Las reformas introducidas en la ley marcial están reduciendo esa prohibición progresivamente.
Justo un día después de que el coronavirus fuera declarado “emergencia de salud pública internacional” por la Organización Mundial de la Salud el 30 de enero, el Secretario de Defensa Mark Esper aprobó los planes de pandemia y advirtió al Northcom que se preparara para un despliegue de fuerzas.
Northcom es el mando del Pentágono encargado de hacerse cargo del del poder en Estados Unidos en situaciones de crisis, para asegurar la “continuidad del gobierno”. Es responsable de la protección del Presidente, el Vicepresidente y el Secretario de Estado.
El protocolo que regula ese tipo de situaciones se modificó en 2001 tras los atentados contra las Torres Gemelas. De hecho el Northcom se activó poco después, el 1 de octubre de 2002. Los militares del Northcom trabajan en estrecha colaboración con el FBI, la CIA, la NSA y la Agencia de Inteligencia de Defensa.
En Estados Unidos recurren a numerosos eufemismos para encubrir lo que no es otra cosa que la legalización de un Golpe de Estado. Por ejemplo, hablan de “delegación del poder” en los militares.
El coronavirus ha servido tanto para poner a Washington bajo la supervisión de los militares, como para renovar una vez más los protocolos de emergencia, que se han declarado secretos. No obstante, las filtraciones indican que la ley marcial se puede activar en situaciones cada vez más amplias y con múltiples pretextos.
Los nuevos protocolos detallan la imposición de la ley marcial en caso de que el país se vuelva ingobernable en una amplia variedad de escenarios, como la “violencia no deseada” causada por “la escasez de alimentos, el caos financiero” o también si el Presidente, el Vicepresidente y el Secretario de Estado están incapacitados por cualquier motivo.
Los reglamentos, que han sido redactados por los jefes de Estado Mayor, habilitan al ejército para que pueda asumir el control cuando “las autoridades civiles debidamente constituidas no puedan controlar la situación”, incluso cuando “la autorización del presidente sea imposible”.
Un personaje clave en estos planes es el general Terrence J.O’Shawnessy, que dirigió las tropas de la ONU durante la Guerra de Corea y que actualmente ostenta el Mando de la Norad (Defensa Aeroespacial).
Este general es un obseso del Ártico como teatro de operaciones militares. Para él es “la nueva línea de frente de la defensa de nuestra patria” contra Rusia y China, que están “decididos a explotar el potencial económico y estratégico de la región”.
El Northcom también coopera estrechamente con la FEMA, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, y con el Departamento de Seguridad Interior. Tiene un amplio alcance jurisdiccional que abarca no sólo a Estados Unidos sino también a México, a Canadá, Puerto Rico y Bahamas, actuando como “principal defensor contra una invasión de Estados Unidos”.
O’Shawnessy ha ordenado a los equipos de gobierno considerados “esenciales” que se instalen en grandes fortalezas subterráneas a 650 metros bajo la superficie en Cheyenne Mountain, Colorado, a fin de “esperar a que llegue la crisis del coronavirus”. Lo anunció el propio general en Twitter: “Nuestros dedicados profesionales del Norad y el Comando y Control del Norad, han dejado sus hogares, se han despedido de sus familias, y están aislados de todos para asegurarse de que pueden mantenerse firmes todos los días para defender nuestra patria”.
Han prohibido a otros militares que viajen y se les ha ordenado que permanezcan cerca de sus bases “listas para la acción”.
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