La narrativa de las medidas COVID es ilógica y absurda, pero no es casual

La narrativa de la “pandemia de Covid” es una claramente locura. Solamente parándonos a pensar, por un minuto, si un virus ataca más gravemente cuando estás disfrutando con amistades que en un vagón de tren que nos lleva al trabajo, la respuesta parece obvia.

Las reglas carecen de sentido y son arbitrarias, los mensajes son contradictorios, la premisa misma es absurda.

Cada día se lanza una nueva ocurrencia pandémica y a cada cuál más represiva, pero mientras algunas personas ponen sus ojos en blanco, protestan o simplemente ríen de incredulidad, son muchas más las personas que aceptan tales normas o pasan desapercibidas.

El ejemplo de España es sin duda clarividente, donde el gobierno, ante el colapso de la Seguridad Social por las bajas supuestamente achacables a la variante Omicron, va a reducir los días de baja médica de las personas afectadas. Porque la regla no va cambiando en función de la letalidad de la variante, sino de la cuenta corriente de las pensiones.

En realidad, intentan vendernos todos los días que dar positivo en una prueba PCR que no sirve para detectar ningún virus, significa que estás portando una enfermedad peligrosa. Pero por otro lado están solicitando que esas personas portadoras de un «virus mortal» trabajen. Es la prueba gráfica de que esto no va de enfermedades ni de virus.

Más bien, parece tratarse de hacer cumplir reglas que tienen poco o ningún sentido, que requieren conformidad al precio de la razón, trazando líneas arbitrarias en la arena y exigiendo que las personas las respeten, haciendo que las personas crean «hechos» que son demostrablemente falsos.

En psicología clínica, uno de los signos diagnósticos del psicópata es que dicen mentiras elaboradas, compulsivamente. Muchas veces dirán una mentira incluso si la verdad fuera más beneficiosa .

Nunca se puede obligar a las personas a obedecer reglas que tengan sentido, porque pueden estar obedeciendo a la razón de ser de las mismas, y no a la fuerza que las impone. El verdadero poder radica en hacer que las personas tengan miedo de algo que no existe y en hacerlas abandonar la razón en nombre de protegerse de la amenaza inventada.

Para garantizar que tiene el control, debe hacer que la gente vea cosas que no existen, hacer que la gente viva en una realidad construida a su alrededor y obligar a la gente a seguir reglas arbitrarias y contradictorias que cambian día a día.

Para probar realmente su lealtad, su hipnosis, incluso podría decirles que ya no hay nada que temer, pero que deben seguir las reglas de todos modos.

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