Mezquita de Sarajevo, en Bosnia |
En una sala clandestina de Tuzla, en el noroeste de Bosnia-Herzegovina, Emir Cajic, de 38 años, practica desde 2013 el islam “tal y como es”. En otras palabras, el islam riguroso. El hombre, que se ha improvisado como imán tras muchos años en El Cairo, no se ha formado en su país conforme a las reglas en curso. No reconoce a la autoridad de la comunidad islámica que, en su opinión, practica un islam desviado y corrupto.
El imán salafista, que reivindica tener un millar de fieles, rechaza estar bajo la tutela de las autoridades musulmanas de Bosnia, y repudia el principio de un islam liberal. “El islam es el islam. No puede ser liberal o conservador. Es único”, afirma Emir Cajic.
La ideología salafista que se extiende en el país no es un fenómeno nuevo. Fue en un principio importada por los yihadistas llegados a reforzar las fuerzas musulmanas durante el conflicto entre comunidades de los años 90, y se ha propagado en las mezquitas reconstruidas por Arabia saudí después de la guerra. Es un proselitismo que no ha inquietado realmente a las autoridades hasta la partida para Siria e Irak de 300 bosnios, tras un ataque a Sarajevo a finales de 2015. Los “dzemats” o comunidades clandestinas a menudo de obediencia wahabita siguen siendo muy minoritarias en Bosnia-Herzegovina, que cuenta con un total de un millón y medio de musulmanes.
Pero “más de la mitad de los bosnios desplazados a Siria e Irak han pasado por estas comunidades, sus líderes han sido reclutados por extranjeros antes de ser enviados al país”, explica Vlado Azinovic, especialista en islamismo radical de Sarajevo.
Y según un informe del centro de reflexión de Sarajevo Atlantic Initiative, el regreso de los bosnios formados en Oriente Próximo representa “una amenaza directa para la seguridad de Bosnia-Herzegovina, pero también para la seguridad de esa área geográfica y sus alrededores”. Responsables religiosos, políticos e intelectuales musulmanes lanzaron en 2015 una llamada común contra el extremismo islamista. Desde entonces, los islamistas considerados “rebeldes” están todos bajo una alta vigilancia.