Licencia para matar |
Las cifras proceden del no menos infausto periodicucho llamado Washington Post. Es seguro que son bastantes más porque en un país donde todo se mide y se contabiliza el gobierno no mantiene una estadística oficial. Poco antes de dejar el cargo en abril del 2015, el fiscal general Eric Holder calificó de “inaceptable” la pretensión de llevar un recuento público de las muertes causadas por la policía.
A pesar de ello, el fenómeno de los crímenes cometidos por los servidores de la ley y el orden ha alcanzado tales cotas que existen varias páginas web que se dedican exclusivamente a informar de ellos, como “Asesinados por la policía” (1) y “Encuentros fatales” (2). Desde 2014 el diario británico The Guardian también mantiene una estadística llamada The Counted (3), según la cual el año pasado el número total de asesinatos policiales fue de 1.090.
Los crímenes no sólo se producen por disparos a quemarropa sino también por pistolas eléctricas o atropellados por los coches patrullas. Pero lo más significativo es que unos 15 de los asesinados lo fueron después de haber sido detenidos.
En un país en el que, a pesar de Obama, el racismo está profundamente enraizado, sobra argumentar que la mayor parte de los muertos pertenecen a las minorías, especialmente negros e hispanos, pero también nativos indoamericanos, cuyo exterminio aún no ha acabado.
Las organizaciones afroamericanas afirman que ahora están muriendo más negros que en los tiempos de la segregación. El año pasado la policia mató a más negros que los linchamientos de hace un siglo.
El racismo de la policía se entiende mejor teniendo en cuenta que en 2015, la mayoría de los 581 blancos asesinados por la policía estaban armados (306), mientras que solo 139 de los 306 negros muertos tenían armas.
No vamos a entrar ahora en la habilidad de la policía para dejar un arma junto a sus víctimas para justificar el asesinato, una práctica que es harto conocida en Estados Unidos. Pero conviene recordar un truquito del infausto Washington Post para lavar la cara a la policía, considerando que también van “armados” aquellos que portan armas falsas o de juguete, como el caso del niño Tamir Rice, de 12 años, muerto por disparos de la policía cuando jugaba en una calle en Cleveland (Ohio), en noviembre de 2014.
(2) http://www.fatalencounters.org/
(3) http://www.theguardian.com/us-news/ng-interactive/2015/jun/01/the-counted-police-killings-us-database