Riad Hijab, del Alto Comité Negociador |
A pesar de la rueda de prensa del jueves en Riad, las presiones han tenido sus frutos y el Alto Comité Negociador estuvo presente en la apertura de las negociaciones de paz en Ginebra.
Es más que evidente: si esas mismas presiones las hubieran ejercido para impedir la guerra, se habrían evitado los 260.000 muertos y los millones de refugiados.
Para salvar la cara, el Alto Comité Negociador dijo que Staffan de Mistura, el emisario de la ONU para Siria, les había dado garantías de que sus exigencias iban a ser atendidas.
Lo cierto es que la “oposición” ha puesto de nuevo en evidencia, para que no quepan dudas, quiénes son los verdaderos padrinos de esta guerra y que el Departamento de Estado ha perdido la buena sintonía que siempre ha tenido con sus fieles vasallos sobre el terreno: Arabia saudí y Turquía.
En Washington se han resignado a los hechos consumados: la caída de Bashar Al-Assad, la prioridad en Riad y Ankara, es imposible. Más resulta contraproducente en el momento actual, al menos para los intereses estadounidenses.
Los imperialistas han perdido su confianza en la “oposición” porque, como han demostrado en cinco años de guerra, ni se ha convertido ni se va a poder convertir nunca en una alternativa al gobierno de Damasco.
El dinero sin fondo, el adiestramiento militar, el equipamiento técnico, el desgaste político, el esfuerzo diplomático… todo ha sido en vano y, en ocasiones, contraproducente.