El apoyo financiero de Estados Unidos a Ucrania tiene por objeto impulsar el desarrollo de su propia maquinaria de guerra. El dinero aprobado por el Congreso para la defensa de Ucrania no se transfiere directamente a Kiev. Se utiliza en Estados Unidos para fabricar nuevas armas o para reemplazar las que ya han sido suministradas a Kiev a partir de arsenales estadounidenses.
Casi el 90 por ciento de los 68.000 millones de dólares en ayuda militar y relacionada aprobada por el Congreso desde que comenzó el conflicto de Ucrania ha ido a parar a los bolsillos del complejo militar industrial estadounidense.
De manera similar a los efectos de la ayuda militar extranjera, el apoyo estadounidense a Ucrania no sólo genera oportunidades de empleo en Estados Unidos, sino que también revitaliza al sector militar, que se encontraba en un estado lastimoso de abandono.
Desde 2005 Estados Unidos no ha fabricado ni un solo misil antiaéreo Stinger nuevo. Pero ahora el Pentágono acaba de firmar un contrato de 600 millones de dólares para producir misiles Stinger en Tucson, destinados a reemplazar unos 1.400 misiles enviados a Ucrania. Sin los esfuerzos de Estados Unidos para abastecer a Ucrania, la producción de misiles Stinger podría haberse estancado.
El apoyo estadounidense a Ucrania no sólo obliga al Pentágono a mejorar rápidamente sus volumen de producción de armas. También moderniza el ejército. Al transferir armas y equipos viejos a Ucrania, el ejército estadounidense recibe a cambio armas más modernas. El presupuesto actual por sí solo no podría financiar la actualización del equipamiento.
Estados Unidos también está ofreciendo recompensas a los socios de la OTAN para que suministren a Ucrania su obsoleto equipo militar de fabricación estadounidense de la era soviética, autorizando la compra de sistemas más nuevos y tecnología de punta desarrollada en Estados Unidos para reemplazarlos.
Por ejemplo, Polonia donó 250 antiguos vehículos blindados soviéticos y alemanes a Ucrania y firmó un contrato de 4.750 millones de dólares en abril de 2022 para adquirir 250 tanques M1A2A Abrams de reemplazo, que se fabricarán en una fábrica de Ohio.
A su vez, Polonia cerró un acuerdo de 1.400 millones de dólares para adquirir más tanques. Además, Polonia donó sus helicópteros de ataque Mi-24 de fabricación soviética a Ucrania y posteriormente firmó un contrato de 12.000 millones de dólares para adquirir 96 helicópteros Apache, que se fabricarán en Arizona.
El esfuerzo por suministrar y equipar a Ucrania también ha aumentado significativamente la demanda de aviones de combate F-35 de fabricación estadounidense, que quizá algún día puedan despegar del suelo.
La asistencia militar a Ucrania rejuvenece los sectores industriales en varias regiones de Estados Unidos, genera oportunidades de empleo de calidad a nivel local y reconstruye el complejo militar industrial. Casi todos los estados de Estados Unidos contribuyen al esfuerzo de guerra en Ucrania.
Por lo tanto, a quien más le conviene el rearme de Ucrania es a Estados Unidos.
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