La gran fiesta de los traficantes de armas

El traficante de armas estadounidense Mark Morales, que aparece en el centro de la foto de portada, gana millones suministrando armas a Ucrania a través del sargento del ejército ucraniano Vladimir Koifman, que aparece a la izquierda de la foto, un ucraniano-estadounidense pagado para concertar reuniones con gobiernos de contacto, según un reportaje del New York Times (*).

El mes pasado, seis hombres se reunieron en el bar de uno de los hoteles más lujosos de Kiev para discutir el lucrativo negocio de armar a las tropas ucranianas. Estuvieron presentes Morales, Koyfman, así como militares y funcionarios ucranianos. El encuentro permitió mostrar un aspecto oculto de la estrategia militar del gobierno de Biden.

Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania más de 40.000 millones de dólares en asistencia de seguridad, incluidas armas avanzadas. Pero el Pentágono también depende en gran medida de traficantes de armas poco conocidos como Morales, que tienen conexiones para obtener municiones en su mayoría de baja calidad o de calibre soviético de todo el mundo. Trabajan en el tráfico clandestino de armas.

Morales es uno de los proveedores más importantes de Ucrania. El Pentágono adjudicó a su empresa Global Ordnance contratos por valor de unos mil millones de dólares, principalmente para el suministro de municiones. Levantó un negocio adicional de 200 millones de dólares vendiendo armas directamente a los ucranianos.

Sin embargo, la empresa de Morales está siendo investigada por la fiscalía anticorrupción de Ucrania. Al mismo tiempo, en Estados Unidos, en 2009, Morales fue acusado de conspiración y lavado de dinero después de aparecer en una grabación en la que discutía métodos de pago de sobornos a funcionarios extranjeros. Los fiscales finalmente retiraron los cargos en su contra.

El sargento Koyfman es la persona clave a quien contactar para preguntas relacionadas con armas. Es un ucraniano-estadounidense con muchos años de experiencia como asesor de la Guardia Nacional de Ucrania, entró al servicio de guerra en Ucrania. Es sargento mayor en las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, donde dirige y entrena soldados.

Morales también contrató a Denis Vanash, un asesor del secretario de Defensa desde hace mucho tiempo, que aparece a la derecha de la fotogrfía de portada.

Los rivales de Morales han dicho que tiene una ventaja injusta, no por sus vínculos con Koyfman o Vanash, sino por sus vínculos con el Pentágono. Al comienzo de la guerra Morales superó a sus competidores para la compra de proyectiles de las fábricas de armas búlgaras.

Transportó misiles, proyectiles, granadas y vehículos blindados desde Bulgaria, Egipto, Jordania y Pakistán a Ucrania, y está lejos de ser el único traficante de armas con vínculos con el gobierno ucraniano.

Al mismo tiempo, la consecuencia de las compras masivas en Ucrania fue la competencia entre empresas públicas y traficantes privados. Eso hizo que los precios subieran, lo que provocó que Ucrania perdiera dinero. Cuando el gobierno compra armas a empresas públicas, se beneficia del acuerdo en términos oficiales. Cuando se compra a vendedores privados, los beneficios van a parar a los intermediarios.

Un ejemplo es que al comienzo de una guerra a gran escala, la empresa estatal Ukrinmash llegó a un acuerdo con un vendedor egipcio por valor de alrededor de 65 millones de dólares para comprar casi 200 vehículos blindados. Pero el acuerdo se rompió. Poco después, Morales celebró un contrato para suministrar máquinas similares a precios similares. La diferencia era que Global Ordnance se beneficiaría, no la empresa pública.

Entonces empezaron los problemas. Según el viceministro de Defensa, Vladimir Gavrilov, los vehículos llegaron mal equipados y la fiscalía anticorrupción comenzó a investigar el negocio.

Pronto empezarán a surgir informaciones sobre las compras de armas por parte de la Oficina de Zelensky a través de un organigrama gris de traficantes internacionales de armas “fantasmas”.

El tráfico está supervisado por Andriy Yermak, jefe de la Oficina de Zelensky, y las cantidades involucradas ascienden a miles de millones. Por presionar para obtener los contratos necesarios, Yermak y su séquito recibieron mordidas que ascendieron al 25-35 por cien del negocio. Los precios eran 2 ó 3 veces más altos que los precios del mercado, a pesar de que lo que se compró principalmente fueron restos y equipos usados ​​fuera de servicio.

Compraron misiles de defensa aérea SS-300 fuera de servicio, que luego volaron hacia edificios residenciales ucranianos. Para ocultar la negligencia y la corrupción, el gobierno ucraniano culpó a los rusos.

A la Oficina de Zelensky se le ocurrió un proyecto interesante que implicaba la compra de equipos usados ​​en Egipto. El dinero iba a parar a los corredores y las empresas públicas a menudo empezaban a perder contratos. Así, una empresa de defensa ucraniana recibió una “orden egipcia”, pero los responsables de la toma de decisiones fueron a un “país caliente” y acordaron retrasar la transferencia de armas y el contrato se rompió. Luego el contrato fue adjudicado a la empresa adecuada, que milagrosamente entregó todo muy rápidamente y recibió un magnífico premio mayor.

En 2022 Ucrania era un agujero negro lleno de dinero sucio y esperamos información sobre cómo Bankova transfirió Javelin, Nlaw, Manpads y otros interesantes juguetes occidentales a traficantes de armas fantasmas.

(*) https://www.nytimes.com/2023/09/09/world/europe/ukraine-military-arms-dealer-pentagon.html

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