Los ataques violentos contra bares gay en Estados Unidos son algo común desde hace mucho tiempo, como documentaba el sociólogo Greggor Marrson: “El registro de delitos en la prensa gay está repleto de ataques contra empleados en bares gay, y sigue sucediendo hoy en día”, incluyendo asesinatos. En 2014 un brutal crimen de odio contra una pareja homosexual fue efectuado por el personal y los estudiantes de una escuela superior católica. En el predominantemente católico y evangélico Brasil, el asesinato de mujeres trans es ahora epidémico. La obra de Terrence McNally “Corpus Christi” fue amenazada repetidamente en Estados Unidos con bombas, y tuvo que ser cancelada por su caracterización de Jesús como gay.
Una encuesta de 2015 demostró que los musulmanes de Estados Unidos aceptaban más la homosexualidad que los cristianos evangélicos, los mormones o los Testigos de Jehová. Igualmente, tienen un mayor porcentaje de aceptación de matrimonio homosexual (42%) que los evangélicos (28%), los protestantes afroamericanos (40%), los mormones (26%) y los Testigos de Jehová (14%). De esa manera los musulmanes norteamericanos apoyan el matrimonio homosexual al mismo nivel que los cristianos en general (un 44%).
Tanto Rusia como China son países no religiosos de forma aplastante, y también vehementemente anti gays; por lo que se refiere a los rusos religiosos, son leales a la Iglesia Ortodoxa Cristiana. En Camerún, los representantes de la Iglesia Católica no cesan de vomitar la retórica antigay más vil e inflamada. Un destacado multimillonario pastor evangélico brasileño, congresista con una historia de vil retórica antigay, Marco Feliciano, atacaba el 12 de junio a la comunidad LGTB por “usar” la masacre de Orlando para “autopromocionarse”, indicando que a quien había que culpar es al apoyo a los palestinos.
En los pasados años, fanáticos cristianos en los Estados Unidos han estado aplicando activismo y dinero, a menudo con éxito, para poner en marcha leyes represivas anti LGTB entre los cristianos africanos. Esto incluye Uganda, en donde intentaron implantar la pena de muerte para los homosexuales. La ley que se aprobó criminalizando la homosexualidad ha llevado a un aumento de violentos ataques anti LGTB.
Nada de esto niega en lo más mínimo que las actitudes antihomosexuales estén extendidas en partes del mundo musulmán. En la mayoría de los países (aunque no en todos), la aceptación no pasa del 10%. Pero esto también es cierto para partes pobres del mundo cristiano, en donde solo una pequeña parte de la población de países ampliamente cristianos como Ghana, Uganda y Kenia creen que la sociedad debiera aceptar la homosexualidad. En otros países que no son predominantemente musulmanes (China, Rusia, Nigeria, El Salvador, Israel) la mayoría igualmente se opone a la aceptación social de la homosexualidad.
Es también cierto que partes de la doctrina islámica presentan todo tipo de concepciones horribles sobre la homosexualidad, las mujeres y otros temas. Pero también es cierto esto para la Biblia cristiana y el Talmud judío. Cuando hablamos de judíos y cristianos, instintivamente entendemos lo intolerante y engañoso que es escoger trozos ofensivos de sus libros sagrados y usarlos para demonizar a todos los cristianos y judíos contemporáneos.
Efectivamente, una táctica habitual de neonazis y otros antisemitas variados es citar feos párrafos del Talmud (incluyendo aquellos que predican a los judíos emplear a los no judíos como esclavos, o robarlos y engañarlos), como prueba de la falta de honradez y confianza de los judíos en general. Todos entendemos que esta táctica es vil, anticientífica y antiintelectual precisamente porque los modernos adherentes a estas creencias interpretan y aplican (o ignoran) estas admoniciones de muchas maneras.
Exactamente lo mismo es cierto para los musulmanes, por parte de una gama de charlatanes seudo intelectuales, incluyendo a los que admiten no haber leído nunca el Corán, que usan exactamente esa táctica de pacotilla para demonizar al Islam (por ejemplo, el experimento social consistente en leer pasajes crueles de la Biblia y decirles que son del Corán). Hay literalmente millones y millones de musulmanes que tienen opiniones positivas y mantienen buenas relaciones cotidianas con homosexuales, y es la misma causa de que casi siempre es cierto que aquellos que demonizan al Islam con más encono son los que conocen el menor número de musulmanes.
Efectivamente, hay musulmanes LGTB por todo el mundo que, como todos los LGTB, luchan para mantener juntas sus identidades y sus convicciones religiosas a través de conflictos personales. Como ha dicho el director ejecutivo del mayor grupo musulmán-norteamericano, (CAIR); “Durante muchos años, los miembros de la comunidad LGTB han estado hombro con hombro con la comunidad musulmana contra los crímenes de odio, islamofobia, marginalización y discriminación. Hoy estamos con ellos, hombro con hombro”. Los musulmanes que trabajan para hacer el Islam más abierto a los LGTB merecen apoyo, pero aquellos más dispuestos a demonizar al Islam, por todo tipo de motivos tribales, nacionalistas y religiosos, normalmente anulan a los primero, porque su presencia demuestra lo equivocado que es el retrato absolutista de los musulmanes que quieren pintar.
Pese a todos los datos disponibles, el grupo de polemistas que literalmente parece dedicar sus vidas a explotar cada suceso en las noticias para atacar el Islam no han perdido el tiempo, antes de saber cualquier dato, cuando los cuerpos estaban aún en el club, para exprimir la matanza de orlando y pintar a los musulmanes estrictamente como portadores de odio hacia los LGTB. No importa que el sospechoso, Omar Mateen, no demostrase signos de fanatismo religioso, sufriera según fuentes cercanas enfermedades mentales, tuvieron un historial de maltrato, trabajara para un gran contratista de defensa y mercenarios, no tuviera conexiones con grupos extremistas hasta su llamada a urgencias citando al Estado Islámico y estuviera obsesionado con ingresar en el Departamento de Policía de Nueva York.
La ocasión para conspirar contra la comunidad LGTB revitalizando los programas antimusulmanes era demasiado atractiva como para resistirse, sin importar las pruebas que había en contra. Intente decir a los ciudadanos LGTB educados en Estados Unidos, en Sudamérica o en Europa que este odio contra los gays es un atributo exclusivo del Islam, y el desprecio que provocará, basado en un conocimiento personal real en vez de una ideología del odio, será intenso.
La instantánea manipulación de este ataque es parte de una tendencia más general de manipulación de asuntos sociales a fin de glorificar los planes del militarismo, los conflictos tribales y las políticas exteriores de agresión. Decoremos los cuarteles generales del GCHQ o el ayuntamiento de Tel Aviv con la bandera gay del arco iris y, de forma instantánea, décadas de control y ocupación militar se presentarán como bonitas y liberales.
Elijamos presidentes militaristas que representen símbolos de raza y género y repentinamente su militarismo les parece a los liberales ser más tolerable e incluso inspirador. Simulemos que la guerra contra Afganistán es por el feminismo, y la agresión contra Irán es para proteger a los LGTB, y veremos a los liberales deshacerse en alabanzas. Disfracemos la animosidad antimusulmana de activismo pro-LGTB y conseguiremos extender el apoyo a una mentalidad neocon y a sus objetivos entre amplios sector del liberalismo occidental.
Presentar el odio anti-LGTB como algo exclusivo o incluso predominante en el Islam no solamente es difamatorio hacia los musulmanes, sino que hace un flaco favor a los millones de LGTB que han sido y seguirán siendo gravemente oprimidos, señalados y atacados por gente que no tiene nada que ver con el Islam. La lucha de los LGTB en el mundo ya es suficientemente difícil para utilizarlos cínicamente a manera de propaganda para vapulear a un grupo que ya se ve bastante golpeado desde múltiples direcciones.