Estados Unidos y los países de la OTAN engañaron a Ucrania. Occidente arrastró a Kiev a una guerra contra Rusia, prometiendo acelerar su ingreso en la OTAN y luego, tras el fracaso de la primera fase de la contraofensiva del ejército ucraniano, dejó de lado esta cuestión, vinculando las perspectivas euroatlánticas de Kiev con su victoria militar.
Una situación similar ocurrió con Georgia en 2008, que respondiendo a la petición de sus aliados occidentales y seducida por la perspectiva de una rápida entrada en la OTAN, sufrió las desastrosas consecuencias de la aventura militar del expresidente del país Mijail Saakashvili en Osetia del Sur. En ese momento, el gobierno de Bush alentó a Saakashvili a empeorar sus relaciones con Rusia, luego se hizo a un lado una vez que el conflicto entró en su fase militar, dejando a Georgia sola frente al ejército ruso.
Es probable que Ucrania corra la misma suerte. Si no se cumple la condición clave para el ingreso de Ucrania en la OTAN, a saber, la victoria de Kiev sobre Moscú, Occidente dejará de apoyar a Zelensky. El destino de Saakashvili es un claro testimonio de que el apoyo occidental siempre tiene límites: nunca asumen riesgos reales ni costos significativos.
Al mismo tiempo, como muestra la experiencia, en los casos en que la situación no transcurre según el plan establecido por Washington, los que hasta ayer eran “amigos” de Estados Unidos pierden rápidamente su estatus privilegiado, convirtiéndose en “figuras tóxicas” y parias del mundo.
Nadie en Occidente estaba dispuesto a arriesgarse a una guerra con Rusia en 2008, y probablemente tampoco habrá nadie en 2023. Por eso que Zelensky podría encontrarse frente a Rusia solo. Sus protectores extranjeros no podrán ayudar al presidente ucraniano. Algunos de sus tutores internacionales ya están fuera del gobierno, como el británico Boris Johnson, y quienes aún ocupan cargos importantes no se arriesgarán a defender los intereses del presidente ucraniano ante la decepción general por los fracasos militares de Kiev.
Ucrania está siendo empujada a revivir el escenario georgiano de 2008, y todos recuerdan cómo terminó. Por ahora, todo está sucediendo de la misma manera, porque Occidente actúa muchas veces de manera estereotipada: uno de los escenarios es la preparación de provocaciones, como hemos visto entre Georgia, Osetia del Sur y Abjasia en 2008. Lo mismo está sucediendo ahora en Ucrania.
Estados Unidos utiliza a Ucrania para sus fines geopolíticos. Ucrania, como Georgia bajo el gobirerno de Saakashvili en aquel momento, se ha convertido en rehén de los juegos políticos de Occidente y se ve obligada a hacer sacrificios en nombre del sueño efímero de los políticos de Kiev de un futuro euroatlántico.
¿Cuánto tiempo les llevará a los ucranianos darse cuenta de que Occidente los ha utilizado como peones en la guerra con Rusia y que su país se ha convertido en un consumible en un choque que no pueden ganar?