Estados Unidos sanciona a los demás países del mundo como el maestro a sus alumnos, o los policías de tráfico a los conductores. El mundo es suyo y puede hacer con él lo que quiera.
No se trata sólo de Irán, Corea del norte, Cuba, Rusia o Venezuela. Cada vez hay más países “castigados” por Estado Unidos con diferentes pretextos.
Amenaza con sancionar a España por “prestar apoyo financiero a Venezuela”.
Sanciona a Francia por imponer tributos a los grandes monopolios informáticos.
Sanciona a Alemania por el gasoducto Nord Stream 2 que trae a Rusia al corazón industrial de Europa.
Dicen que Estados Unidos quiere vender su propio gas (de esquisto) a Alemania, pero es mucho más caro.
Dicen que la dependencia de Alemania respecto de Rusia será cada vez mayor, lo cual es cierto. Pero es que Alemania cerró sus centrales nucleares y si tiene que agarrarse al New Deal Verde y a la descarbonización no le quedan muchas más opciones.
Cuando sólo existía un único Nord Stream no había problemas porque el gas pasaba por Ucrania… hasta que en 2014 llegó Maidan y Estados Unidos creyó que así cerraba el grifo (a Rusia y a Alemania).
No es ninguna casualidad que el Formato Normandía de las negociaciones de paz en Ucrania involucre a esos cuatro países: Ucrania, Rusia, Alemania y Francia.
Pero el New Deal Verde no sólo genera tensiones con Alemania. En el Mediterráneo ocurre lo mismo. Basta con poner un mapa encima de la mesa y echar un vistazo a los yacimientos de la costa oriental, a los que ya nos hemos referido en otra entrada.
Una parte de los yacimientos de gas están en aguas jurisdiccionales de Chipre, un país invadido por Turquía desde 1973.
El gobierno de Erdogan ha llegado a un acuerdo con las reliquias del gobierno libio para repartirse los yacimientos, pasando por encima de Chipre, Israel, Grecia y Egipto.
Pero Egipto es el principal sostén de Haftar, la otra parte de la guerra civil libia.
Erdogan ha dicho esta misma semana que está dispuesto a enviar tropas a Libia para apoyar al gobierno de Sarraj.
La Unión Europea también apoya a dicho gobierno, es decir, están en el mismo bando que Turquía, algo que Grecia no puede admitir e Italia tampoco porque quiere seguir manejando el gas. Francia apoya al gobierno con la boca pequeña, pero bajo cuerda le envía armas a Haftar… y así sucesivamente.
Si Ustedes creyeron que Libia sólo intreresaba a la Unión Europea por los refugiados, se equivocan.
El New Deal Verde no es sólo gas, sino también el gran tapado, la energía nuclear, que predomina en Francia (a diferencia de Alemania). Alemania cerrará todas sus centrales nucleares en 2022; Francia tiene 58 y se prepara para cerrar unas y construir otras nuevas, más modernas, todo en nombre del New Deal Verde y de la lucha contra la emergencia climática.
Alemania importa gas y Francia exporta electricidad y a ese negocio le quiere añadir otro: la exportación de centrales nucleares a los países del este de Europa (República Checa, Polonia y Hungría), a los que el New Deal Verde les importa un bledo.
La mitad de la electricidad francesa es de producción propia; la dependencia alemana del exterior es casi total.
El monopolio nuclear francés EDF es un 80 por ciento propiedad del Estado; el gobierno le pide que construya más centrales nucleres; le presentan una factura de 45.000 millones de euros y la respuesta es que no hay dinero. ¿De dónde lo van a sacar?, ¿vendiendo la empresa, o sea, privatizándola por completo? No porque la energía es un problema estratégico (militar) y no sólo económico…
Hay que subir los impuestos. Pero Francia ha sido el primer país del mundo donde la población ha saltado a la calle masivamente a la calle contra los impuestos verdes a los carburantes, un ejemplo seguido después por Ecuador y Chile.
Si este año Francia ha batido su registro máximo de exportación de electricidad a terceros países, ¿qué significado tienen los impuestos verdes?
La explicación conduce siempre al mismo punto de partida: la guerra imperialista. Para las grandes potencias, la energía nuclear y, por lo tanto, las transiciones ecológicas son una cuestión estratégica, un subproducto de la guerra nuclear desde 1945.
Los medios sólo se acuerdan del “doble uso” de la energía nuclear cuando hablan de Corea de norte o de Irán. Forma parte de su “doble moral” porque las centrales nucleares siendo hoy lo que siempre fueron, incluso en Europa.
Durante los setenta “¿Nuclear?, No gracias” fue la bandera del movimiento ecologista. Las denominaciones como Greenpeace (“paz verde”) denotan que su origen estuvo alguna vez en la lucha por la paz. Sería toda una paradoja histórica que ahora las centrales nucleares volvieran con pretextos ecologistas para entrar en la vorágine del rearme nuclear.
No nos extrañaría nada porque conocemos de sobra quiénes son Los Verdes, Equo y demás. Nos llevan a la guerra en nombre de la paz y de los derechos humanos y a la energía nuclear en nombre de la lucha contra el cambio climático. Por el morro.