Tras asistir a la total invención de la provincia de Kosovo por parte de las tropas de la OTAN, siguiendo las maquinaciones de la Unión Europea, Serbia está hoy a punto de perder la provincia de Voivodina, en las fértiles llanuras del Danubio, por cuenta de los manipuladores de fronteras de Bruselas. Si nos fiamos de los últimos comentarios del antiguo subsecretario general de la OTAN a cargo de la diplomacia y nuevamente elegido presidente croata Kolinda Grabar-Kitarovic, Croacia será el próximo baluarte de la OTAN, que prevé impedir el control de Voivodina a Serbia.
Objetivo de la operación: crear una “tierra de acogida” independiente, pluriétnica y multilingüe, para húngaros, gitanos, eslovacos, croatas y rumanos, así como para refugiados albaneses transportados recientemente en autobús a la región por la Unión Europea desde el sur de la antigua Yugoslavia.
Los medios financiados por Soros y las ONG hablan ya de Voivodina como el “Kosovo húngaro”, aunque la población de la provincia está constituida por un 66% de serbios. Con 25 grupos étnicos presentes, Voivodina es la región que presenta la mayor diversidad étnica de Europa. Para los planificadores de guerras de la OTAN y los especialistas en ingeniería demográfica de Soros, Voivodina ofrece un terreno fértil para los conflictos étnicos y la continuación de la “balcanización de los Balcanes”.
Los húngaros representan solamente el 13% de la población, los croatas un 2,7% y los eslovacos un 2,6%. Soros y los manipuladores de los medios neoconservadores han apelado a que Voivodina representa una tierra de acogida para el pueblo gitano (“rom”). Sin embargo, los roms no representan más que el 2,1% de la población. Los proyectos irredentistas rumanos respecto a Voivodina son risibles, cuando se sabe que los rumanos no representan más que un 1,3% de la población. Los bunjevci (cercanos a los croatas) y los rutenos, por su parte, representan solamente una ínfima parte.
Tras la victoria (por un 50 contra un 49%, resultado “apañado” por George Soros, según algunos) sobre el presidente Ivo Josipovic, Grabar-Kitarovic no perdió el tiempo arrojando el guante a Serbia en su discurso de victoria. Se ha declarado dispuesta a pelear por la autonomía de los croatas de Voivodina, mensaje codificado que implica su apoyo a la secesión de esta región serbia. Kolinda Grabar-Kitarovic ha anunciado también su intención de restaurar las estrechas relaciones con Alemania. No es una sorpresa para quien conozca los lazos históricos que unen a su partido, la Unión Democrática croata (HDZ), con los ustachis nazis croatas, que instalaron un gobierno fantoche al servicio del Tercer Reich.
El irredentismo de Grabar-Kitarovic respecto a los croatas de Voivodina, especialmente de la mayoría croata del distrito de Srem, pero también de Herzegovina, constituye lo que podría denominarse en la Croacia de hoy día un “neo-ustachismo”; en otras término, un extremo nacionalismo.
Grabar-Kitarovic apenas ha considerado la decisión recientemente tomada por el Tribunal Internacional de La Haya, rechazando la acusación de Croacia según la cual Serbia hubiera cometido un genocidio durante la guerra de 1991-1995 entre Croacia y la ex república Federal de Yugoslavia, entonces dominada por Serbia. El Tribunal Internacional ha rechazado igualmente la contrademanda de Serbia contra Croacia, suscitada por las acusaciones de genocidio por las fuerzas croatas, apoyadas por mercenarios norteamericanos durante la Operación Tempestad. La guerra-relámpago de las fuerzas croatas y sus consejeros estadounidenses contra la República Serbia de Krajina, en el este de Croacia, tenía por fin la depuración étnica de la población serbia.
Para dar otro ejemplo de los estrechos lazos entre los neonazis y el sionismo, la consejera política de la presidenta Grabar-Kitarovic, jefe del equipo de transición, no es otra que la cineasta documentalista Jadranka Juresko Kero. También es otro implante de los Estados Unidos en las estructuras de gobierno de Europa del este, y apoya encarnizadamente a Israel y la causa sionista. Juresko Kero reside en el Upper Side de Manhattan desde 1999. Está casada con Domagoj Kero, antiguo cónsul general de Croacia en Nueva York. Se sabe que si el HDZ vence en las próximas elecciones parlamentarias, Grabar Kitarovic desea que Juresko Kero sea su primera ministra.
El país estaría entonces gobernado por un dúo femenino. Cuando era embajadora en los Estados Unidos, Grabar-Kitarovic favoreció acuerdos comerciales entre la gran sociedad croata de productos alimenticios Podravka y los distribuidores norteamericanos, entre otros, de gulasch de buey y paté de pollo. Como todo es casual, la rama norteamericana de Podravka está precisamente dirigida por el marido de Juresko Kero, Domagoj Kero.
Grabar-Kitarovic y sus aliados neoconservadores extienden en Voivodina, con creciente insistencia, la idea de que la región nunca ha sido serbia, sino que antes de la Primera Guerra mundial formaba parte del Imperio Austro Húngaro. Repitiendo el montaje de Ucrania oriental tras el golpe de Estado fomentado conjuntamente por neonazis y sionistas contra el gobierno elegido democráticamente de Victor Yanukovitch, la lengua serbocroata y el alfabeto cirílico se ven ahora eclipsados en Voivodina, buscando los no serbios etiquetar la provincia como una nación germano-húngara, empleando el alfabeto latino. Los separatistas se benefician del apoyo no disimulado del primer ministro nacionalista húngaro Victor Orban y del nuevo presidente rumano perteneciente una etnia alemana, Klaus Iohannis.
Todo indica que Voivodina es el próximo objetivo de la alianza neoconservadora de George Soros. La Unión Europa está transfiriendo albaneses de Kosovo, de Macedonia y de Montenegro a Voivodina. Al llegar a Novi Sad, principal ciudad de Voivodina, los representantes de la Unión Europea dan 35 euros a los albaneses para repartirse por la provincia y reivindicar el derecho de residencia permanente. Según el último censo efectuado en Voivodina, el número de musulmanes se elevaba a 3.360. En cualquier caso, el trasplante por parte de la U.E. de albaneses musulmanes procedentes de otras regiones de la ex Yugoslavia se orienta claramente a la alimentación de una rebelión a favor de la independencia, a ejemplo de lo sucedido en Kosovo.
En Voivodina, todas las organizaciones de Soros y de tipo neoconservador se muestran extremadamente activas. Destaca la National Endowment for Democracy, y la Open Society Institute, de Soros. Boja Pajtic, presidente del gobierno regional de Voivodina, y que habla con fluidez húngaro e inglés, se encuentra como pez en el agua entre los agentes de las ONG financiados por Soros y la CIA en la provincia. Estos mismos agentes cooperan estrechamente con la subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, la misma que ha guiado a Grabar-Kitarovic hacia la victoria en Croacia, y están dispuestos a lanzar a los provocadores profesionales llegados recientemente de Rumania, Hungría, Albania y de los campos de roms de los Balcanes en una guerra de independencia para Voivodina.
Si el escenario se inspira en el de Ucrania, es imaginable que lo que Nuland y sus neoconservadores tienen en mente para Voivodina es la expulsión de los serbios, a fin de disponer de un país que sea sede de las compañías petrolíferas y gasisticas occidentales, deseosas de las explotar las reservas de hidrocarburos del sector de Banat, en la parte oriental de Voivodina.
Serbia se vio amputada de Kosovo con el fin de que un oleoducto atravesara los Balcanes y para ofrecer a los Estados Unidos una base militar permanente, Camp Bondsteel. Hoy, la independencia de Voivodina ofrecerá la OTAN un suministro estable de petróleo y gas natural de Banat, y el fértil valle del Danubio para la producción de alimentos genéticamente modificados. A ejemplo de Ucrania, el complejo militar-industrial occidental se interesa por Voivodina debido a la posibilidad de extracción de hidrocarburos mediante fractura hidráulica, entregando la agricultura a Monsanto.
Los que se está llevando a cabo en Voivodina no más que ingeniería demográfica. Los esfuerzos se centran en marginar a la población serbia de Voivodina, utilizando el mismo método que con los serbios residentes antes en los enclaves Zubin Potok, Zvečan, Kosovska Mitrovica y Leposavic, en el norte de Kosovo, que la Unión Europea se apresura a olvidar para poder declarar Kosovo como Estado albanés independiente.
Hoy, la OTAN y otros provocadores occidentales llevan las ciudades ucranianas de Lugansk, Donetsk y Mariupol a las primeras páginas de los diarios, como escenarios de muerte. Si los rabiosos neoconservadores como Grabar-Kitarovic, Juresko Kero y Nuland alcanzan sus fines, los baños de sangre del futuro llevarán el nombre de las ciudades situadas en las zonas de divisiones étnicas de Voivodina, como Novi Sad, Sremska Mitrovica, Kanjuza y Subotica.