Alessandro Avvisato
La pista chechena del asesinato de Nemtsov, antiguo ministro de Yeltsin, considerado como un gran oponente a Putin, podría ser una pista cómoda, pero también podría ser una operación de «falsa bandera» para complicarle la vida a Putin.
Según la policía rusa, Nemtsov fue asesinado por un grupo de hombres de origen checheno y han detenido a Zaur Dadayev, Anzor Gubachev y a otras tres personas. Hay un sexto que se suicidó la noche del 7 de marzo en su apartamento de Grozni durante el asalto de las fuerzas especiales rusas.
Pero según los oponentes a Putin, aunque Zaur Dadayev es el único de los detenidos que ha confesado su participación en el asesinato de Nemtsov, la policía rusa obtuvo la confesión mediante torturas y luego Dadayev se retractó de las mismas.
Dadayev no es un asaltante de caminos o un asesino pagado y enrolado en las filas de las mafias caucasianas de Moscú. Fue subcomandante del Batallón Sever de las fuerzas especiales que combatieron con los rusos en Chechenia. En octubre de 2010 fue condecorado con una medalla meritoria por Putin en persona.
Según los investigadores, Dadayev y otros yihadistas asesinaron a Nemtsov porque había defendido públicamente las caricaturas de Mahoma publicadas por la revistra satírica francesa «Charlie Hebdo». Esta versión se adapta perfectamente a la que cualquier gobierno europeo utilizaría durante estos meses, con la única variante del yihadismo interno checheno en lugar de los extrarradios de Francia o de los arrabales de Gran Bretaña.
La pesadilla del yihadismo dentro de lo que llegará próximamente a una Rusia enfrentada a Estados Unidos, conlleva elementos muy concretos. Quizá no estén vinculados directamente al asesinato de Nemtsov sino, seguramente a una escalada de terrorismo yihadista de matriz chechena en Rusia.
El 29 y 30 de diciembre de 2013 varios sangrientos atentados sacudieron a la ciudad rusa de Volgogrado (antigua Stalingrado) causando 33 muertos. La organización de los atentados apuntó al yihadista checheno Doku Umarov, autoproclamado emir del califato del Cáucaso. A la misma red chechena también le atribuyeron los atentados que en 2011 estremecieron a Moscú con 80 muertos en las calles de la capital y el aeropuerto de Domodedovo.
Seis meses antes de los atentados, el 31 de julio de 2013, el jefe de la inteligencia saudí, el príncipe Bandar Ben Sultán, fue recibido en Moscú por Putin. El objeto de las conversaciones fue la situación en Siria, donde la posición de Rusia había hecho fracasar los planes de Estados Unidos y de las petro-monarquías del Golfo, con Arabia saudí a la cabeza, planes que suponían la desestabilización y destitución de la dirección de Damasco, lo mismo que dos años antes le sucedió a Gadafi en Libia. Durante la entreviusta, el príncipe Bandar dejó entender que él no podía impedir las acciones terroristas de los islamistas en el Cáucaso si Rusia no dejaba de apoyar a Siria. Una advertencia repetida también el transcurso de una segunda reunión bilateral que mantuvieron el 3 de diciembre de 2013.
Desde hace tiempo el Príncipe Bandar tiene lazos muy profundos con las altas esferas de la política, el ejército y la inteligencia estadounidense. Fue entrenado y adoctrinado en la Base de la Fuerza Aérea de Maxwell y en la Universidad John Hopkins, y sirvió como embajador en Estados Unidos durante dos decenios (1983-2005). Entre 2005 y 2011 fue Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y en 2012 fue promovido a Director General de la Agencia de Inteligencia saudí.
Desde el principio Bandar estuvo profundamente comprometido en las operaciones clandestinas de terrorismo en conexión con la CIA. «Probablemente Bandar está a punto de sostener y suministrar armas a los musulmanes en China occidental, a los chechenos y a los islamistas caucásicos en Rusia, aunque los saudíes firman sus acuerdos petroleros con China y cooperan con la sociedad rusa Gazprom», escribió James Petras en un ensayo consagrado justamente al «príncipe negro» saudí.
En vísperas de la primera entrevista entre Rusia y Arabia saudí, el emir del Cáucaso Doku Umarov anunció atentados con ocasión de los Juegos Olímpicos de Sotchi. Umarov llamó a los yihadistas chechenos para que fueran a combatir a Siria (con los hombres del Principe Bandar) para adquirir la experiencia necesaria para «liberar al Cáucaso» inmediatamente después.
En 2014, ante la proximidad de las Olimpiadas de Sotchi (en Rusia) que se celebraron entre el 7 y el 17 de febrero, las células del terrorismo yihadista coordinadas por Umarov y su adjunto Aslan Byutukayev recibieron la orden de provocar inseguridad no solamente en la región del Mar Negro, sino en todo el territorio de la Federación. Pero las estrictas redes de la segurdad rusa no permitieron a los yihadistas chechenos cometer atentados ante un escaparate internacional como las Olimpiadas.
Un documento del ISPI (Instituto de Estudios de Política Internacional) de Milán muestra bien esta conexión: «Bien mirado, tras las amenazas a Sotchi 2014 se esconde, en efecto, una trama geopolítica que pasa por Oriente Medio y que implica a un representante visible del Estado saudí», escribieron.
«El 31 de julio último, en efecto, según fuentes de noticias diplomáticas, retomadas inmediatamente por la prensa rusa y libanesa, el poderoso jefe de la inteligencia y príncipe saudí Bandar Ben Sultán se entrevistó con Putin fuera de Moscú y le propuso un acuerdo por el cual los rusos deberían abandonar su apoyo a Bashar Al-Assad a cambio de la «protección» de las Olimpiadas de Sotchi por parte de los saudíes, lo que habría evitado las acciones terroristas dirigidas por las facciones islamistas de Cáucaso septentrional, evidentemente controladas por ellos. Como consecuencia de la rotunda negativa rusa a la propuesta, las veladas amenazas saudíes se tradujeron a la realidad con los atentados suicidas de Volgogrado en los últimos meses».
Según la revista especializada «Internazionale», el Cáucaso se dispone a convertirse en el próximo teatro de acción del Califato Islámico (Daesh) y para el dirigente del Kremlin, eso ya estaba claro desde hace tiempo. «La región situada entre Rusia, Irán y Turquía es una intrincada red de tensiones que han desembocado varias veces en estas últimas tres décadas en violencia en varios puntos calientes de Chechenia a Nagorno-Karabaj hasta Georgia». En particular, Chechenia podría volver a convertirse en una gran poreocupación, sobre todo desde que el nuevo emir del yihadismo checheno Omar Batirashvili, que durante el conflicto armado en Osetia del sur en 2008 combatió del lado georgiano, prometió «regresar» a Rusia. Con él regresarían muchos miles de personas.
Fuente: L’incubo dell’Isis ceceno sulla Russia. Per conto terzi, 13 de marzo, http://contropiano.org/articoli/item/29641