A pesar de lo que digan los “expertos”, el Estado y el mercado siempre han ido de la mano. Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, la empresa de análisis de datos Palantir, disfruta de un éxito notable. Se debe a su alineamiento tecnológico, financiero e ideológico. Pero tan importante como triunfar en Silicon Valley es hacerlo en Washington.
El director de Palantir, Alex Karp es una de las figuras más prominentes de la industria estadounidense de alta tecnología. Si bien es menos conocido que Elon Musk o Mark Zuckerberg, en tan solo unos meses se ha consolidado como una pieza clave en la política de seguridad del nuevo gobierno de Trump.
Karp se ha acostumbrado a viajar en el equipaje del presidente. El pasado mes de mayo Trump subió a Karp al Air Force One para cerrar contratos con Mohammed bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí. Un mes antes fue presentado al jeque Tahnoun Bin Zayed, uno de los hombres fuertes de Abu Dabi, para hablar sobre los principales proyectos de inteligencia artificial de Emiratos Árabes Unidos.
En una época de decadencia industrial, Palantir representa lo mejor de la tecnología estadounidense a ojos del nuevo gobierno, que también utiliza sus aplicaciones de análisis de datos como moneda de cambio diplomática.
Palantir se ha convertido en una máquina de hacer dinero. En cinco años ha experimentado un crecimiento meteórico. La empresa ha pasado de una capitalización bursátil de 44.000 millones de dólares en el momento de su salida a bolsa en el Nasdaq en 2020 a más de 350.000 millones de dólares. Ha entrado en el club de las 20 empresas más valiosas del mundo y se está acercando rápidamente a los gigantes tecnológicos.
Su punto fuerte es la vigilancia, el control y la represión, una industria con futuro: procesar y analizar enormes bases de datos para extraer información esencial para la policía, los servicios de inteligencia y los ejércitos. Esta capacidad única le permite colaborar con las principales instituciones federales, desde sanidad hasta defensa. En los primeros seis meses del año, tras el regreso de Trump a la Casa Blanca, la empresa ha firmado contratos por 322 millones de dólares con el gobierno, un 12 por cien más que en el mismo período del año anterior. A principios de agosto, publicó resultados récord para su segundo trimestre, con ingresos superiores a los 1.000 millones de dólares, un 48 por cien más, y un beneficio de 327 millones de dólares, duplicándose en un año.
Vigilar a los emigrantes
Su facturación se basa principalmente en los numerosos pedidos del gobierno, que aporta más de la mitad de sus ingresos. Sin embargo, Palantir nunca ha descartado colaborar con el sector privado. En los últimos años, se ha diversificado con importantes empresas internacionales como el fabricante de aeronaves Airbus, Merck y Société Générale. Recientemente, el gobierno firmó un contrato de 30 millones de dólares para vigilar las entradas y salidas de migrantes en su territorio. El objetivo es detectar a los extranjeros con los visados vencidos.
El mundo camina hacia una vigilancia generalizada de la población y las aplicaciones informáticas de Palantir pueden hacer que los datos hablen, incluso aunque no estén relacionados entre sí, para revelar conexiones entre personas o eventos. Puede encontrar vínculos “ocultos” entre una maraña de información aparentemente inconexa.
En varias entradas anteriores hemos recordado la historia de Palantir, creada en 2003 para rastrear a los responsables de los atentados de 2001, inspirándose en las estafas de PayPal. La empresa fue financiada inicialmente por In-Q-Tel, es decir, por la CIA. Su primer inversor fue nada menos que el multimillonario Peter Thiel, estrecho colaborador de Trump. Fue él quien sugirió a Karp la idea de crear una plataforma similar para rastrear “terroristas”. Supuestamente en 2011 su aplicación Gotham supuestamente ayudó a localizar el escondite de Bin Laden antes de su asesinato. Nunca se ha aportado ninguna prueba de este bulo, que fue ampliamente difundido en su momento por los medios estadounidenses.
‘Un esfuerzo para mantener a Estados Unidos en el primer lugar’
La leyenda de una empresa comprometida con su gobierno está grabada en los reportajes fantasmagóricos de los medios. Vive de esa publicidad. Según Karp, Palantir ha prevenido innumerables atentados “terroristas” en Europa. Los estrechos vínculos de Palantir con la comunidad de defensa siempre han sido motivo de orgullo para el empresario, quien incluso se permite el lujo de impartir doctrina sobre la alianza entre Silicon Valley y el Pentágono. En un libro publicado el año pasado, titulado La República Tecnológica (*), asegura que la élite tecnológica está perdiendo el tiempo creando aplicaciones de citas y de compras en línea, en lugar de comprometerse con su país. “Necesitamos un esfuerzo nacional para mantener a Estados Unidos en el primer lugar”, declaró a principios de agosto durante la presentación de los resultados contables a los accionistas.
El éxito de Palantir no se explica únicamente por sus patrocinadores políticos. Su tecnología obra milagros y el auge de la inteligencia artificial la ha vuelto a poner en el punto de mira. La empresa y sus aplicaciones basadas en inteligencia artificial se venden como una solución para optimizar costes, tanto para las grandes empresas como para los presupuestos gubernamentales, siguiendo la purga política de Elon Musk, el efímero responsable de la reducción de gastos del gobierno de Trump.
La empresa ha multiplicado sus contratos con diversas instituciones públicas. En el último trimestre, sus contratos con el sector público han aumentado un 53 por cien en comparación con el año pasado. Varios cabecillas de Palantir han ocupado puestos clave en la Casa Blanca, siguiendo el principio de las puertas giratorias. El vicepresidente J.D.Vance fue uno de los primeros inversores en Palantir, junto con Peter Thiel.
Otro cabecilla de la empresa, Jacob Helberg, antiguo asesor de Karp, ha sido nombrado subsecretario de Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente. Son contactos bien posicionados para defender los intereses de una empresa privada que participa en todos los grandes proyectos políticos del país.
Esta influencia no se limita a Estados Unidos. El terreno de juego de Palantir se extiende a Europa, aprovechando la Guerra de Ucrania. La empresa equipa a los soldados ucranianos con su tecnología SkyKit, capaz de encontrar la combinación adecuada de satélites para observar un punto específico del mapa y desarrollar planes de ataque. “Nuestros productos pueden usarse para matar personas en determinadas circunstancias”, reconoce Karp.
La empresa se mantiene a la vanguardia de la tecnología militar para no perderse ningún contrato. Acaba de ganar uno de cuatro años para modernizar las herramientas de la OTAN. Está valorado en decenas de millones de dólares. La aplicación Maven Smart System, ya utilizada por el ejército estadounidense en Afganistán, está diseñada para acelerar la toma de decisiones en el campo de batalla y fortalecer la coordinación de las operaciones civiles y militares. Es una ventaja táctica muy valiosa en el contexto de las nuevas guerras híbridas. La aplicación puede analizar el comportamiento del enemigo con la ayuda de inteligencia artificial y ajustar los planes de ataque en tiempo real.
Esta maquinaria de guerra tecnológica se presenta como el sistema nervioso central de operaciones por la OTAN, que ha prometido utilizar la solución por un período limitado.
(*) https://sobrief.com/books/the-technological-republic
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