Como no podía ser de otra manera, el dirigente islamista se apoya en una azora del Corán para sostener que las mejores horas para el sexo están entre el rezo Al-Icha a las 21:22 de la noche y las primera horas de la mañana.
Entre esa hora y la medianoche hay que rezar, ocuparse de los niños, preparar la cena, ver la tele y hacer las carantoñas de acercamiento a la pareja previas a lo propiamente sexual.
El islamista marroquí muestra un criterio propio de clase social y asegura que el cambio de hora afecta a la “productividad íntima” de los obreros y funcionarios que madrugan para acudir a trabajar.
A más de un lector, que tiene un estereotipo del islam ligado al puritanismo, le sorprenderán este tipo de mensajes lanzados a los cuatro vientos. Creerá que son más propios del occidente cristiano, que con Freud, Reich y la revolución sexual de mediados del pasado siglo, superó sus tabúes.
También aquí nos volvemos a equivocar. En materia de sexo el mundo cristiano nunca conoció un obra pionera como pocas: la “Enciclopedia del Placer” que, como su propio nombre indica relataba todo tipo de prácticas sexuales, no sólo de hombres sino también de mujeres.
Posiblemente le sorprenda saber que dicha obra fue escrita hace ya mil años -no es una errata- por el irakí Ali ibn Nasr Al-Katib, cuando el mundo cristiano estaba sumido en el más profundo Medievo.
Este tipo de relatos no deberían sorprender tanto. Históricamente los cristianos siempre percibieron a oriente como un lugar donde la lujuria era desbordante, a diferencia de occidente.
El Corán se escribió 600 años después del Nuevo Testamento y, a diferencia de la Biblia, en sus versículos el sexo no tiene un sentido ni peyorativo ni exclusivamente reproductivo. En su obra Al-Katib cuenta que fue dios quien señaló la grandeza del coito y dio prioridad al placer.
En occidente no sólo estamos equivocados. Nuestro problema es que no sabemos hasta qué punto nos han inculcado una percepción distorsionada del islam que llevamos en la médula de nuestros huesos.
Pondremos otro ejemplo que los medios de comunicación occidentales no difunden: el difunto ayatollah Jomeini, máxima autoridad chiíta iraní, promulgó una “fatwa” afirmando que el cambio de sexo no sólo no era contrario al Corán sino que era algo positivo porque reconciliaba el alma con el cuerpo.
Ahora comparemos ese tipo de pronunciamientos con los que llegan de las máximas autoridades del Vaticano.
A los interesados por el porno les informamos de que la “Enciclopedia del Placer” se tradujo al inglés y se publicó en Montreal, Canadá, en 1977. Para leerlo en castellano es posible que deban esperar otros mil años más.