La pandemia ha permitido las devoluciones en caliente en la frontera entre México y Estados Unidos

Hasta 15.000 migrantes, en su mayoría haitianos, llegaron a hacinarse el fin de semana en un campamento improvisado bajo el puente internacional que une Ciudad Acuña (México) y Del Río (Estados Unidos), una remota ciudad tejana de 36.000 habitantes desbordada por la situación.

Tras días de tensión, agentes de la Patrulla Fronteriza a caballo reprimieron violentamente ante las cámaras nuevos intentos de cruzar el río. Las imágenes dan a entender que usaron fustas y bridas contra los migrantes en una especie de rodeo trágico para impedir a familias que huyeron del país más pobre de América pisar terreno estadounidense. Algunos llevaban niños en brazos.

“Horribles las imágenes de este lunes», aseveró la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien expresó que están muy preocupados por el hecho de que los haitianos estén tomando este camino de emigración irregular.

La directora del Observatorio de Derechos Humanos, Alison Parker, manifestó que “el gobierno de Estados Unidos mostró un total desprecio por el derecho a solicitar asilo cuando envió agentes a caballo con las riendas agitando para controlar y disuadir a esta población migrante mayoritariamente negra”.

“Este tratamiento violento de los haitianos en la frontera es sólo el último ejemplo de políticas fronterizas estadounidenses discriminatorias, abusivas e ilegales que están devolviendo a las personas al daño y al desastre humanitario”, añadió.

Las brutalidad de la Patrulla Fronteriza hacia los emigrantes haitianos mancha severamente las promesas de cambio de la actual Casa Blanca respecto a la gestión de la inmigración irregular, frente a la crueldad inaudita que practicaron sus antecesores. Estados Unidos sigue dando la imagen de país hostil. La indignación de Washington no es suficiente. La Patrulla Fronteriza es un cuerpo federal. Ya no pueden culpar a los republicanos. La anunciada investigación de los hechos debe desembocar en una reforma de una fuerza policial que opera con un inaceptable margen de discreción y falta de supervisión.

Las expresiones de condena no se han traducido en compasión hacia los haitianos. Estados Unidos ha iniciado vuelos de deportación de Texas a Haití, un país que solo ofrece miseria y violencia. Hasta el martes, 523 migrantes habían sido deportados en avión y las autoridades han confirmado que seguirán más vuelos. Estas devoluciones en caliente antes de que los migrantes pidan asilo se hacen por medio de una excusa legal instaurada por Donald Trump que, a raíz de la pandemia, permite rechazar en frontera por riesgo sanitario. Biden la sigue usando.

Cerca de 14.000 migrantes haitianos pueden ser deportados a su país en las próximas tres semanas. Pero deportar familias a un país como Haití “desafía el sentido común y la decencia”, criticó con acierto el demócrata Chuck Schumer. El legítimo objetivo de disuadir la inmigración irregular no se puede perseguir castigando a quienes llegan al final del viaje.

No será la última crisis humanitaria en una frontera que no entiende de presidentes. Ni siquiera es la primera protagonizada por haitianos. Las ciudades fronterizas al norte y al sur de México se están convirtiendo en cárceles al aire libre.

—https://elpais.com/opinion/2021-09-23/brutalidad-fronteriza-en-texas.html

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