Como los Mossos d’Esquadra, la policía chilena tiene el hábito de arremeter contra la multitud a alta velocidad con sus vehículos, dispersando gases lacrimógenos. No es la primera vez que este método tiene consecuencias dramáticas.
Las movilizaciones parecían haberse calmado, pero la muerte de estas personas las ha revitalizado. Hasta ahora las manifestaciones sólo se hacían los viernes en Santiago. Los enfrentamientos con la policía también habían disminuido en intensidad.
No ha sido la primera sangre del movimiento, aunque su proximidad ha conmocionado a muchas personas. La policía es denunciada desde todos los lados, incluso internacionalmente, por el terror desatado. Las acusaciones de violencia, violación y tortura son comunes.
Un total de 42 personas han muerto, 12 mujeres ha sido violadas, hay 121 desaparecidos, más de 26.000 detenidos y miles de torturados, 230 han perdido un ojo (1). Un estudiante de 21 años quedó totalmente ciego por los perdigones disparados por la policía en las protestas (2). No obstante, la fiscalía chilena sólo reconoce que cuatro murieron durante una intervención policial y dos en detención.
Muchas personas han aparecido muertas en condiciones dudosas o tras el paso de la policía, sin que se encontraran pruebas directas de su participación en las muertes.
(1) https://portalinformacion.com/index.php/2019/10/23/chile-42-muertos-12-mujeres-violadas-121-desaparecidos-tras-la-brutal-represion-pinera/
(2) https://www.elmundo.es/internacional/2019/11/26/5dddad07fc6c835b088b464b.html