El pasado 19 de octubre, tras la firma del texto de Sharm el Sheij promovido por el gobierno de Estados Unidos, el diario israelí Haaretz publicaba un editorial ilustrativo que desnudaba el supuesto júbilo israelí por el llamado «acuerdo de paz». «No hemos ganado, pero nunca admitiremos que hemos perdido. Necesitábamos desesperadamente una victoria real, así que convertimos la recuperación de los prisioneros en una victoria ilusoria.»
La reflexión no puede ser más oportuna y refleja el estado real de las cosas tras la masacre que Israel ha cometido en Gaza, quien algunos comentaristas críticos con Netanyahu califican como «la masacre de la impotencia».
Los ideólogos del sionismo, que no son los ministros ultras del gobierno israelí que la mayoría conocemos, y que normalmente están alejados de los focos, han entendido a la perfección que la «victoria» israelí en el alto el fuego contiene en su interior las semillas de su contrario: una serie de concesiones tácticas y logros estratégicos palestinos que está consolidando las bases de su futuro.
La guerra en Gaza ha supuesto para Israel un altísimo costo económico, traduciéndose en un crecimiento casi nulo, un gasto militar enorme y un deterioro de las finanzas públicas. Socialmente, ha causado una crisis laboral de envergadura, al suprimir a los trabajadores palestinos de la actividad económica, desplazamientos internos, una masiva emigración que no volverá, así como un creciente malestar por las medidas de austeridad. Esta guerra ha puesto fin al mito de Israel como «única democracia» o «estado de bienestar» de Oriente Medio.
El jolgorio impostado con la devolución de los prisioneros israelíes es una puesta en escena sobredimensionada que pretende ocultar la preocupación severa de lo que pueda ocurrir en el futuro. La devolución por parte de Hamas de los prisioneros de guerra israelíes es una concesión que elimina la principal justificación para la guerra total. Sin los rehenes, el apoyo interno e internacional a las operaciones militares se erosiona.
La resistencia de Hamas y el resto de organizaciones a entregar las armas convierte el «fin de la guerra» en un interludio, no en una conclusión, siendo que además ha sido Hamas quien ha quedado como único interlocutor válido, donde han fracasado todos los intentos de excluirla.
La devastación en Gaza, si bien es una tragedia que se estudiará en los libros de historia como se estudió en su día el genocidio armenio, se ha convertido en un poderoso elemento de presión. La mayor parte de la población mundial, al exigir el fin del genocidio, ha obligado a Israel a aceptar un alto el fuego que deja a Hamas con su estructura de poder esencialmente intacta. La aparente victoria numérica en cuanto a bajas en uno u otro bando, al igual que ocurrió con la guerra de Vietnam o en Argelia, se transforma en una victoria de la resistencia política.
Y es que para el aparato israelí, la aparente paradoja de que una guerra con una asimetría brutal de víctimas pueda representar una victoria palestina siempre la van a resolver analizando la diferencia entre una victoria militar cuantitativa y una victoria política-estratégica dialéctica.
La «victoria» palestina no se medirá en bajas enemigas causadas o territorio inmediatamente liberado, sino en la erosión irreversible de la legitimidad internacional de Israel y la consolidación de la causa palestina como símbolo global de resistencia.
La síntesis que emerge de todo esto es que la aparente derrota militar palestina contiene en sí misma las semillas de su contrario: una victoria política estratégica que hace inevitable, a largo plazo, el reconocimiento y solución política que Israel buscaba evitar precisamente con esta guerra.
La verdadera derrota hubiera sido la rendición política, no la militar. Y es aquí donde la desproporción de víctimas se invierte: cuantas más víctimas palestinas, más imposible resulta la rendición política. Y quiénes crean que estamos ante una derrota palestina confunden el árbol (la batalla militar) con el bosque (la guerra histórica por la legitimidad).
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.