Como consecuencia de los confinamientos impuestos durante la pandemia, el gigante alemán de los grandes almacenes, la Galeria Karstadt Kaufhof, se ha declarado en quiebra por tercera vez en sólo cuatro años.
Las cadena se fundó hace 150 años y es una de las más conocidas de Alemania. Tiene más de 170 tiendas y 15.000 trabajadores en todo el país, que pueden ir al paro próximamente.
Los aumentos de los precios de la energía a raíz de las sanciones contra Rusia han descarrilado cada uno de los planes de rescate que han emprendido los gerentes de la empresa durante los últimos años.
A la cadena se le han acumulado las deudas y los subsidios públicos (765 millones de dólares) han alargado la agonía un poco más.
Los locales son propiedad de su empresa matriz, el holding austriaco Signa, que ha impuesto unos alquileres imposibles de pagar. Los costos se han disparado en medio de un clima económico alemán que apesta a bancarrota cada día más, como muestran las protestas agrarias que han comenzado esta misma semana.
Desde el inicio de la pandemia el monoplio alemán ha estado cerrando tiendas y despidiendo a los trabajadores. El número de tiendas ya debía reducirse en unas 52 localidades en el marco de un programa de reestructuración previamente planificado y que finaliza a finales de este mes.
El plan de los actuales gerentes consiste en buscar un nuevo especulador que meta dinero fresco para pagar la montaña de deudas, aunque en realidad no vale nada. A cualquier interesado en comprar la empresa, no le interesa nada su actividad, sino apoderarse de sus locales.
El holding Signa compró la cadena en 2019 y al año siguiente la fusionó con su antiguo competidor, el monopolio minorista Karstadt. De esa manera se creó la segunda cadena de grandes almacenes más grande de Europa. Un gigante con los pies de barro.