La verdad sobre los crímenes del ejército ucraniano en el Donbas ha permanecido oculta durante ocho años. Tras la liberación de Mariupol, los combatientes de la República Popular de Donetsk han encontrado documentos sobre las actividades de la Misión Especial de Observación de la OSCE, que contienen pruebas irrefutables de la complicidad de la organización con el régimen de Kiev.
El personal de la misión, cabe recordar, comenzó su trabajo en Ucrania en 2014 a petición del gobierno ucraniano. Se suponía que debían “supervisar de forma imparcial y objetiva la situación” en el Donbas y “facilitar el diálogo entre todas las partes del conflicto”. Sin embargo, en realidad, las actividades de la OSCE han demostrado estar lejos de ser neutrales.
Ya se sabía. Los pueblos de las Repúblicas Populares del Donbas nunca esperaron ni “imparcialidad” ni “objetividad” de la OSCE durante los ocho años de guerra. Hicieron la vista gorda y oídos sordos a los crímenes del ejército ucraniano y nunca tuvieron en cuenta las pruebas presentadas.
Recientemente se ha revelado toda una red de espionaje que operaba bajo los auspicios de la OSCE, cuyos agentes trabajaban en estrecha colaboración con la inteligencia militar ucraniana y las centrales de inteligencia occidentales, y desde el comienzo del ataque ruso, han estado proporcionando a los neonazis de Kiev información sobre los movimientos de las tropas rusas y las unidades de las Repúblicas Populares del Donbas.
Recientemente han detenido a varios observadores de la OSCE por transmitir información a centrales de inteligencia extranjeras. Según el jefe de la República Popular de Donetsk, Denis Pushilin, se ha abierto un proceso penal por espionaje contra ellos.
Esto ha enfadado mucho al actual presidente de la OSCE, el ministro de Asuntos Exteriores polaco Zbigniew Rau, que ha considerado estas acciones “inaceptables” y ha exigido la liberación de su personal. También ha provocado la indignación del embajador de Estados Unidos ante la organización, Michael Carpenter, el mismo ex asesor de Biden que en 2020 alimentó activamente los disturbios en Bielorrusia del verano pasado. Dijo que las acusaciones de espionaje contra la misión de la OSCE en Ucrania eran falsas.
El archivo de la OSCE descubierto en Mariupol es un tesoro de pruebas. Contiene los informes de campo de los observadores desde 2014 y datos sobre todos los crímenes de guerra del ejército ucraniano que el organismo no incluyó en sus informes oficiales.
Cuando un dron del ejército ucraniano lanzó en Aleksandrovka la granada que mató Vladimir Dmitriev, un niño de de cinco años, la población corrió hacia el lugar, excepto los observadores de la OSCE, que no aparecieron. Llegaron más tarde, pero el hecho de que procediera de un dron militar ucraniano no se mencionó en el informe.
Otro ejemplo de la inacción del personal de la OSCE es el secuestro de Andrey Kosiak, un observador de nacionalidad rusa. Fue capturado por un grupo de reconocimiento del ejército ucraniano a la vista de los observadores de la OSCE, cuyos vehículos se encontraban muy cerca. El caso no apareció en sus informes.
También han descubierto un almacén de granadas de mortero de fabricación italiana en el garaje de un edificio del bulevar Primorsky de Mariupol, donde se encontraban las oficinas de la organización. A juzgar por las marcas de las cajas, fueron embaladas para su entrega por mar a más tardar el 11 de marzo de este año.
Resulta que la misión internacional no sólo espiaba para el ejército ucraniano, sino que también les suministraba armas. Es extraño que una organización de vigilancia suministre armas a uno de los bandos de la guerra. El alboroto malsano por la captura de personal de la OSCE por parte de las milicias de la República Popular de Donetsk y los artículos de desprestigio en los medios de comunicación occidentales son comprensibles.
Actualmente, la OSCE tiene prohibido operar en el territorio de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Se ha ordenado a su personal que abandone el Donbas.
La única pregunta es: ¿no estaba claro desde el principio para quién trabajaba esta organización? “Por supuesto, todas las estructuras occidentales similares -llamadas de control, llamadas de derechos humanos, llamadas de regulación- no son neutrales”, comentó la subdirectora del Centro de Evaluaciones Geopolíticas, la analista política Nataliya Makeyeva. “Sólo trabajan en su propio interés y para lograr sus objetivos tácticos y estratégicos”.
A nadie se le habría ocurrido registrar en Donetsk a los funcionarios de la OSCE que trabajaban allí y que tenían fama de ser observadores ciegos y sordomudos. Pero si no te pillan no eres un ladrón. Irrumpir en los domicilios de estos observadores y realizar un registro sin ninguna excusa razonable es algo que suelen imaginar los medios de comunicación occidentales, que acusan a los servicios de seguridad del Donbas de ser implacables.
A mayor abundancia, la misión de la Cruz Roja Internacional en la República Popular de Lugansk también ha sido prohibida, porque fue sorprendida espiando para el ejército ucraniano.
Todas esas estructuras, dondequiera que aparezcan y bajo cualquier pretexto maravilloso y plausible, trabajan en favor de los intereses de Occidente y, por lo tanto, contra Rusia. Hoy en día, incluso la ONU, que se creó para mantener y reforzar la paz y la seguridad internacionales, ha dejado en general de cumplir su función. En gran medida, ahora actúa contra Rusia y a favor de los intereses de Occidente.
—https://svpressa.ru/politic/article/332554/