En marzo Ucrania inicia una escalada de provocaciones al abordar un barco ruso, el Norte, y detener a su tripulación, que no sería devuelta a Rusia hasta el mes de octubre.
A partir de entonces ambos países se dedican a abordar los barcos del otro. Además, Ucrania comienza a militarizar el Mar de Azov e inicia la construcción de una base naval en Berdiansk.
En julio de este año dos barcos ucranianos de la clase Gyurza-M, el Lubny y el Kremenchuk, procedentes de Berdiansk se sumaron a los otros dos que ya tenía en el Mar de Azov.
El 5 de noviembre un avión Su-27 ruso interceptó un avión americano ELINT EP-3 que volaba cerca de las aguas territoriales de Crimea.
El 19 de noviembre un avión de reconocimiento israelí Gulfstream G-550 Nachshon Aitam (código de vuelo 537) sobrevoló el Estrecho de Kerch.
El 25 de noviembre tres buques de la marina ucraniana, el Berdiansk, el Nikopol y el Yani Kapu, procedentes del puerto de Odesa violaron la frontera marítima de Rusia. Los dos primeros buques eran militares, es decir, iban armados.
Los barcos se niegan a obedecer las órdenes de las autoridades marítimas rusas, que tienen derecho a controlar el tráfico martítimo en el Estrecho, según un acuerdo firmado en 2003 con Ucrania.
Ante la provocación, Rusia decide cerrar el Estrecho de Kerch, atravesando un buque cisterna vacío en medio del puente.
Mientras tanto, otros dos barcos ucranianos salen del puerto de Berdiansk para reforzar a los tres anteriores, que permanecen bloqueados en el Mar Negro.
Rusia envia helicópteros y cazas Su-25 para sobrevolar la zona mientras que el FSB ruso, la policía que cumple funciones de guardia costera, se prepara para abordar a los barcos ucranianos.
Los buques ucranianos se oponen al abordaje, los guardacostas rusos embisten a uno de los buques, el carguero Yani Kapu, y abren fuego contra los motores de los demás para pararlos, remolcarlos y detener a la tripulación.
El portavoz de la Armada ucraniana admite que los barcos ucranianos abrieron fuego contra los guardacostas rusos.
Los dos barcos ucranianos que habían zarpado de Berdiansk para ayudar a los tres primeros, dan la vuelta y regresan al puerto de origen con el rabo entre las piernas.
Durante todo el día aviones de reconocimiento estadounidenses Sigint sobrevuelan el Estrecho. Uno de ellos ellos, de tipo RC-135V, serie 64-14841, código JONAS 21, con sede en la Bahía de Suda, en Creta, sobrevuela la Península de Crimea.
La segunda nave es un dron del tipo RQ-4B, serie 11-2047, con el código Forte10, capaz de volar a gran altura. Está teledirigido desde la base naval estadouidense de Sigonella, en la isla de Sicilia.
Si fuera cierto lo que dicen en Kiev los medios oficiales, si realmente se tratara de una agresión militar rusa, el gobierno de Porochenko debería haber declarado la guerra a Rusia. Pero el ejército ucraniano ha vuelto a quedar en evidencia: su marina no ha sido capaz de medirse ni siquiera a los guardacostas rusos.
La explicación está en otro lado. El objetivo de la provocación ucraniana es imponer la ley marcial y suspender las elecciones previstas para marzo, ya que, según los sondeos, Porochenko sólo controla el 9 por ciento de la intención de voto.
Dicho en román paladino: la declaración de guerra de Porochenko no es contra Rusia sino contra su propio pueblo.
Como ven, es lo mismo que en el Donbas.
¿Podría la OTAN haber institigado la provocación como excusa para meter sus buques en el Mar de Azov? No, porque ahí los rusos les han puesto una línea roja muy clarita y la OTAN ya le ha explicado a Porochenko que no les van a sacar las castañas del fuego (al menos de momento).
¿Confiaba Ucrania en que la amenaza de la OTAN les protegería de Rusia? No, porque si Ucrania entra en guerra pierde las limosnas que el entrega el Fondo Monetario Internacional, lo que le conduciría a la quiebra al día siguiente.
A Ucrania le está resultando muy complicado internacionalizar su fobia hacia Rusia. Los fracasos del gobierno de Kiev proceden de que no es un actor protagonista sino un mero decorado que la intoxicación mediática utiliza para sus propias campañas.