Ayer la onza de oro superó por primera vez el umbral de los 4.000 dólares en Nueva York. Desde principios de año, el oro ha subido más del 50 por cien, un aumento espectacular.
Si el oro es, como dicen, un valor “refugio”, no cabe duda que el capital está corriendo a esconderse de los malos tiempos que se avecinan. El máximo histórico es consecuencia de las profundas convulsiones del capitalismo actual.
Marca el fin del dólar y la deuda estadounidense, dos pilares del sistema financiero internacional desde 1945. Es tanto como decir que Estados Unidos se hunde irremediablemente y que sus intentos de salir a flote resultan estériles. La deuda ha obligado al gobierno de Estados Unidos a bajar la persiana y cerrar las oficinas públicas.
También es una señal de la fragmentación de los mercados mundiales, donde los países emergentes, encabezados por China, buscan distanciarse de Estados Unidos. La fragmentación económica corre paralela con la política y su secuela de guerras en Europa y Oriente Medio, con crecientes pulsos comerciales entre Estados Unidos y China.
Francia es otro país caracteristico al borde del abismo, endeudado e incapaz de formar gobierno. En 2022 Macron se propuso “arrasar” a Rusia por destar la guerra en Ucrania y han acabado siendo arrasados. En África los echan a patadas, literalmente.
Después del robo de los activos rusos en Europa, los países emergentes ya no se fían y han añadido más de 1.000 toneladas de oro a sus reservas durante tres años consecutivos, en comparación con un promedio de menos de 500 toneladas durante la década anterior.
Un país vapuleado como China aún posee cantidades significativas de bonos del Tesoro estadounidense; el oro representa menos del 5 por cien de sus reservas.
El oro no es el único metal que se beneficia del pánico generalizado. Aunque aún no ha roto su récord de 2011, la plata ha ganado casi un 70 por cien desde principios de año y ahora se cotiza a 48,40 dólares la onza.
Un prototipo de capital financiero a la deriva: Japón
Desde los años noventa, Japón ha sido uno de los prototipos de capital financiero internacional. Para superar la profunda crisis de superproducción, permitió tipos de interés cercanos a cero. Era dinero fácil y negocio seguro.
Fue un verdadero grifo de liquidez para el capital financiero, que invirtió en todo el mundo para obtener gigantescoos beneficios. Durante 30 años ese dinero tapó muchos agujeros. Financió los déficits de todos los países, en particular los de Estados Unidos y Europa.
Ahora los tipos de interés a 30 años han subido al 3,32 por cien y aquel modelo de negocio especulativo se ha hundido. El último pilar de la arquitectura financiera posterior a la Guerra Fría se ha acabado.
El capital financiero japonés está dejando de exportar y comenzando a repatriarlo. La liquidez del mercado mundial se reduce en un momento en el que las necesidades de financiación son astronómicas en todo el mundo.
Los especuladores suspiran porque alguien tome el relevo y rompa las compuertas para compensar la retirada de Japón. El capital se ha acostumbrado al dinero fácil y reza porque vuelvan los viejos tiempos de los tipos de interés cero.
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