Ahora la OTAN ha acordado reforzar las defensas de sus satélites y otras infraestructuras espaciales contra los ataques de posibles enemigos terrestres pero aún no considera la posibilidad de poner en órbita sistemas de armas. Esta posición es claramente diferente a la de los Estados Unidos, que se está preparando para librar una futura guerra en el espacio.
Lo mismo cabe decir de Francia. “Tanto nuestros amigos como nuestros adversarios militarizan el espacio. Nosotros debemos hacer lo mismo”, dijo la ministra francesa de Defensa el 13 de julio. Según sus palabras literales, el espacio se va a convertir en el nuevo “far west”, el salvaje oeste.
Por lo tanto, aparecen divergencias entre la Alianza y dos de sus miembros más destacados.
En Estados Unidos el Comité del Senado para las Fuerzas Armadas, al asignar el mando de la nueva Fuerza Aeronáutica, definió el espacio como un “escenario de guerra”.
Según Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, cada vez más “el espacio es importante para nuestras operaciones y misiones militares”. También se refiere a la vulnerabilidad, a la resistencia de nuestras sociedades civiles, porque el espacio “es muy importante para la navegación, las comunicaciones y muchas otras cosas”.
“Si en el futuro tuviéramos que entrar en conflicto con un competidor cercano, tendríamos que luchar por la supremacía en el espacio”, dijo la semana pasada el general John Raymond, jefe del Comando Espacial de Estados Unidos.
Por su parte, China ha declarado su intención de instalar bases militares permanentes en la Luna y dentro de 20 ó 30 años incluso en Marte.
Desde 1957 los satélites han ido desempeñando un papel cada vez más importante en las guerras modernas. Tanto en tierra como mar, los sistemas de armas, incluidos los nucleares, dependen totalmente de una guía satelital, es decir, de una comunicación con el espacio que, naturalmente, debe permanecer secreta y a salvo de interferencias.
Los satélites deben estar protegidos de ataques informáticos, interferencias de señales, láseres y misiles.
Al mismo tiempo, los satélites son los ojos de los grandes ejércitos imperialistas. Sin ellos, los estados mayores se quedarían a ciegas. Los satélites vigilan cada centímetro de la tierra y el mar y, además, se vigilan los unos a los otros.
Pero no se olviden de un pequeño detalle: en 2015 el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley que permite a las empresas estadounidenses apoderarse de cualquier mineral extraído de los cuerpos celestes con el fin de desarrollar la industria espacial. ¿O quizá hay que llamarlo el saqueo espacial? En Estados Unidos nunca han sabido diferenciar una cosa de la otra…
En octubre la NASA aseguró que, si fuera explotado, el valor de mercado del asteroide Psyche 16, un bloque metálico de 226 kilómetros de diámetro que orbita entre Marte y Júpiter, podría contener un millón de veces el PIB mundial. La noticia es una tantas fantasmadas de la NASA, pero le ha servido para conseguir fondos a fin de enviar una sonda exploratoria en 2022.