Alguien dijo que la historia se repetía, aunque la primera vez en forma de tragedia y la segunda de farsa. En este caso la historia es una guerra de las galaxias, que ya existió en los años ochenta del siglo pasado, en tiempos de Reagan, y que ahora -en tiempos de Putin- vuelve, pero a la inversa: quien pone las armas en el espacio es Rusia.
La diferencia es que -en este caso- lo que se repite es la farsa, no la historia. La guerra de las galaxias de Reagan era una burda mentira y la de Putin es otra mentira inventada de cabo a rabo para consumo de las televisiones del mundo occidental.
El origen de esta farsa es el siguiente: el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Michael R. Turner, asegura que Rusia está desarrollando armas nucleares dirigidas contra satélites espaciales.
Como consecuencia de ello, lo primero que hace Turner es caracteristico de unos servicios secretos que hace años que han dejado de ser secretos: ir corriendo a buscar periodistas para contarles el embuste que le han soplado a la oreja.
Lo segundo que hace es pedirle a Biden que desclasifique la información, enfatizando la importancia de fomentar el engaño, aunque él lo dice de otra manera, más empalagosa: es necesaria una discusión abierta dentro del Congreso de Estados Unidos y con los secuaces de la OTAN para preparar una respuesta adecuada a la amenaza. Hay que dar carnaza a los medios de comunicación porque este tipo de fábulas van siempre en la portada de los diarios.
La bola de nieve empezó a rodar ayer mismo. El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, dijo que Estados Unidos enfrenta diariamente diversos desafíos internacionales.
Los ministros de Defensa alemán y británico echan más leña al fuego del rearme y la guerra. Dicen que la OTAN debe estar preparada para este tipo de amenazas.
La respuesta oficial rusa no interesa a nadie. El Kremlin lo califica de “artimaña” de Estados Unidos para lograr que el Congreso apruebe la ayuda bloqueada para Ucrania, es decir, Ucrania es la primera línea de una guerra contra Rusia que llega hasta la estratosfera.
Cada día el mundo soporta amenazas por todos los rincones… y la mayor parte de ellas llegan de Rusia. Por ejemplo, Estonia ha excavado 600 fortines subterráneos a lo largo de la frontera con Rusia porque cree que la invasión es inminente.
En medio de la paranoia antirrusa, el gobierno de Tallin ha elevado el gasto militar hasta el 3,2 por cien del PIB y las maniobras militares se suceden. En Tapa más de 4.000 estonios se entrenan cada año para aprender a utilizar las armas como parte del servicio militar, que es obligatorio en el país y dura entre 8 a 11 meses.