera vez en su historia la producción industrial superó a la producción agrícola en términos de producto bruto interno. Ello marca un punto de inflexión que marcaría hasta la actualidad a la economía argentina.

Y esto es también lo que marca el nacimiento de una nueva clase obrera, que deja de ser rural para convertirse en urbana.

Pero, hay algo más que merece ser mencionado: ss el nacimiento de los sindicatos como medio de expresión de la clase obrera, y como tal clase entra en conflicto con la pequeña y gran burguesía nacional dando un impulso importante a la lucha de clases.

La segunda guerra mundial había aflojado el control que los grandes monopolios internacionales ejercían sobre la economía argentina, y ello permitió el crecimiento producido a partir de 1943. Argentina como gran productor de alimentos se benefició enormemente de la destrucción de Europa por la guerra, que había quedado devastada, y Argentina tenía los alimentos que iban a calmar el hambre que se cernía sobre una población y unas infraestructuras devastadas.

A raiz de todo esto Argentina recibió una enorme cantidad de divisas fuertes, que hicieron que el dólar USA se cotizara a solo dos pesos.

Pero la existencia de una clase obrera que comenzaba a expresarse políticamente, hizo aflorar las divergencias de clase, y los primeros reclamos masivos de mejoras salariales, que el peronismo supo sortear estableciendo una colaboración de clases de hecho. Perón en sus discursos planteaba que la torta debía repartirse al cincuenta por ciento entre patronos y trabajadores, y la cosa funcionó más o menos bien.

Pero en 1955 el ejército depone a Perón con un golpe militar llevado a la práctica por un sector profundamente fascista, y la luna de miel acaba en forma de baño de sangre, inaugurando una era de represión brutal, que culmina con la última dictadura militar.

El año 1955, marca un punto clave en la historia reciente de América Latina. En Colombia cae el gobierno del General Rojas Pinilla, muy similar al peronista mediante un golpe de estado, en Bolivia comienzan graves disturbios contra el gobierno nacionalista de Paz Estensoro  y del lider minero Juan Lechín, mientras en Cuba, un grupo de barbudos da comienzo a operaciones de guerra contra Fulgencio Batista. Se trata del movimiento 26 de julio, de ideología confusa, aunque hablaba de acabar con la tiranía batistiana, y lograba con ello la adhesión de grandes sectores de la clase media cubana.

Mientras todo esto ocurría el imperio USA, recuperaba su lugar hegemónico que estaba siendo cuestionado tanto por el gobierno peronista, como por los trabajadores mineros bolivianos que habían adherido en masa al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Pero vayamos a lo que significó la represión en Argentina y en otros países de latinoamérica.

La represión policial no es otra cosa que una parte de la lucha de clases; y por lo tanto hay que verla dentro de ese contexto. Las clases acomodadas se ven en peligro, y recurren a la represión como medio de conservar sus privilegios y el manejo del estado poniéndolo a su servicio.

Todo estado necesita un aparato ideológico, que consiste en el manejo de la prensa escrita y televisada, de la educación, de las diversas iglesias y religiones, de las redes sociales; y cuando todo esto no es suficiente, recurre a su otro brazo; que es el aparato represivo, que está constituido por la policía, el ejército, y sobre todo a los servicios de información y de tortura y exterminio de aquellos elementos díscolos que puedan encabezar movimientos de oposición.

Pero ningún país está aislado, y funciona dentro de unos bloques con intereses comunes, y uno de esos bloques es la clase dirigente burguesa que tiene conexiones con sus metrópolis que están listas para auxiliar a sus hermanos de clase.

Es así, que surge la famosa y temible «Escuela de las Américas», con sede en la llamada «zona del canal de Panamá», donde expertos de la CIA, de la DEA y de la Agencia de Seguridad de los USA, enseñan a militares y policías de sudamérica a «interrogar intensamente» y a torturar, matar y desaparecer a personas incómodas.

Argentina no fué ni es una excepción, y personajes como el General Galtieri, el General Videla, el coronel Mohamed Alí Seineldín (es argentino) y el coronel Aldo Rico, estos dos últimos líderes de los «carapintadas», que se sublevaron contra Raúl Alfonsín formaron parte importante de los torturadores y asesinos de la última dictadura militar.

Llegados a esta parte de nuestro artículo no debemos soslayar la inestimable ayuda del franquismo, y sobre todo del posfranquismo. La España «democrática» de Adolfo Suárez y de Martín Villa, mandó a militares españoles y a policías a «estudiar» en la Escuela Superior de Guerra en Buenos Aires métodos de tortura ya ensayados en otras latitudes, que fueron investigados por el ex Juez Baltasar Garzón, y donde el estado español «no sabe, no contesta» a sus requerimientos de información.

Pero donde mejor queda reflejada esta verdadera internacional del terror es en la participación de militares franceses en la represión y entrenamiento de cuadros de torturadores y asesinos. Empecemos por el año 1945. En París entra una columna de tanques franceses al mando del General Leclerc, que es ovacionado como «libertador de París». Esos tanques estaban tripulados en buena parte por milicianos españoles que se había unido a la lucha antifascista, y llevaban inscriptas en esos tanques los nombres de batallas donde el fascismo había mordido el polvo como «Guadalajara» o la «Batalla del Ebro». Es el mismo General Leclerc, que se iba a destacar en la represión contra el pueblo vietnamita en la primera guerra de Vietnam y donde crea la «escuela francesa» de «interrogatorio», donde destacan por su bárbara crueldad los generales franceses Massu y Salan; aprendizaje que aplicarán más tarde en la guerra de liberación de Argelia contra los patriotas argelinos. En tierras de Indochina destacan dos personajes que es ineludible señalar, y que son el coronel francés Beaufré que es contratado por la última dictadura militar argentina para que enseñe las técnicas de «interrogatorio» a los policías y militares argentinos y el General marroquí Mohamed Oufquir, que fué uno de los más aventajados «estudiantes» de la escuela francesa. Oufquir es el asesino y desaparecedor del dirigente comunista marroquí Ben Barka, que es desaparecido en París y cuyo cadáver nunca apareció, y que era en la práctica el látigo del criminal rey Hassan II de Marruecos. Oufquir terminaría su vida muerto a tiros por el propio Hassan II, ya que sabía demasiado y se había convertido en alguien incómodo.

Y para que nada falte en esta internacional del terror, decir que el conspicuo fascista Manuel Fraga Iribarne ya reconvertido a la democracia, y reconocido por otro demócrata como Santiago Carrillo tenía una custodia cuyo jefe era el comisario de policía argentino Almirón, que fué uno de los cabecillas de la masacre producida en 1973 en la llegada del exilio español del General Perón, y donde perdieron la vida más de 300 personas.

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