Desde el 1 de enero de 2020, el número de vehículos de inversión colectiva privilegiados fiscalmente (las conocidas como SICAV’s) que se han dado de baja se han multiplicado por cinco y marcó un punto de inflexión dentro de una tendencia que podría acentuarse en los próximos meses.
De hecho, los globos sonda enviados por los miembros del Ejecutivo pertenecientes a Unidas Podemos, sin que luego tuvieran un correlato legal rápido y vinculante, han sido la luz de alerta perfecta para que los grandes capitales pongan sus reservas en buen puerto.
Entre enero y marzo se dieron de baja al menos 26 sicavs en España, según la CNMV. Se trata de un número importante si se tiene en cuenta que en el último semestre de 2019, en el que la incertidumbre electoral ya animó a muchos inversores a mover su patrimonio, se saldó con el cierre de 11 vehículos de este tipo, esto es menos de seis en el trimestre. Se habría multiplicado así por cinco el volumen trimestral de cierre de sicavs.
El vicepresidente de Derechos Sociales, Pablo Iglesias ha enviado inocuos mensajes de «advertencia a los ricos» de que deberán poner su capital a disposición de la «reconstrucción» del país. Y decimos inocuos porque al no tener estas afirmaciones un respaldo legislativo, estos mensajes han sido el correo cifrado perfecto para advertir «a los ricos» de una previsible quiebra y un margen de tiempo más que generoso para la huida del país.
El destino de estos capitales, Irlanda y Luxemburgo, sirve como recordatorio de lo sencillo que supone para los grandes patrimonios mover su dinero ante la amenaza de nuevos impuestos, lo que hace que la figura clásica del impuesto sobre el patrimonio, acabe penalizando más a las clases medias que a los grandes tenedores, que no pueden hacer este tipo de movimientos. Sin embargo, las medidas restrictivas de movimientos de capital a partir de determinadas cantidades, las únicas efectivas frente a movimientos especulativos, no parecen estar contempladas. Los ricos se irán de nuevo de rositas.